Nada nuevo ha mostrado hasta ahora el chavismo
cuando enfrenta una situación complicada. Es la misma estrategia en todo. La
aplican para lo electoral como estamos viendo justamente en estos días o lo
hacen cuando se les quema una planta eléctrica por negligencia o se les derrama
en petróleo por ineficiencia. Una vieja estrategia fundada en la contra
información, muy usada por los cubanos y manoseada hasta el cansancio en estos
tiempos de monarquía militar.
Con las primarias está ocurriendo otra vez. El
mismo esquema, la misma reacción, el mismo objetivo. Al final buscarán
minimizar y si es posible destruir en su totalidad cualquier vestigio de éxito
que pudiera transmitir el evento. Los pasos de la mecánica son más o menos así:
Los cubanos le dicen a Chávez qué hacer y qué
decir. Chávez llama a Mario Silva y le lanza las líneas fundamentales. Mario
Silva las ajusta a su lenguaje y estilo para transmitirla al resto del clan.
Diosdado, Izarra o Chacón, dependiendo de quién está en la buena o en la mala con
el jefe máximo, repetirá lo mismo de la manera en que sus neuronas lo permitan.
De allí hacia abajo el trabajo está hecho: loros, focas y cachorros, como si
tuvieran un chip entre ceja y ceja, repetirán la versión salida desde los más
oscuros rincones de la perversa inteligencia cubana instalada en Miraflores y
en Fuerte Tiuna.
Por ejemplo. Cuando el pico de la crisis
eléctrica, y no es que haya terminado, los cubanos sacaron de la sala
situacional varias barajas: la iguana, El Niño, La Niña, la sequía, el sabotaje
del imperio, la negligencia en los 40 años podridos y hasta un papagayo voló y
se enredó por ahí. Chávez lo afirma en cadena, de inmediato aparece Alí
Rodríguez, a quien correspondía en este caso seguir el hilo conductor, luego
toca el turno a próceres del chavismo tipo Nicolás Maduro, más abajo serán
diputados, gobernadores y alcaldes. En paralelo, los parlantes tarifados de los
medios oficialistas, arrancan su ataque diario para que finalmente hasta el
último de los chavistas repita la misma historia en calles y plazas. Así se
teje lo que han dado por llamar una matriz de opinión, cuando en realidad es
una línea partidista montada para tapar algo real y concreto. Generar opinión
es otra cosa muy distinta. Esto es manipulación castrochavista de la más burda.
Con las primarias, la cosa comenzó la misma
noche. Los cubanos, siempre atentos (por eso les pagan y muy bien), rápidamente
y al mismo tiempo en que se desarrollaban los hechos arrancaron con el
descrédito de la poderosa jornada democrática de la oposición. Esta vez Chávez
tira la línea tras el telón. De hecho no ha estado muy activo, probablemente
para que se hable de su enfermedad otra vez, pero no le han parado ni un átomo.
Diosdado, Mario Silva y su carnal nocturno, iniciaron acciones el mismo día y
atacaron sin pena, pero con mucha rabia, lo que para la oposición tiene un
significado que va más allá del simple hecho político de escoger candidatos. El
ataque ha sido bestial, con todas las armas de la mentira y la manipulación.
Inventaron hasta escenas en la playa para afirmar que la gente no estaba
votando sino que se fueron de rumba.
Pero lo que más les ha dolido ha sido el número
de votos, el número de participantes. Hasta el CNE llevó leña chavista, tanto
que provocaron la intervención de la rectora Tibisay Lucena, muy
diplomáticamente, pero con firmeza dejó claro el asunto. Eso, más allá de
militancias y compromiso, refuerza la institucionalidad. Sin duda.
Menos mal que el diablo se conoce más por
diablo que por viejo. Estos trucos del chavismo están demasiado vistos.
Repetidos, más bien.
Twitter: @ejrl
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