Hace algunos años fueron recipientes del
premio Nobel de economía Los Profesores George Akerlof, Michael Spence, y
Joseph Stiglitz creando una serie de inquietudes. Los economistas fueron galardonados por su contribución de la
información asimétrica en el proceso económico. Pero el mensaje llama a pensar
el que, a menos que todos los participantes en el mercado tengan la información
“necesaria,” no se puede dar el famoso orden espontáneo de Adam Smith.
El pensamiento de estos galardonados se ha
iniciado a interpretar por los talibanes del colectivismo con la misma
ferocidad que Bin Laden interpretaba el Islam, y gritan ya lo injusto de los
mercados para aquellos sin información.
Por lo mismo solicitan la intervención
de ese ser infalible; el Estado, y así limar sus imperfecciones, tal vez
creando una Secretaría de la Justicia Informativa—o mejor, “desinformando a los
informados,” para hacerlo más parejo.
Aun cuando estos intelectuales se quedan
cortos al afirmar el que el mercado tiene esas “imperfecciones,” han creado
confusión en cuanto a los posibles remedios. Akernof piensa que soluciones de
mercado para ciertos problemas serían “garantías y sobre todo, la reputación de
los vendedores.” Stiglitz parece tener más confianza en la intervención
gubernamental, pero cae en el mismo problema de infinidad de analistas que se
dedican solo a criticar, sin ofrecer soluciones.
Hayek aseguraba que la información requerida
para la buena marcha de los mercados se encontraba descentralizada en las
mentes de los millones de sus participantes. Este fue su argumento cuando en
1935 pronosticó la debacle del socialismo. Preguntaba; ¿Cómo podemos construir
un orden económico racional? La respuesta es simple. Si poseemos toda la
información relevante, tenemos un sistema de preferencias y controlamos el
conocimiento de los medios disponibles, el problema remanente es de lógica pura
para aplicar sabiamente lo que Milton Friedman afirmaba: La Libertad de Elegir.
Tenemos dos alternativas; la información
descentralizada y la información gubernamental. La primera tiende a ser
sumamente útil; la segunda fatal. En un sistema de mercados libres cada persona
puede usar la información que tiene—lo que Hayek llamaba “conocimiento de
circunstancias especiales;” Los economistas Hayekianos llaman a este proceso;
“conocimiento local.” Sin embargo, en la Unión Soviética los compradores no
podían comunicar sus necesidades a través del mercado porque éste no existía, y
los vendedores producían para satisfacer a los burócratas: Resultado; caos y
pobreza extrema.
El principal problema económico que enfrenta
la sociedad es el adaptarse a los cambios de sus condiciones particulares, por
lo qué lo lógico sería dejar esas decisiones a sus miembros más familiarizados
con ellas; son los que conocen esos cambios y los recursos disponibles para
enfrentarlos. No podemos pensar en resolver el problema comunicando toda esta
información a un comité central el cual, luego de concentrarlo, emitiera
órdenes. Sin embargo, el tener esa información no es la solución completa; Hay
que distribuirla de una forma democrática.
Es cuando inicia su función “La economía del
cálculo” representada por el sistema de precios. Los precios “libres” es el
mejor mecanismo para comunicar información si entendemos su función. Lo
impactante del sistema es la increíble economía del conocimiento con la que
opera, y lo poco que los participantes necesitan saber para poder tomar las
acciones adecuadas. “Libremente” funciona como un termómetro que reporta
cambios, o un sistema de telecomunicaciones en el que los productores pueden
observar sólo indicaciones como un ingeniero observa sus instrumentos, para
ajustar sus actividades a los cambios que reporta el comportamiento de los
precios.
Vivimos ya la era de la información. Esto
implica competencia en el ciberespacio, una nueva área no sujeta a monopolios
puesto que el territorio ahí es inexistente. Es la información computarizada,
no el trabajo o la producción en masa lo que estará catapultando la economía
mundial en un nuevo mundo enlazado por más de 1000 canales de TV. La
información existe ya en el ciberespacio—esa nueva dimensión creada por una
interminable reproducción de redes de computadoras, satélites, módems, bases de
datos y sobre todo, el dominio popular del Internet.
Conforme aumenta la cantidad de información
almacenada por individuos, las fronteras económicas desaparecerán totalmente,
la competencia será feroz y a nivel mundial, en todas las áreas, en todas las
actividades, en todas las regiones del mundo. Compradores y vendedores de todo
tipo de productos y servicio se encontrarán en el espacio cibernético sin
importar credo, raza, nacionalidad, continente. Las constructoras Italianas
estarán presentando sus ofertas en México, los Bancos Alemanes estarán operando
en Pekín, los money manager de los EU licitarán en Chile, los agricultores
mexicanos vendiendo sus productos en Europa, los capitales internacionales
estarán invadiendo los países sin que los gobiernos “nacionalistas” lo puedan
evitar. Los proveedores de información serán los ganadores en este nuevo
escenario en el que no habrá lugar para los ineptos, por más apoyo
gubernamental que traigan a la mesa.
No podemos afirmar que el proteccionismo esté
muerto, no, todavía tenemos infinidad de empresas que constantemente están
pidiendo y logrando la protección del gobierno de sus rivales internacionales.
Pero a pesar de eso, el libre comercio es en estos momentos más libre que
nunca. Eso quiere decir que los consumidores pueden contar con competencia
internacional para mantener competitivos los precios de automóviles, ropa,
zapatos, alimentos etc, y otra gran variedad de bienes. Es también un hecho la
cantidad de trabajadores disponibles en todo el mundo para satisfacer las
necesidades del consumidor americano y mantener la economía expandiéndose sin
inflación.
Hay que recordar que el concepto de libre
comercio no solo incluye bienes, servicios o el libre movimiento de capitales.
También incluye el libre movimiento de otro importante recurso, trabajadores y
sus almacenes de información. Tampoco hay duda que los trabajadores del mundo
se están desplazando agresivamente, algunas veces de forma legal, otras
clandestinamente, a donde las oportunidades se presentan. Para los EU esto
representa una abundante mano de obra competitiva para construir fábricas,
recoger cosechas, transportar bienes, y satisfacer la demanda de personal de
alta preparación tecnológica.
En esta nueva economía por primera vez en la
historia de la humanidad el trabajador es dueño de los medios de producción; la
computadora. La sociedad civil tiene a su disposición a través del Internet la
información necesaria para participar sin desventajas en esta nueva economía
del Siglo XXI. El Tele cosmos estará liberando la sociedad civil como nunca
antes y estará creando ese nuevo individuo soberano. El argumento de los nuevos
laureados me parece obsoleto.
chero@gmx.com
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