Crea
en usted, en sus sueños, en sus ideales. No permita que la injerencia extraña
afecte su buena disposición por trabajar en pos de un ideal sano y pertinente.
Tenga claro que siempre hay gente, enemiga del éxito, pendiente de la más
mínima oportunidad por manosear los buenos procesos pero de igual manera, nunca
falta el ser humano valiente y leal que está presto a defender lo valioso.
La
historia está llena de anécdotas similares en las que se nos cuentan pasajes a
través de los cuales la envidia, la ambición o la simple mediocridad humana han
sido desencadenantes de grandes tragedias. No recuerdo un solo episodio
importante, en la tradición, en el que no haya existido mínimo un individuo
presto a atravesarse, desconocer e intentar dañar procesos de mucho tiempo de
construcción.
Por
eso cuando se trabaja, con vocación de servicio, anteponiendo el bien común y
desechando otro tipo de intereses, si ellos son talanquera para el éxito y la
transparencia, no es bueno esperar reconocimientos de nadie. Lo que de verdad
importa es lograr hacer bien las cosas y de esa manera disfrutar de la paz que
nadie vende, compra o regala por ahí: la sensación de tranquilidad generada por
una voz interior que actúa como censor inalterable y que en mi época de niña me
enseñaron que se le conocía como la voz de la conciencia.
Creo
que todavía se llama así. La experiencia nos muestra como hay personas que,
desconociendo las tradiciones, la historia, los legados y los principios que
motivaron el desarrollo de una gran misión, a través de mucho tiempo, intentan
arrasar sin piedad, sin la más mínima consideración y con toda una batería de
agresividad, al estilo de las peores hordas.
Son
personajes que llegan apoyados e incitados subterráneamente y hacen el papel de
tontos útiles; la verdad es que consiguen hacer mucho daño, lo cual los tiene
sin cuidado pues la pertenencia y el amor son valores que no importan y por
consiguiente no ostentan. La decadencia moral existe, está a la orden del día y
es otra forma de violencia muy común, pero que se ha incrementado desde que en
este gobierno revolucionario pareciera haberse abolido al máximo los elementos
que garantizaban la protección de las costumbres buenas y los sanos principios,
donde la permisividad se volvió derecho y todo lo que defienda esas cosas
buenas que tanto ha costado construir, es calificado de posición “aristocrática
o pitiyanqui”.
Ya
el estudiante no respeta al maestro o profesor, cualquiera que medio ostenta
poder se cree Dios, los padres no saben qué hacer para educar sin apoyo; los
drogadictos están ejerciendo su “derecho al libre desarrollo de la
personalidad” mientras los jíbaros, los mafiosos y narcos ejercen su “libre
derecho al trabajo”, a costa de la salud de todos, la moral pública y la paz.
Cualquier persona llena de títulos y sin pizca de altura, decencia o
consideración, intenta volver asunto académico su sociopatía. Formas de
degeneración moral, decadencia humana y despreciable ambición que, cueste lo que
cueste, hay que combatir antes de que se nos termine de desmoronar lo que queda
de nuestra sociedad venezolana y pasemos a la historia como cobardes.
britozenair@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
Ciertamente, los valores ciudadanos, y los otros, los morales, han sido deformados por el actual régimen que desgobierna en Venezuela. La envidia enfermiza -disfrazada de socialismo- de quienes irrumpieron en el poder..., la ambición desbocada y sin frenos morales de los boliburgueses, con respaldo de los robo-lucionarios rojitos... y la simple mediocridad humana de todos ellos han sido el desencadenante de la tragedia política y social que vivimos en este ex-país
ResponderEliminar