Esta semana tenemos en Caracas a una amplia
representación de los izquierdistas habladores. Vienen con su misma retórica
vacía, volverán a hablar mal de los países que prosperan, se reunirán aquí
porque alguien pagó sus pasajes, alguien paga sus habitaciones de hotel y sus
comidas
Si algo domina la izquierda mundial es la
palabrería. Los izquierdosos del mundo son magros en obras pero magos en frases
rimbombantes. Hay que reconocerles que al menos los que más hablan suelen tener
suerte porque siempre consiguen almas jóvenes
entusiastas que los escuchan y algunos mandatarios que encuentran en esa
palabrería caminos para hacer creer que ellos, realmente, ayudarán a los más
pobres.
Hay que aclarar, de todas maneras, que hay
izquierdas e izquierdistas diferentes. Una cosa es la izquierda europea que ha
construido exitosos sistemas de bienestar en los países del norte, y otra la
izquierda latinoamericana que ha levantado y sostenido tiranías brutales como
la de Fidel Castro en Cuba. Una cosa es la izquierda soviética que para
defender a los rusos explotados y esclavizados por la aristocracia zarista,
encadenó a los mismos rusos explotados para levantar un nuevo imperio militar
que se dedicó a esclavizar a otros pueblos para terminar desplomándos e porque
con todos sus misiles, satélites, tanques y cañones, jamás supieron cómo
alimentar rudimentariamente a los pueblos que dominaron por la fuerza, y otra
la izquierda chilena que supo sostener la concertación política y económica
para hacer de su país uno de los primeros y más prósperos de América Latina.
Esta semana tenemos en Caracas a una amplia
representación de los izquierdistas habladores. Vienen con su misma retórica
vacía, volverán a hablar mal de los países que prosperan, proclamarán defensas
etéreas de pueblos que según ellos son explotados, culparán a Estados Unidos de
todos los males. Son los mismos que se han dejado manejar por un Lula Da Silva
que se presenta como uno de sus dirigentes, pero aplicó todas las recetas
capitalistas para impulsar al Brasil, incluyendo planes para reducir, de
verdad, la pobreza.
Se reunirán aquí porque alguien pagó sus pasajes,
alguien paga sus habitaciones de hotel y sus comidas. Volverán a hablar de lo
mismo, ¿para qué cambiar una palabrería que les ayuda a hacer turismo y a vivir
bien sin tener que marcar horas de llegada y de salida? Después se irán de lo
mas contentos mientras en Venezuela la izquierda autóctona no logra
electrificar al país.
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