Luego de haber expropiado casi 800 empresas en los últimos años y enrumbarse con furia hacia las 1.000 en los próximos meses, el Gobierno se ensaña ahora con el grupo Polar. No obstante, si el Presidente da el paso que tanto cacarea en estos días, éste podría ser el más caro y definitivo de los errores que viene cometiendo desde que decidió pisar a fondo el acelerador del neocomunismo y el del desconocimiento total de la Constitución.
En efecto, con o sin la expropiación de la Polar, la situación es de por sí alarmante. Al igual que pasó en los países que siguieron la ruta del llamado "socialismo real", la revolución venezolana arroja resultados desastrosos que impactan negativamente la esperanza que la mayoría puso en ella hace 11 años y renovó en 2006. En ese sentido, el record de inflación acumulada que tenemos en lo que va de año; la caída estrepitosa del Producto Nacional durante los últimos cuatro trimestres; el bajón brutal de las inversiones y, en fin, la masificación de la pobreza y el estancamiento general de la productividad, significan de manera clara algo de lo cual Chávez no se ha dado cuenta: que su guerra, más que contra el capitalismo, es contra la economía en sí misma y la está perdiendo abiertamente.
Pero volviendo al tema concreto de la Polar, sería redundante enumerar aquí las decenas de productos que ésta ofrece con éxito a los consumidores nacionales y la inmensa labor social que desarrolla a lo largo del país. Todas las redes existentes han estado saturadas en estos días difundiendo esa información. Por ello, la idea que desde esta tribuna pretendemos resaltar con fuerza, es que el costo de expropiar una empresa como la Polar y amenazar con cerrar su cervecería es, nada más y nada menos, que darle un palazo a la gente de a pie y privarla de productos y marcas que son emblemáticas y tradicionales en la mesa, los hábitos y la cultura del venezolano.
De hecho, no nos imaginamos a ningún dirigente de base del PSUV saliendo bien parado de una discusión en la que trate de explicarle a los panas del barrio cómo es que la nueva harina pan socialista no sabe igual y sólo venden un paquete por familia a la semana, y por qué es bueno que no haya más polarcita en la bodega de la esquina.
Por último, se equivoca estrepitosamente el Presidente al decirle a Lorenzo Mendoza que se recuerde de RCTV, "empresa que se creía indispensable y hoy día no está". En realidad, quien debe tener un recuerdo muy amargo de ese episodio es Chávez, ya que ese fue el punto de inflexión a partir del cual la mayoría del pueblo venezolano empezó a darle la espalda y la caída de su popularidad se hizo sostenida e indetenible.
Fue a partir de ese hecho que mucha gente empezó a abrir los ojos respecto a lo que está pasando en Venezuela. De allí nació el movimiento estudiantil democrático, se profundizaron las diferencias con Podemos que llevaron a su salida del oficialismo, creció la oposición al Proyecto de Reforma Constitucional hasta derrotarla en las urnas, se recuperaron 5 gobernaciones y se ganó la Alcaldía Metropolitana de Caracas y, en fin, se generó una nueva dinámica que le permite a la alternativa democrática plantarse hoy frente al gobierno con expectativas ciertas de triunfo.
Si este gobierno termina de expropiar la Polar, quienes aún dudan tendrán una buena razón para votar por las fuerzas democráticas el 26-S y castigar a una revolución cada vez más arbitraria, ineficiente y corrupta.
cipriano.heredia@gmail.com
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En efecto, con o sin la expropiación de la Polar, la situación es de por sí alarmante. Al igual que pasó en los países que siguieron la ruta del llamado "socialismo real", la revolución venezolana arroja resultados desastrosos que impactan negativamente la esperanza que la mayoría puso en ella hace 11 años y renovó en 2006. En ese sentido, el record de inflación acumulada que tenemos en lo que va de año; la caída estrepitosa del Producto Nacional durante los últimos cuatro trimestres; el bajón brutal de las inversiones y, en fin, la masificación de la pobreza y el estancamiento general de la productividad, significan de manera clara algo de lo cual Chávez no se ha dado cuenta: que su guerra, más que contra el capitalismo, es contra la economía en sí misma y la está perdiendo abiertamente.
Pero volviendo al tema concreto de la Polar, sería redundante enumerar aquí las decenas de productos que ésta ofrece con éxito a los consumidores nacionales y la inmensa labor social que desarrolla a lo largo del país. Todas las redes existentes han estado saturadas en estos días difundiendo esa información. Por ello, la idea que desde esta tribuna pretendemos resaltar con fuerza, es que el costo de expropiar una empresa como la Polar y amenazar con cerrar su cervecería es, nada más y nada menos, que darle un palazo a la gente de a pie y privarla de productos y marcas que son emblemáticas y tradicionales en la mesa, los hábitos y la cultura del venezolano.
De hecho, no nos imaginamos a ningún dirigente de base del PSUV saliendo bien parado de una discusión en la que trate de explicarle a los panas del barrio cómo es que la nueva harina pan socialista no sabe igual y sólo venden un paquete por familia a la semana, y por qué es bueno que no haya más polarcita en la bodega de la esquina.
Por último, se equivoca estrepitosamente el Presidente al decirle a Lorenzo Mendoza que se recuerde de RCTV, "empresa que se creía indispensable y hoy día no está". En realidad, quien debe tener un recuerdo muy amargo de ese episodio es Chávez, ya que ese fue el punto de inflexión a partir del cual la mayoría del pueblo venezolano empezó a darle la espalda y la caída de su popularidad se hizo sostenida e indetenible.
Fue a partir de ese hecho que mucha gente empezó a abrir los ojos respecto a lo que está pasando en Venezuela. De allí nació el movimiento estudiantil democrático, se profundizaron las diferencias con Podemos que llevaron a su salida del oficialismo, creció la oposición al Proyecto de Reforma Constitucional hasta derrotarla en las urnas, se recuperaron 5 gobernaciones y se ganó la Alcaldía Metropolitana de Caracas y, en fin, se generó una nueva dinámica que le permite a la alternativa democrática plantarse hoy frente al gobierno con expectativas ciertas de triunfo.
Si este gobierno termina de expropiar la Polar, quienes aún dudan tendrán una buena razón para votar por las fuerzas democráticas el 26-S y castigar a una revolución cada vez más arbitraria, ineficiente y corrupta.
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