Me refiero a las alturas militares. No encuentran forma de silenciar el creciente descontento en todos los componentes de la Fuerza Armada. El comentario incluye a la Milicia Bolivariana, paramilitares civiles con o sin uniforme. Pretenden convertirla en el cuerpo represivo por excelencia en las calles, solapando sus efectivos con el Ejército y asumiendo influencia determinante en las distintas bandas armadas existentes en Caracas y otras regiones. El hecho es que avanza un alarmante proceso de descomposición militar, de malestar inocultable, producto del incumplimiento de las normas constitucionales que deberían regir sus actuaciones, a la corrupción y a la penetración de las estructuras del crimen organizado que sirven de instrumento al narcotráfico y al lavado de dinero.
No exageramos al expresar nuestra indignación ante las informaciones existentes sobre las irregularidades actuales. Los altos mandos pretenden justificarse, apelando a supuestas convicciones ideológicas y políticas que sirven de soporte a la “revolución”. La lealtad al Presidente Chávez es el peor de los comodines que utilizan para sus fines. Le hacen tanto daño a él como se lo hacen ellos mismos en momentos de graves interrogantes sobre el presente y futuro de un mandato que se agota inexorablemente. La gravedad del enfermo es un hecho y la incertidumbre sobre los tiempos del desenlace debería motivar a la cordura, a la sensatez y a la normalización de la vida nacional.
El Presidente y sus generalotes saben que en la oposición no hay conspiradores. El sitio del planeta tierra donde hay más conspiradores confesos por metro cuadrado es el gobierno de Venezuela, incluidos los militares burocratizados, compinches de los mencionados. No somos nosotros quienes estimulamos el descontento en la oficialidad y en la tropa. Es el pésimo gobierno y ellos, con las destempladas declaraciones e inoportunas actuaciones para amenazar y justificarse. Es el General Henry Rangel Silva, jefe del Comando Operacional, quien prácticamente llama a desconocer los resultados electorales del año próximo. No fue ningún dirigente de la alternativa democrática quien anunció conspiraciones e interferencias en la vida militar, sino el General Carlos Mata Figueroa, nada más ni nada menos que Ministro de la Defensa, en un discurso bueno para unas olimpíadas mundiales de la adulancia extrema. Quizás sería superado por el nuevo jefe de la Guardia de Honor, el también General Wilfredo Figueroa Chacín, o el de la Casa Militar, José Adelino Ornella Ferreira, quienes anuncian que desconocerán a cualquier Comandante en Jefe distinto al señor Chávez. Sólo menciono a estos cuatro pésimos ejemplo cuarteles adentro.
Nuestros militares no son marcianos. Sufren igual que los civiles. Así como nosotros nos calamos un gobierno de la calaña del actual, ellos se están calando unos mandos iguales al los que nos calamos nosotros. Pero todos sabemos que la liberación está próxima.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 15 de agosto de 2011
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