Puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad. Ayn Rand
La diáspora: un proceso ganar ganar
Para mis hijos y nietos, los emigrantes
El viernes pasado estuve en una conferencia
de la Universidad de Maryland sobre lo que pudiera llamarse el poder
transformador de la diáspora, tanto para quien se ausenta como para los países
receptores y los países de origen.
El poder de la diáspora en los países
receptores es evidente. El 50 por ciento de los PhD’s en los Estados Unidos
nació en otros países. Por ejemplo, hay unos 300.000 venezolanos viviendo en
los Estados Unidos y esta colonia venezolana es una de las más calificadas
desde el punto de vista académico, ya que un 60 por ciento tienen grados y
hasta post grados universitarios. Un venezolano es el nuevo presidente de MIT y
varios venezolanos son profesores de Harvard, para hablar de dos de las más
insignes universidades de USA. En Canadá hay miles de venezolanos quienes le
han dado un gran impulso a la industria petrolera de ese país. En Colombia
puede decirse que los venezolanos han ayudado a colocar al país en las grandes
ligas del sector petrolero.
Por supuesto, el impacto de las diásporas es
aun más impresionante en casos como la India, China o los países africanos. En
la audiencia de esta conferencia, un buen 70 por ciento eran miembros de alguna
diáspora. Sobre todo me impresionaron mucho y bien los africanos. Quienes
hablaron evidenciaron un alto nivel intelectual. Los hindúes, por supuesto, son
brillantes. Y los orientales, menos extrovertidos que los hindúes, son
intelectualmente extraordinarios, siempre y cuando no estén al volante de un
auto.
El inmenso proceso migratorio inter-países
involucra a millones de personas y se asemeja a las grandes migraciones del
caribú de Alaska o de los búfalos y las zebras en el Serengetti, pues obedece a
razones no muy diferentes. Los individuos salen de sus países buscando una
mejor calidad de vida. Van de las zonas de mayor presión social hacia zonas de
menor presión, casi como obedeciendo las leyes de lo que pudiera llamarse una
termodinámica social. La búsqueda de una mejor manera de vivir es la motivación
esencial. Pero en casos como el venezolano o como las grandes migraciones
europeas del siglo pasado, hay un importante componente idealista que pertenece
al campo de los valores. Como por ejemplo, el escapar de un sistema
autoritario, represivo, que viole los principios y los valores que el individuo
ha sostenido durante toda su vida.
Quien gana y quien pierde? Para empezar, creo
que los individuos ganan de manera abrumadora. Aun cuando encuentren
dificultades iniciales, eventualmente adquieren niveles superiores de calidad
de vida. Quienes se escapan a un sistema político inaceptable comienzan a
disfrutar de la libertad y de la armonía social del nuevo sitio, casi desde el
primer día. Si yo me hubiera quedado en Venezuela ya estaría muerto, porque
cada día debía enfrentarme con una realidad que violaba todos mis valores y
deseos de ver un mejor país. La suciedad, los atracos y los atraques, los
cortes de luz, los lánguidos vegetales en estantes semi-desiertos, las cadenas,
el angustioso proceso de cambiar un cheque en el banco o de ir a una oficina de
gobierno, las actuaciones del régimen forajido, todo ello me hacía la vida
insoportable. En el país que me ha recibido he logrado la tranquilidad, he
tenido oportunidades que ya no tenía en Venezuela para tener algún ingreso a mi
edad y he logrado el disfrute de un buen orden social y de una vida civilizada.
También gana el país receptor de manera
abrumadora. Los cerebros que llegan son una inyección de talento vigorizadora
para una sociedad que puede ponerlos a trabajar dentro de un sistema organizado.
Si el venezolano presidente de MIT se hubiera quedado en Venezuela sería un
profesor de la Universidad de Carabobo, lo cual es perfectamente respetable,
pero probablemente no le pagarían religiosamente su quincena y ello le restaría
tranquilidad para su trabajo intelectual. Puede ser feliz en Venezuela un
experto en Derechos Humanos, sabiendo que el ministro de prisiones es Iris
Varela? O un economista cuando el ministro de finanzas es Jorge Giordani? O un
politólogo viviendo en un país que tenga a Nicolás Maduro de presidente? No,
mil veces no, a menos que hayan sufrido una inversión perversa de los valores.
Esto me lleva a pensar que la diáspora no es
necesariamente perniciosa para el país que pierde el cerebro. Porque resulta
que un cerebro que se quede en un país como el nuestro, no puede desarrollar su
potencial porque no encuentra un ambiente propicio y una masa crítica de
colegas que le permitan trabajar armoniosamente en conjunto. Y porque ese
cerebro, una vez que cambien las condiciones políticas en el país de origen,
puede regresar mejorado, con ideas modernas y un nuevo enfoque de su tarea en
la sociedad. El riesgo es que no regrese y ese es un riesgo real si pasa de un
cierto número de años afuera.
Quienes lleven 10 o más años fuera de
Venezuela podrían no regresar, porque han experimentado un proceso importante
de trancuslturización que los hace pensar más en desayunar con los bagels
estadounidenses o los churros españoles que con las arepas, o que ya han dejado
de pensar en la arepa como única alternativa ( o, como ya es el caso en USA,
pueden conseguir la harina pan más barata en ese país que en Venezuela).
Pero el caso de otras diásporas es diferente.
En el caso africano, por ejemplo, muchos emigrantes comienzan a invertir su
dinero en el país de origen sin tener que regresar a vivir en él. Lo hacen
porque conocen el ambiente y tienen contactos, porque quieren ayudar al país,
porque eso les da prestancia social, eso de irse como un pelagatos y regresar
como un potentado (quien no recuerda la zarzuela “Los Gavilanes”?) . Entonces
la diáspora se puede convertir en un motor de progreso para el país de origen.
O como es el caso de las remesas para países como Cuba, El Salvador y Bolivia,
países de los cuales mucha de la población parece que se ha ido pero que
contribuye a crear una clase media desde el exterior.
En última instancia, más allá de las
consideraciones económicas , el ser humano siempre buscará la libertad y la
felicidad, como las plantas buscan la luz. Apelará entonces a la ilusión de la
diáspora, y digo ilusión porque el planeta es uno solo y somos, esencialmente,
ciudadanos del mundo. La época de las diásporas inter-planetarias aun no ha
llegado.
"Todas las revoluciones se evaporan y solo dejan tras de sí el lodazal de una nueva burocracia". Franz Kafka
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