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sábado, 21 de septiembre de 2013

LEANDRO ÁREA, ¿DE VUELTA A LA GUERRA FRÍA?

Calificamos de odiosas las comparaciones y las extensas listas hechas casi siempre por miopes que, expertos en trabajos minuciosos, a corta distancia, y de alta concentración y precisión, pierden las más de las veces el sentido de la realidad. 
En todo caso no sé si es rusa la ruleta que se juega en el mundo con el caso de Siria, su guerra interna y la lenta y controvertida respuesta internacional frente a la barbarie que allí se muestra con el uso de armas químicas, entre otros. ¿La “Guerra Fría”?
Hace ya casi un siglo, en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial y a partir de ese evento el mundo se ha infligido heridas y dejado las cicatrices más emblemáticas de la  historia de la humanidad. No es que hayamos comenzado a latir con el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo, pero en todo caso representa un hito, resumen trágico de una crisis aplazada en la civilización occidental.
¿Pero qué es lo que ha cambiado desde entonces? Mucho y nada. 
Tecnológicamente hablando claro que sí: el aniquilamiento masivo se ha sofisticado a tal punto que ya casi ni se requiere del viejo concepto de ejército. Aunque ahora sea en Siria o en Irak o en Japón, la guerra bacteriológica y química hizo aparición con el gas mostaza en la Europa de la primera guerra. 
También los actores siguen siendo esencialmente los mismos, a saber, las grandes potencias pero actuando en patios ajenos, con algunos elementos novedosos como el de las guerras religiosas o “guerra entre civilizaciones” y el terrorismo internacional, que no representa en teoría a ningún Estado en particular y cuyos responsables intelectuales, morales y materiales se encuentran difuminados en una dimensión fantasmagórica. 
Sobre los motivos: sigue siendo el poder en todas sus manifestaciones. Las consecuencias: venganza, muerte, desolación y odio a corto y largo plazo. 
También el diccionario con el que entender esa realidad sigue siendo básicamente el mismo, el original, empolvado y todo, aunque en reciente edición de lujo. Además, Thomas Hobbes sigue más vivo que nunca, aunque ahora lo veamos jugando al golf, repitiendo aquello de que el hombre es el lobo del hombre. ¿Y qué será de la vida de J. J. Rousseau que afirmaba que el hombre es bueno por naturaleza? Pues que ahora es un hippie demodé, calvo y desdentado, y consumidor impenitente de cuanta sustancia exista para trasladarse a la utopía del placer eternamente insatisfecho y del dolor también eternamente postergado, o todo lo contrario.
Hoy estamos a la espera de decisiones que se toman entre las grandes potencias. La solución a la crisis, ya de rango mundial, tiene aristas y complicaciones éticas, jurídicas, políticas, económicas y geoestratégicas de difícil manejo, pues no hay salida definitiva para asuntos de tal complejidad. Lo cierto es que pareciera que entramos en una nueva fase de las relaciones internacionales que habrá que observar con atención y detenimiento.
Leandro Area
leandro.area@gmail.com

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