Yo siempre creí, ingenuamente, que en
Venezuela la democracia estaba consolidada. Que los 40 años de experiencia
democrática, de libertad, de funcionamiento autónomo de los poderes públicos,
de respeto a los derechos ciudadanos, de comportamiento institucional de una
fuerza armada profesional respetuosa de la Constitución Nacional, de
administración del tesoro público con honestidad (con algunos casos
excepcionales de corrupción insignificantes en comparación con los de ahora),
había creado una barrera infranqueable al oscuro pasado de gobiernos
dictatoriales.
Hoy vemos cómo se está radicalizando el
régimen dictatorial que emergió hace 14 años y se perfila peor que cualquiera
de los que existieron en el pasado remoto o cercano.
Es un tipo de dictadura sin escrúpulos de
ninguna clase. Durante los 14 años previos vivimos bajo una de dictadura que se
escondía detrás de una careta de democracia y legitimidad - había nacido a
partir de un proceso en el cual se cumplieron las reglas de la democracia -.
Ahora nos encontramos bajo una dictadura producto de una interpretación amañada
de normas sagradas de la Carta Magna para, en primer lugar, dar apariencia
legal a la imposición de un presidente encargado; luego, para dotar de validez
a una candidatura impuesta por el dedo caprichoso del desafuero; y, finalmente
para atribuirle el triunfo al candidato que, desde su posición de encargado de
la jefatura del Estado, recurrió a todas las trampas, los abusos de poder, la
amenaza, la extorsión, la violación
inescrupulosa de todas las disposiciones constitucionales y legales que rigen
los procesos electorales y terminó robándose el resultado de la gesta comicial
atribuyéndose un microscópico margen de ventaja..
Es triste constatar cómo todavía una porción
de compatriotas (cada vez más escuálida) se presta para contribuir a que el
despotismo de 14 años se convierta en tiranía bajo el manto de la mentira, el
atropello, la persecución, el abuso, la violación de los derechos fundamentales
del ser humano. Resulta paradójico constatar que mientras se amenaza la
libertad de opinión y se intimida a los medios de comunicación social, se vale
de esos mismos medios para desencadenar una campaña de lavado del cerebro de
los venezolanos humildes haciéndoles creer que ahora vivimos mejor a pesar de
que nuestros estómagos y nuestros bolsillos nos demuestran lo contrario.
Al tiempo que cada día se desliza hacia al
precipicio del desastre, resultado de la ineptitud y la negligencia del grupo
de incompetentes que tiene en su manos las riendas de la nación, el ilegítimo
trata de esconder su debilidad y su inestabilidad recurriendo a medidas que no
se veían en Venezuela desde la época de la tétrica Seguridad Nacional que
perseguía, torturaba y hasta hacía desaparecer a los supuestos enemigos de la
dictadura perejimenista.
Volvemos al pasado. Pero ahora acompañado de
la entrega vil de nuestra soberanía nacional a otro régimen dictatorial, convirtiéndonos
en colonia de un país que ve en el nuestro la tabla de salvación para su propia
debacle.
El ultraje a que han sido sometidas muchachas
aprehendidas como supuestas participantes en actividades subversivas, las
terribles lesiones infligidas con armas de fuego y las torturas a jóvenes detenidos por la fuerza pública por
el simple hecho de protestar el fraude electoral - todo ello sustentado con
pruebas., fotografías, videos y denuncias verbales de las víctimas -, la
emboscada tendida al general Antonio
Rivero, las amenazas a los líderes de la oposición, la detención injustificada
de un ciudadano norteamericano por supuestas actividades conspirativas, todo
ello ocurrido desde que el ilegítimo asumió el poder, son apenas algunas
muestras de lo que nos depara el futuro inmediato.
Todo lo maduro se cae y tarde o temprano se
pudre. Aclaro que me refiero a esa inexorable ley de la naturaleza. En ningún
caso estoy insinuando algún tipo de actividad sediciosa. La historia no enseña
que todo régimen totalitario y despótico también se cae tarde o temprano y sus
protagonistas tienen que resarcir de alguna manera el daño que han infligido a
su pueblo. No hay dictadura que escape a esa, también inexorable, ley de la
historia.
@taylhardat
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