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jueves, 17 de mayo de 2012

RONNY PADRÓN, EL SOCIALISMO: ADICTIVO Y PERNICIOSO

Ni más ni menos. En Venezuela le conocemos, no de ahora, más bien a partir de la estatización del negocio petrolero el 1º de enero de 1976 con la entrada en vigencia de la ley orgánica que reserva al Estado la industria y el comercio de los hidrocarburos.

ENVIDIA
Porque desde entonces una minoría de venezolanos inescrupulosos se ha dado a la tarea de estimular la natural propensión humana a la envidia y el igualitarismo, en su propio beneficio político y económico, que dio lugar a una cada vez mayor injerencia del Estado nacional en la economía y la política venezolana, con resultados ya conocidos.

Un país como Venezuela, con ingresos petroleros ya deseados por muchas naciones desarrolladas, hoy sólo podría ufanarse de contar con un Estado tan hipertrofiado como ineficiente, regentado sí por un tirano vía Twitter. Y lo anterior no es caso inédito, por el contrario constituye la experiencia común en toda nación que como Venezuela optó por el camino estatista de redistribuir la riqueza, en lugar de generarla y acrecentarla mediante un régimen democrático de libertades, típico en todo país desarrollado, sin excepción.

Porque no en vano desde 1974 Venezuela ha sido un clásico experimento estatista, primero a través del populismo democrático, luego a manos del socialismo hoy en gobierno. Así entonces durante más de 40 años, el venezolano común y corriente aprendió por cuenta del poder, que la mejor manera de vivir era: pidiendo, rogando o exigiéndole según el caso, al Estado nacional, para que éste le entregare su "parte" del caudal patrio. Y entre un "toma y dame" y un ¿quién da más? se hallaba simplificado el juego democrático del poder por lo menos hasta el ascenso del teniente coronel Hugo Chávez, decidido como está a acabar con cualquier competencia política conforme se lo dicta la "cartilla socialista".

Pero la anterior, historia que por conocida no le faltará provecho, no tiene porqué perpetuarse. Un pueblo libre sólo llegará verdaderamente a serlo cuando se integra por individuos en capacidad real de desarrollar todas sus potencialidades, y el Estado como un organismo creado por esos pueblos para ejecutar sólo aquellas tareas que de suyo no pueden por sí mismos los individuos.

Obviamente la generación de riqueza y su cabal redistribución no es labor que atañe a los Estados so pena de ir conformando países cuyos habitantes actúen como verdaderos adictos a las dádivas estatales, dejando de lado su independencia como individuos y su dignidad personal. En la República Bolivariana de Venezuela ya es moneda corriente el que un asalariado del Estado socialista en cualquiera de sus escalas (misión, obrero, empleado, funcionario o militar) resulte capaz absolutamente de cualquier bajeza con tal de no perder su "puesto", ello por cuanto se entienden incapaces de sobrevivir fuera de la "burbuja" económica estatal.

La adicción de las mayorías nacionales por las dádivas del Estado socialista ha alcanzado un punto tal que no hemos encontrado fórmula política alternativa en capacidad de atraerles. Esta mayoría, electoral y políticamente activa cree "a pie juntillas" en el sostenimiento ad infinitum de un modelo político que al tiempo de permitirles "sobrevivir" les condena a ser los eternos esclavos del Estado, desiderátum socialista.

Así entonces, vemos con estupor como la candidatura demócrata a la presidencia de la República, se ha visto en la necesidad de prometer la continuidad del sistema asistencialista vigente, por lo menos hasta que la necesaria reactivación económica nacional dé lugar a un proceso de real empoderamiento ciudadano.

A pesar de las dudas que podamos guardar en relación a esa particular tratativa, no es menos cierto el que algunas de las más graves adicciones humanas para ser cabalmente superadas requieren ab initio la sola reducción del elemento adictivo a modo de hacer posible la total rehabilitación. Sin embargo no está demás advertir sobre la necesidad de una oportuna pedagogía no solo a favor del trabajo y la propiedad privada como instrumentos de liberación y dignidad humana, será también menester instruir sobre el efecto contrario de esa doctrina llamada socialismo, dejar de hacerlo sí nos condenaría a repetir nuestro fallo. Valga entonces la palabra de Jorge Luis Borges: "... creo que si cada uno de nosotros pensara en ser un hombre ético, y tratara de serlo, ya habríamos hecho mucho; ya que al fin de todo, la suma de las conductas depende de cada individuo...". ORA y LABORA.


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