Resulta
por demás evidente que el sistema capitalista no es del agrado del gobierno
nacional. Además, como ve que en el mercado internacional tampoco se ofrece
alguno bien diferente que se pueda copiar, continúa con sus ensayos de prueba y
error, tratando de lograr un prototipo puramente argentino.
Hace
unos días, los ensayos le llegaron al sistema financiero. A los veinte bancos
privados más importantes del país se les estableció la obligación de destinar
parte de sus depósitos al otorgamiento de créditos para inversión a una tasa
del 15% anual y a un plazo mínimo de tres años. Discrecionalmente, el Banco
Central establecerá el importe que cada uno debe afectar a tal fin.
Esto
que para el ciudadano común puede parecer una medida acertada y justa muy lejos
está de serlo. Veamos.
En
principio, los depósitos no son de los bancos sino del público. La gran mayoría
son cuentas corrientes y cajas de ahorro; es decir, depósitos a la vista (sin
plazos). Y de los que están a plazo fijo difícilmente haya alguno de ellos en
el país que esté a más de 180 días. La mayoría está a 30 días. Ni cerca de los
tres años, que sería el plazo mínimo al cual estarían obligados a prestar los
bancos. Pregunta: ¿cómo devolverían estos últimos esos depósitos en caso de
producirse una, aunque sea pequeña, corrida bancaria? ¿Con corralito?
Lo
que se pretende ahora con los bancos es más o menos lo mismo que se impuso a
los ganaderos en su momento al prohibir la exportación de carne obligándolos a vender
sólo al mercado interno, con los resultados ya conocidos: quebrantos
generalizados y reducción histórica del stock ganadero, para derivar finalmente
en los altos precios actuales por la menor oferta de carne.
El
ciudadano común debe tener en cuenta que este tipo de medidas significa obligar
a vender a pérdida, lo cual es ilógico, insólito e irresponsable por sus
consecuencias.
Mayoritariamente,
hoy los bancos están otorgando préstamos personales dirigidos al consumo y a
plazos cortos. Esto no sería lo deseable para sostener el crecimiento de la
actividad económica. Sería mejor una mezcla de créditos al consumo y créditos
para inversión. Pero lo que está pasando es lógico que suceda porque,
claramente, al tipo de cambio y los costos internos vigentes la producción
nacional manufacturera no es rentable. De allí las trabas a las importaciones y
el deseo del que puede de viajar afuera a pasear y comprar, porque allí todo
está más barato.
Es
obvio que esta falta de competitividad no es responsabilidad de los bancos. Al
menos en este problema, en orden de culpas, el gobierno nacional se ubica
cómodo en el primer lugar. Cuestiones tales como los aumentos salariales
generalizados en el orden del 30% anual, feriados a troche y moche y una
presión impositiva insoportable, por citar sólo algunas, han sido impulsadas
y/o convalidadas sin observar si se correspondían con la real productividad de
nuestra economía. O sea, sin tener en cuenta qué tan eficientes somos produciendo
los argentinos como para darnos esos beneficios.
En
realidad, el gobierno ha decidido ampliar su demagogia de subsidios. Y lo hace,
como siempre, con plata de los ciudadanos. Pero ahora de manera más "sui
géneris" y pícara: les da algo de rentabilidad a algunas empresas (las que
tomen los créditos) pero con plata de los bancos (que prestarán a pérdida) o,
en el último de los casos, de los ahorristas (que recibirán menos interés por
sus plazos fijos).
Es
interesante la jugada del gobierno, porque se lleva los aplausos de los que se
benefician sin el costo de tener que pelearse con el que pone la plata. Es más,
este problema va a ser a futuro una disputa entre ahorristas y banqueros de la
que el gobierno seguramente se mantendrá al margen. Sin palabras.
Una
última: desde el Banco Central se ha dicho que estos créditos serán un negocio
para los bancos, porque su fondeo proviene de cuentas corrientes y cajas de
ahorro que prácticamente no pagan interés. Lo de siempre en la Argentina:
burócratas que nunca han arriesgado su patrimonio y viven de una remuneración
segura a fin de mes ya no sólo sugieren sino que obligan a los hombres de
negocios a hacer las cosas que voluntariamente éstos no quieren hacer porque
claramente no les conviene. Así nos va.
Este
es un reenvío de un mensaje de "Tábano Informa"
tabano.informa@gmail.com
http://www.rionegro.com.ar/diario/alternativas-demagogicas-al-capitalismo-917845-9539-nota.aspx
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