Nos ocupamos de lo que no debemos y dejamos de hacerlo
con lo importante.
Los venezolanos sabemos hasta el hartazgo quién y qué
es chávez, de manera que insistir en él no agrega nada a lo que interesa:
colocar un nuevo gobernante capaz de convocar a los mejores venezolanos para
las nuevas e imprescindibles tareas de gerencia y dirección política y
económica del país, y al resto de la ciudadanía a trabajar activamente, sin odios
ni resentimientos, en la producción, el comercio y la industria, para ayudar a
salir a todos de la terrible crisis económica que se avecina.
El microbio, germen, parásito, o virus, generador de
la tragedia venezolana, es decir, la etiología, como se le designa en el
lenguaje médico, es perfectamente conocida. Es conocido su hábitat, su
miasmático ecosistema y sus tóxicos y disolventes efectos sobre el organismo
social.
Debemos enfocarnos entonces ahora, en la fase
siguiente: armar un estado de opinión que facilite la información a la
ciudadanía del enorme daño producido en todos los órdenes de la vida ciudadana
y el método y programa que aplicarán quienes se ofrecen por parte de la oposición democrática a repararlo.
Concomitantemente es vital la exigencia al organismo
electoral, el CNE, de actuar en forma confiable y transparente, vigilando de
cerca su desempeño ostensiblemente parcializado, como se manifiesta a diario
en:
1. El estímulo subliminal a la abstención que el régimen
y el CNE en forma repetitiva fomentan a diario con aquello de que la oposición
deberá reconocer los resultados del 7 de octubre.
2. Las dificultades y limitaciones impuestas al registro
de nuevos votantes dentro y fuera del país.
3. La ausencia de transparencia del registro electoral al
ocultar los datos de dirección de los inscritos.
4. La insistencia en la captación de huellas como
elemento desencadenante del acto del voto electrónico, dirigida a la
intimidación de empleados públicos y beneficiarios de misiones y
5. las cedulaciones que se repiten en el interior del
país en forma sospechosamente silenciosa.
Como también es vital llamar la atención pública sobre
la actuación del personal militar del Plan República, a las órdenes de
autoridades muy cuestionadas nacional e internacionalmente, sobre todo en lo
que respecta al cuido, transporte y almacenamiento de la maquinaria y los
insumos electorales.
Todo lo enumerado, sin lugar a dudas, configura una
situación, que de consolidarse, sería una etapa preelectoral de fraude
irreversible, y que debe ser reclamada a tiempo, enérgica y convincentemente
por los opositores, pues lo que nos jugamos es no solamente la paz y la
libertad sino la propia existencia republicana.
Considero que habrá más temor y menos motivación para
el voto si la inacción en este sentido persiste. Es más probable que la
ciudadanía entienda que el acto del voto es un derecho y un deber por el que se
debe luchar y no un instrumento de la dictadura para mantenerse en el poder.
Por todo esto insisto: el problema ya es conocido. Lo
que hay que hacer es poner en práctica la solución y eso solo lo vamos a hacer
eficientemente si nos concentramos en ella y dejamos de lado los rumores que
sobre la salud del dictador esparcen sus secuaces.
alejandropietri@gmail.com
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