Distinto a lo ocurrido en
el sector oficialista, en donde Hugo Chávez actuando como "cogollo
unipersonal" se autodesignó candidato a la Presidencia y nominó unilateral
e inconsultamente a los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela a
gobernadores y alcaldes, la oposición democrática escogió los suyos mediante
"elecciones auténticas", es decir, elecciones honestas, libres y
transparentes, pero, sobre todo, alegres, a pesar de las amenazas de un régimen
que "tiembla de pavor" ante la unidad y la esperanza de quienes
exigen y han decidido cambiar el rumbo del país.
El domingo pasado quedó
demostrado que la oposición constituye una alternativa válida de poder. Pero
eso no es suficiente para cantar victoria.
Un grupo importante de
venezolanos, desanimados por un escepticismo justificado, por una seria
desconfianza en el ente electoral, no respondió al llamado de la Mesa de la
Unidad Democrática. Dudas surgen alrededor de esto.
Algunos de ellos creen
erróneamente que existe en un sector de la oposición una suerte de relación
"colaboracionista" para "pactar" con el régimen y ganar
algunas parcelas de poder.
Lo cierto es que la
mayoría de los venezolanos no creemos en la imparcialidad del ente electoral.
Por el contrario creemos firmemente y con fundadas razones que el Consejo
Nacional Electoral actúa como un verdadero ministerio electoral, sometido a los
dictámenes del Ejecutivo. Esa mayoría considera que estamos ante un proceso
fraudulento.
La "verdadera
democracia" se funda en las elecciones; pero no en "simples eventos
comiciales", es decir, en procesos arreglados usualmente por los regímenes
totalitarios que les utilizan para legitimarse en el poder. Mugabe, Lukashenko,
Gadafi, Assad, los Castro, Ortega, son ejemplos claros de estas prácticas.
Hablamos de "auténticas elecciones", es decir, de procesos libres,
honestos y transparentes.
La oposición tiene ahora a
Henrique Capriles Radonski como su candidato. Su elección les impone
obligaciones a unos y a otros. A Capriles hacia el electorado y al pueblo hacia
el candidato. Le corresponde ahora a Capriles liderar y conducir el camino
hacia el triunfo, atendiendo el sentir de los electores. La única forma de
garantizar el triunfo el 7 de octubre es a través de unas "elecciones
auténticas", es decir, libres, honestas y transparentes. Por su parte, el
pueblo debe acompañar a su candidato en forma unida hasta el 7 de octubre y
después.
El candidato y todos los
venezolanos deberán exigir al ente electoral un proceso comicial justo y
equilibrado, sin ventajismo oficial; pero, sobre todo, un profundo escrutinio
del sistema electoral, en particular, del Registro Electoral que ha sufrido
curiosamente un aumento desproporcionado, divorciado de las realidades, lo que
hace suponer la creación fraudulenta de miles de "electores
virtuales" o "fantasmas" que, evidentemente, ya se han expresado
en favor del candidato oficialista.
Una "auténtica
elección" supone igualdad de condiciones.
El uso grosero y sin
controles de las instituciones y de los medios del Estado, así como de sus
recursos, son conductas con rasgos claros de delito electoral. El CNE, la
Defensoría del Pueblo, la Contraloría y la Fiscalía tienen la obligación de
velar por el buen desarrollo de las elecciones y atacar los delitos
electorales, lo que evidentemente no es posible dada su sumisión al Ejecutivo y
al partido oficialista. No hay, en efecto, ningún control sobre la cayapa
oficialista que se traduce en un ventajismo y una discriminación sin
precedentes.
Estamos en camino hacia al
cambio, pero ello no será posible si nos rendimos ante el juego del ente electoral
y se aceptan sus misterios e interpretaciones engañosas. Los venezolanos que
nos oponemos al régimen chavista debemos rechazar con firmeza la dictadura que
impone este órgano, al actuar en contra de las normas e impedir su escrutinio.
Es el momento de iniciar
esta segunda fase de la lucha por la restauración de la democracia.
No se trata de un problema
exclusivo de los venezolanos. Es del interés de todos. La comunidad
internacional debe estar alerta. La Organización de Estados Americanos, las
organizaciones no gubernamentales, las Naciones Unidas y los gobiernos y las
personalidades democráticas del mundo deben apoyar a la oposición democrática
venezolana en su lucha por unas "elecciones auténticas". No se trata
de injerencia indebida en nuestros asuntos internos. Se trata, más bien, de un
"apoyo preventivo" que evitará situaciones posteriores que a nadie
convienen.
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA