Hay que votar: no sólo es importante hacerlo
para retener o ampliar los espacios políticos de la oposición.
Hoy, más que
nunca, debemos hacerlo para reiterar de nuevo -como muchas veces hemos y
deberemos reiterar- la disciplina con que nos estamos tomando esta lucha contra
la depredación del país...
Hay que votar para ratificarle a la ensoberbecida
revolución bolivariana que el pueblo democrático no se amilana por sus
infortunadas derrotas y que, al contrario, se encuentra cada día más dispuesto
a acopiar aprendizajes y tenacidad, para resistirse a la mutilación de sus
posibilidades de progreso. Hay que votar porque vienen tiempos muy duros y
porque esos tiempos nos requieren irreductiblemente tercos, e
intransigentemente movilizados.
Reducir la jerarquía del 16-D -pensando que
no es Chávez quien está en la disputa- constituye un acto de analfabetismo
político inadmisible a estas alturas de la pelea. Las características de la
coyuntura nacional del ahora venezolano, nos advierte que esta batalla posee un
rango muy superior al que le atribuyen los despreocupados. Con el nombramiento
de su heredero, el Presidente ha dado la voz de partida de una nueva carrera
presidencial, en la cual el chavismo ya tiene a un candidato en la calle. Por
eso hay que votar y por eso hay que empinarse por encima de las desilusiones:
el desiderátum del pueblo no chavista es activarse y proveerse de energía, para
convertir esta oportunidad del domingo en otra experiencia útil en el
mejoramiento progresivo del apresto opositor. El adversario es demasiado
imponente y la lucha contra él sólo admite una perseverancia de acero.
La votación de este próximo domingo no
representa un mero trámite para escoger a una burocracia regional, ciertamente
venida a menos por obra de la caprichosa barbarie centralista. El nuevo
escenario, derivado de los anuncios de Chávez en su histórica cadena del sábado
pasado, plantea nada menos que el inicio, ahora sí, de lo que seguramente será
una turbulenta transición política. Es claro que la elección de los mandatarios
estatales está coincidiendo con un momento de especialísima importancia: uno en
el que el campo democrático tendrá que avitrinar el porte con el cual se
encamina a desafiar a un oficialismo ya sin Chávez como representante. Hacer un
buen papel en esta cita dominical -algo que quedará definido por el número de
votos y no por la cantidad de gobernaciones obtenidas- constituye un acto
preparatorio, cuya esencialidad radica en la obligación de impedir que el
oficialismo consiga construirse una imbatibilidad que, sin el comandante,
todavía no tiene a la mano, pero que pudiera alcanzar si, por causa de la
abstención, sucediera una nueva "tierra arrasada".
Argelia.rios@gmail.com Twitter
@Argeliarios
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