Los ciudadanos tenemos que velar porque las diferencias sean procesadas de forma civilizada y razonable.
Quedan pocos días para el 7 de octubre
de 2012. Sin duda una fecha clave en el proceso político venezolano. Por
primera vez, la oposición tiene posibilidades reales de conquistar mediante el
voto la Presidencia de la República. Como también existe la posibilidad de que
la mayoría se decida por la reelección presidencial de quien ahora la ejerce.
Los análisis no sesgados hablan de una competencia bastante pareja y de que ese
día contaremos con una amplia participación. Las organizaciones políticas que
acompañan a cada opción han logrado movilizar masivamente a sus partidarios
para vigilar el proceso y defender sus votos. La intervención activa por parte
de los representantes de los candidatos en los protocolos de auditoría del
proceso electoral ha contribuido a vencer miedos y fantasmas, y a propiciar una
mejor capacitación de las organizaciones políticas y de la ciudadanía en
general para arbitrar la contienda.
Todos tenemos que hacernos muy
conscientes de que se puede ganar o perder. No se debe jugar solo a ser
ganador, y aunque nos disguste perder, pertenece al espíritu democrático
aceptar esa posibilidad, así como administrar con talante magnánimo la
victoria. Este deseo de paz y de comportamiento cívico está en medio de
nosotros. Los venezolanos queremos decidir en paz, sin zozobras, ni miedos. Hay
que resaltar la manifestación institucional que hizo el jefe del Comando
Estratégico Operacional, Mayor General Wilmer Barrientos, garantizando que la
actuación del Plan República se ajustará estrictamente a lo establecido en la
Constitución Nacional y en las leyes de la República. Después de lo dicho por
otros voceros oficiales, esta declaración, por obvia que parezca, es una buena
noticia para los venezolanos.
El 7 de octubre la mirada del mundo se
volcará sobre el país, la ciudadanía estará activada y vigilante, los medios de
comunicación estarán desplegados brindando información y las organizaciones
políticas cuidarán hasta el último voto. Esa mirada múltiple y variada
contribuirá a dar transparencia al proceso y brindará confianza a la hora de
emitirse los resultados.
Cualquier conflicto de interpretación
que aparezca con respecto a los resultados o al desarrollo del proceso
electoral en general, no significa que se desconozca al árbitro electoral, sino
que se está haciendo uso del legítimo derecho al reclamo. Si existen razones
probadas para ello, y se procede dentro del marco legal, guardando las más
elementales normas de convivencia, el reclamo debe ser escuchado y atendido
oportunamente. Los ciudadanos tenemos que velar porque las diferencias sean
procesadas de forma civilizada y razonable.
fjvirtuoso@ucab.edu.ve
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