La Gran
Colombia fue un recurso unitario de las distintas fuerzas que combatían contra
España, antigua ilusión de Francisco de Miranda con su Colombia que imaginaba
libre desde México hasta la Patagonia, esta vez
reducida al territorio de los requerimientos militares de Bolívar que se
materializó en el Congreso de Cúcuta.
Ya
liberada la Gran Colombia obviamente
las provincias adheridas se resintieron por su nacionalismo: a manera de
arbitrariedad, Santa Fe de Bogotá, quizás por su sitio y jerarquía colonial, fue la capital, quedando
relegadas Ecuador y Venezuela para alimentar
separatismos.
La idea de Bolívar
fue geopolítica, igual que su proyecto del Congreso Anfictiónico de Panamá,
crear una potencia capaz de hacerle frente al
coloso norteamericano que ya mostraba sus tentáculos, pero se produjo la
sublevación con sentimiento
nacional que hasta el mismo Libertador
lo llevaba en el corazón, como se demuestra al pasar el río Táchira y sentirse
en suelo patrio, esto en los inicios de la Campaña Admirable.
Al encontrarse
Bolívar y Páez en 1827, los arropó la solidaridad y el afecto de siempre, lazos
que Páez mantuvo a lo largo de su vida, que razones de política lo hicieron
protagonizar la Cosiata, pero que en 1842 lo llevaron al traslado y recibimiento de los restos de su gran amigo,
presidiendo la onda de gratitud y
adoración al Libertador que recorrió el
país.
El mismo Bolívar reconoció el fracaso de su proyecto grancolombiano, y estudioso como era, acepta que el régimen
colonial para preservarse de alianzas peligrosas, mantuvo aisladas las
provincias, solo en contacto comercial y administrativo con la metrópoli,
generando idiosincrasias locales que al
llegar la independencia en cada región permitió aflorara el sentimiento
lugareño, la Patria enaltecida por la
sangre vertida en la guerra a fin
de lograr la soberanía de su suelo.
El chavismo ignorante, con su pretensión de adulterar la historia califica de traidor a Páez, cuando la historia ha sido sincera al
mostrarnos genuina lealtad entre el
héroe de Carabobo y Padre de la Cuarta Republica, y Simón Bolívar, el más alto personaje de la historia de América
en el Siglo XIX, según conclusión de un reciente estudio realizado en
instituciones culturales de la Gran
Bretaña.
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El 30 de enero de 1818, en el hato Cañafístola, se entrevistó el General de Brigada José Antonio Páez con el General en Jefe Simón Bolívar, que venía de Angostura con el ejército que ejecutaba la Campaña del Centro; este encuentro marca el comienzo de la unión de ambos jefes para la prosecución de las operaciones contra el ejército del general realista Pablo Morillo. El 13 de julio de 1867, el gobierno de Venezuela le expide el diploma que lo acreditaba como Ilustre Prócer de la Independencia Suramericana. El 6 de mayo de 1873 muere en Nueva York. Sus restos fueron repatriados y sepultados en el Panteón Nacional, el 19 de abril de 1888.
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