Estos 12 años de gobierno socialista-comunista, no han servido para que Venezuela adquiera conciencia moral y ética; pues quienes tienen la sartén por el mango, se guarecen en su pujanza para hacer valer su particular enfoque de la realidad, sin importar si lo que aseguran es verdad o es mentira; ya que esta última condición de lo aseverado, ha perdido para los poderosos toda trascendencia, puesto que ellos viven convencidos que su afirmación equivale a la verdad absoluta y, lo peor, saben que la gente les cree.(Veamos el caso del censo para las viviendas y las colas creyendo que cada venezolano tendrá una vivienda). Proselitismo político y campaña electoral adelantada.
Y aunque nuestros artículos que enviamos no los publiquen en muchos de los diarios regionales como lo hacían antes, uno no puede permanecer callada ante tanta ignominia, ante este derrumbamiento del país; pues, no obstante el actual gobierno socialista-comunista no haya hecho más que apagar incendios, son tantos los huecos por rellenar, tantos los males a subsanar, tantos los entuertos por deshacer, que no ha quedado tiempo suficiente para planificar. Y es poco en lo que se ha podido avanzar; porque los culpables de tanto descalabro, utilizan el boicot como arma de distracción para desviar las miradas sobre su oscuro pasado. Tomemos unos casos, a modo de ejemplo.
Las catástrofes naturales acaecidas en los últimos meses de 2010 cuando aguaceros torrenciales -en algunas partes del país, provocaron desbordamientos de ríos, inundaciones y deslizamientos de tierras en Anzoátegui, Vargas, Mérida, Trujillo, Falcón, Estados Llaneros, Aragua, Carabobo, Cojedes y especialmente la zona del Sur del Lago de Maracaibo, que llevaron al cierre de carreteras, a la destrucción de viviendas y de cosechas, a la muerte de animales y a la pérdida irreparable de vidas humanas; casi siempre afectando a inocentes, casi siempre a los más pobres, casi siempre a los menos protegidos.
En los 3 meses de las postrimerías del año pasado, medio país sufrió por estas calamidades; en los casi cinco meses corridos del actual y con una Ley Habilitante aprobada al comandante, varios Estados, pueblos y municipios ya han reportado desastres ocasionados por el mismo motivo, el desfogue de la naturaleza. Y todo esto, ¿qué tiene que ver con el enunciado inicial?, preguntarán el ingenuo y el necio. -Pues claro que tiene que ver; porque los ríos se desbordan por el exceso de las lluvias y arrasan con todo lo que encuentran en su recorrido, ya para entonces, arrollador. -Pero eso lo sabe hasta Perogrullo, dirán los obcecados contradictores.
-Por supuesto que sí; pero, ¿por qué ha aumentado, de manera tan desmesurada, el caudal de las lluvias? Porque el medio ambiente se ha deteriorado por la invasión de las áreas naturales, puestas allí para la protección y la prevención ecológicas. El mal uso de tierras, causado por la desecación de humedales, el desvío de los cauces fluviales y tantas otras barbaridades ambientales cometidas en los últimos años (con el único fin de acrecentar las áreas dedicadas de manera desaforada a la agroindustria, a la ganadería y a la minería), no han hecho más que desequilibrar la naturaleza en el suelo venezolano. Y de ahí, tanta catástrofe y no, como pretenden hacernos creer quienes manejan los intereses creados: que todo se debe a fenómenos cíclicos del niño, de la niña, del Guri y espontáneos, a los cuales debemos habituarnos.
Antes de que hable el suspicaz o el estulto, vale la pena aclarar que estos tres ejemplos del uso de la tierra, tomados de manera prudente, no sólo son loables, sino además se convierten en motor del desarrollo empresarial y, por consiguiente, en fuente de empleo. Pero cuando se abusa de ellos, la naturaleza tarde o temprano recupera lo que le arrebataron por las malas. Otro ejemplo: la ley de tierras parece que no se cumple. Pues bien, justamente aquellos que desplazaron de sus parcelas a los campesinos para robárselas o permitieron que otros lo hicieran dentro de la mayor impunidad, ahora están tratando -a través de falacias, paralogismos, y hasta con la incitación a la violencia- de entorpecer la aprobación y la posterior puesta en marcha de dicha ley y, así, impedir que se haga justicia y se les restituya a las víctimas, al menos, las tierras que les arrebataron de manera criminal y descarada; porque devolverle la vida a los que cayeron por oponerse al despojo, ya es imposible como lo fue el caso de Franklin Brito.
Por falta de espacio, no se alcanzan a mencionar los mil y un escándalos (descubiertos hace poco, pero sobre los cuales se sospechaba de vieja data), sobre las tropelías que se han cometido en los últimos 12 años, y cuya aclaración está por verse; pues hasta ahora, sigue sucediendo lo de siempre: indagaciones a mandos medios y cortafuegos, con el fin de impedir que las investigaciones lleguen hasta los verdaderos culpables y, de manera invariable, lo más triste y hasta aberrante: los causantes -intelectuales y materiales- de tanta depredación, en su mayoría se arroparán con el manto de la impunidad y, – si acaso- a algunos los alcanza el brazo de la ley, habrán estado en los niveles medio o bajo de la cadena criminal; pues, los de alto coturno están protegidos, en el menor de los casos, por el síndrome del siervo o por el acerbo temor a la venganza o ¡triste oprobio patrio!, por la vestimenta de la alcahuetería y la desvergüenza.
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