Algunos están con el ánimo bajo y parecen
dispuestos a liquidar en saldo el país. ¿Por cuánto?
Venezuela entró en el
mundo como mero “recurso natural” en 1528 cuando Carlos V entregó todo el
territorio a los banqueros alemanes para que “se cobraran” sus deudas. Dos
siglos después fue entregado como recurso natural al monopolio de la Compañía
Guipuzcoana. Más adelante, Guzmán Blanco entregó por 99 años vastos territorios
a franceses y anglosajones con el sueño de que ellos “nos desarrollaran con sus
capitales y sus hombres”. Luego el capitalismo industrial vino por el petróleo;
ellos lo pondrían a valer con su capital, tecnología y hombres productivos. Ni
la búsqueda de “El Dorado” de los Welsar, ni los sueños desarrollistas de
Guzmán, cuajaron. La Guipuzcoana y las petroleras, a pesar del monopolio y
hegemonía odiosos, trajeron transformación humano-productiva. ¿Hoy valemos por
la gente productiva o por el recurso natural y su capacidad de importación?
Hace 80 años grupos de jóvenes soñaron con
libertades, derechos humanos y democracia social. Sus luchas antidictatoriales,
cárceles, exilios y partidos democráticos de diversa ideología, trajeron la
democracia: se universalizaron el voto, la educación, la salud y la
electricidad. Riadas humanas del campo y del exterior se volcaron en la
transformación del país. Crecieron las escuelas, las universidades, las
empresas básicas y las de sustitución de importaciones. La Venezuela de 1965 no
se parecía a la de 1935. Pero quince años después del “23 de enero” se dispararon
los precios petroleros y nos creímos ricos más por el petróleo que por la
gente; y empezó la agonía de la democracia, mientras volvía a subir la
exclusión y la pobreza. En 1998 la decadente democracia de partidos fue
derrotada electoralmente por un militar, esperanza de las aspiraciones de la
mayoría. Hoy, gastados un millón de millones de dólares en catorce años,
estamos cosechando medallas mundiales de ineficiencia, corrupción y
contradicción entre promesas divinas y realidades deprimentes, con récords de
20.000 asesinatos anuales. La riqueza petrolera invita al cinismo a gobernantes
y gobernados; con el petróleo a 100 dólares aquellos compran adhesión para
perpetuarse en el poder y muchos gobernados se aprovechan pensando “si así
llueve que no escampe”. Pero va a escampar pronto; en 2013 amaneceremos pobres,
endeudados, sin mesías y retados en nuestro valor humano.
En los últimos años se habla de “valor
agregado”, que, en economía, es lo que un proceso productivo añade a un bien o
servicio. Pero el peso y valor de un país los da la capacidad de su gente de
convertirlo en una sociedad envidiable, por su conciencia, por su solidaridad y
funcionamiento público, por la calidad humana integral y la fuerte
productividad económica del conjunto de sus personas, capaces de poner a valer
sus recursos naturales (petróleo, minerales, playas, llanos, ríos, montaña y
selva). Esto no sale de ningún determinismo natural, sino de la educación
familiar, social y escolar, con instituciones sólidas que lleven a cada uno a
descubrirse como fuente solidaria de valor agregado. ¿Cómo cultivamos en cada
uno de nosotros el deseo de convertirnos en fuente de producción como personas
de bien y exitosos en la transformación de Venezuela para hacerla libre de
pobreza, del asesinato y del secuestro, del engaño político y de la corrupción
e ineficacia pública? Eso es “sembrar el petróleo” y cosechar vida; para ello
hace falta formar sembradores con educación de calidad. Formar personas que
crean en sus propias capacidades como individuos de provecho.
Navidad es redescubrir que Dios toma en serio
a la humanidad, que en el niño de Belén se tocan el misterio de Dios-amor y el
misterio del hombre, capaz de lo peor y de lo más sublime. El hijo del hombre
es el hijo de Dios, es Jesús que se hace hermano y es cada uno de nosotros como
don recibido y como invitación divina. La respuesta es nuestra. Ahora
Venezuela, sin mesías político, está ante el reto de lograr un ENTENDIMIENTO
NACIONAL humanista, productivo y sin exclusión; solo posible si millones de
venezolanos nos reconocemos y entendemos como hermanos y como fuente permanente
de valor y creatividad positiva. Feliz Navidad y año nuevo, realmente nuevo.
lugalde@ucab.edu.ve
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