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miércoles, 29 de mayo de 2013

JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE, RELECCION EN LATINOAMERICA, Y ¿POR QUÉ NO?

Dos noticias que por su contenido de similar naturaleza, no obstante referirse a dos eventos diferentes, no pueden ser pasadas por alto en el acontecer político latinoamericano, son las que se produjeron hace apenas unos días en Bolivia y Ecuador, ambos países junto con Venezuela, integrantes del denominado “eje bolivariano”.


La primera  ocurrió en Bolivia  donde la Cámara del Senado, aprobó a comienzos de Mayo, la  Ley de Aplicación Normativa que permite a Evo Morales concurrir a los comicios de diciembre de 2014, para buscar un mandato, el cuarto, que le permita gobernar Bolivia hasta el año 2020, con lo cual se convertiría, de ganar esa tercera relección, en el presidente que más tiempo ha gobernado el país andino y en uno de los mandatarios de Suramérica con  mayor permanencia continua en el poder. Solamente superado por  Chávez, de no haber fallecido, quien ya había sido electo para un tercer periodo dentro de la Constitución del año 99, pero que en realidad era el cuarto, si se toma en cuenta que fue electo por vez primera en el año 98, dentro del marco de la carta magna del año 1961.
La otra noticia aún caliente, es la toma de posesión el pasado viernes 24, del presidente de Ecuador, Rafael Correa, de un nuevo mandato, el tercero, para el periodo 2013-2017, luego de haber sido reelecto por segunda vez, en los comicios del 17 de febrero.
El denominador común de ambos sucesos de evidente trascendencia política, es el “Absolutismo Presidencialista” que esconden, corriente que se ha venido imponiendo primero como un estilo personal, bajo la figura de Hugo Chávez, para luego convertirse en una especie de manual,  que si se cuenta con los elementos básicos, puede asegurar buenos resultados para quien lo aplica. Decíamos en un artículo anterior que era una receta para alcanzar el poder; pero la verdad completa es que también lo es para mantenerse en él. La historia político-constitucional de Bolivia y del Ecuador de los últimos seis años, es más que ilustrativa al respecto. Con apenas diferencias circunstanciales, se puede decir que son casi idénticas y una copia al carbón, las dos, de la fórmula que inventó y puso en práctica Chávez, durante el año 1999, en la República Bolivariana de Venezuela. Cuando Morales y Correa, que a la postre resultaron buenos discípulos, la aplicaron, ya el líder venezolano la había venido  experimentado con todo éxito durante siete años, por lo que sus consejos y directrices para adaptarla a las particularidades del Ecuador o de la altiplanicie boliviana fueron casi mágicas y  de resultados franquíciables.
Aunque en la etapa prelectoral se necesitan ayudas y asesorías de todo tipo, la promesa de una “asamblea constituyente” o de la “refundación del Estado”, como parte de la campaña electoral, resulta un requisito insustituible para alcanzar la presidencia la primera vez por la vía del sufragio. Luego, lo que sigue, es la aplicación del resto del manual al dedillo. Primero, una reforma constitucional, por medio de una Constituyente, para alargar el periodo presidencial o bien para permitir la reelección inmediata; estando en la cresta de  la ola, es casi imposible no ganar la nueva elección dentro de la égida de la nueva Constitución con absoluta mayoría para reafirmarse en la presidencia y dominar todos los poderes del Estado, para después repartir una buen dosis de populismo mezclado con autoritarismo, ambos favoritos de nuestros pueblos latinoamericanos, pues es casi genético. Seguidamente, consolidados en la Presidencia, ya con por lo menos dos periodos, habrá que ver si las encuestas permiten una tercera o cuarta presidencia, para lo cual  las limitaciones o barreras de la propia Constitución redactada por el Poder Constituyente, no son obstáculos jurídicamente insalvables; para eso están las instituciones como el Poder Judicial o el Legislativo únicos capaces de interpretar el verdadero espíritu de la ley y, sobretodo, la voluntad del Constituyente. Que fue precisamente lo que hicieron por ejemplo, en Venezuela en el 2009 y en  Bolivia hace un par de semanas, para permitir una segunda reelección a Hugo Chávez y a Evo Morales. En ambos casos, bajo la  retorcida cara de la diosa Justicia.
Pero este “absolutismo o continuismo presidencialista”, ha dejado igualmente algunas tentaciones en el aire, como por ejemplo, la del presidente Uribe quien después de agotar los dos periodos constitucionales que le daba la reforma constitucional del 2004, coqueteó con la idea de un tercer periodo que no estaba previsto en aquella,  o la de la señora Fernández de Kirchner, que aunque tiene la popularidad baja y ha asomado que no irá a una nueva reelección, prohibida por lo demás, por la constitución argentina, ya ha dejado entrever que sigue desojando la margarita, a través del gobernador de la provincia de Chaco, quien lanzó al aire la pregunta “¿Por qué no consultar al pueblo argentino para que pueda elegir la oportunidad de que Cristina pueda protagonizar otro mandato?” Y ¿por qué no?,  si al final, el pueblo lo puede todo.
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