Esa es la mejor definición de la actitud de
Nicolás Maduro. Rasgarse las vestiduras, igual que lo hacía Hugo Chávez,
falsificando la historia y calumniando a
sus adversarios políticos.
La ridiculez que significa declarar persona non
grata a unos diplomáticos norteamericanos por viajar al estado Bolívar y
conversar con unos líderes y sindicalistas de oposición no tiene pies ni
cabeza.
Lo único que ha hecho es comprometer aún más los intereses vitales de
Venezuela. El patriotismo, es un sentimiento muy profundo que unifica a un
pueblo en su permanente lucha por alcanzar la independencia y la soberanía. Se
manifiesta en la firmeza de carácter para alcanzar objetivos realmente
beneficiosos para la sociedad. No se expresa en actitudes altisonantes que en
el fondo ocultan una gran mentira.
El
chavismo siempre ha actuado así. Durante sus catorce años de gobierno ha
utilizado una simbología revolucionaria, nacionalista y popular para ocultar la
destrucción de Venezuela, el entreguismo al régimen fidelista, el personalismo,
el continuismo, la corrupción y la ineficiencia. Una dirigencia, realmente
patriota y nacionalista, no comete los graves errores en la conducción del Estado que se han venido repitiendo hasta conducir a
Venezuela a su actual colapso. Trataré de resaltar algunos aspectos de esta
tragedia para que mis amables lectores puedan valorar la responsabilidad
histórica de Hugo Chávez, de Nicolás Maduro y de la camarilla gobernante.
Analizaré tres aspectos fundamentales: las políticas económica, petrolera e
internacional.
La
situación económica es insostenible. Se resume en lo siguiente: la actividad económica
está en pleno proceso de desaceleración, suben los precios, escasean los
dólares y se incrementa la deuda pública, la cual alcanza a 230.000 millones de
dólares. Las causas están claras: la inflación y la deuda es un problema
monetario y de producción, influido por los desequilibrios fiscales y
cambiarios. Su reciente aceleración tiene un claro origen monetario. El BCV
empezó, desde el 2010, a imprimir billetes para financiar el déficit fiscal y
de PDVSA y desde el 2005 a transferir reservas internacionales a fondos
públicos ¡Se acuerdan del milloncito! Decir irresponsablemente que la escasez
es producto de una guerra económica y de un saboteo compromete el destino de
Venezuela.
Veamos
ahora la política petrolera y la destrucción de PDVSA. Hugo Chávez, influido
por Fidel Castro, creyó que era posible exportar su revolución bolivariana y su
liderazgo continental utilizando el petróleo. Al oponerse los funcionarios de
PDVSA, provocó la crisis del 11 de Abril y la huelga petrolera. Después la purga,
el control de PDVSA y su destrucción como empresa. A partir de ese momento comenzó la debacle:
regalar el petróleo a Cuba, aceptar materias primas en pago y vender con
descuento a los países del Caribe. Los resultados están a la vista: el total de
pasivos de PDVSA, según el balance de 2012, es de 142.000 millones de dólares.
Afirmar que está quebrada es sencillamente decir la verdad. Traidores a la
Patria es lo menos que puede decirse de los responsables…
Nuestra
política exterior, a partir de 1998, dejó de estar al servicio de Venezuela
para transformarse en un instrumento de la Revolución Bolivariana. Sus
objetivos fundamentales fueron promover el liderazgo continental y mundial de
Hugo Chávez, exportar los principios revolucionarios y facilitar el acceso al
poder de gobiernos ideológicamente afines al venezolano. El esfuerzo fue
exitoso. El acceso al poder, con ayuda financiera de Venezuela, de Rafael
Correa, Evo Morales y Daniel Ortega, lo mostró. También hubo fracasos: Colombia
y Honduras. Lo doloroso fue que esta política comprometió los intereses vitales
de Venezuela en la América Latina y en el Caribe. El Acuerdo de Ginebra dejó de ser centro de la
política con Guyana y se detuvo el
esfuerzo de delimitación de áreas marinas y submarinas con los países del
Caribe.
La
destrucción de Venezuela, impulsada desde la Revolución Bolivariana., debe
detenerse. No es posible que nuestro pueblo y sus clases dirigentes lo
permitan. Estamos en un momento de grandes definiciones y decisiones. La
amenaza que existe contra factores de la oposición indica la intencionalidad
del chavismo de provocar violencia. Igual ocurre con la permanente prédica de
odio contra los sectores productivos y comerciales, los medios de comunicación
y cualquier factor social y político que
no coincida con sus ideas. La estrategia de respuesta no es sencilla. Exige un
gran esfuerzo de unidad y movilización. Todos los sectores sociales y políticos
deben respaldarla. Eso exige una gran convocatoria nacional. Nadie debe
considerarse excluido: ni civiles, ni militares.
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich.
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