La fuerte devaluación de la moneda venezolana ha revelado una vez más la extrema incapacidad del gobierno y de los líderes del Partido de Estado (PSUV), de entender y contener la crisis política terminal que viven. No entienden que la forma diletante en que se realizó la devaluación y, aún más, el discurso simplón con que se lanzó, significan el fin de su credibilidad en el sector indeciso de las clases medias, que decidirá las elecciones parlamentarias de septiembre.
Ninguno de los “argumentos” esgrimidos por el equipo gubernamental resiste un análisis económico serio. La ligereza con que fueron confeccionados solo se explica por la, al parecer, inquebrantable fe (o inercia) del gabinete, de que una vez más la popularidad del Presidente y la invocación de los diablos clasistas serían suficientes para convencer a la grex (rebaño). Sin embargo, el discurso binario de ángeles y diablos convence cada día menos a las clases medias urbanas y éstas le dieron la espalda al Presidente, votando con los pies en beneficio de sus bolsillos.
“Cómplices de la especulación” tituló el diario gubernamental Correo del Orinoco las colas de venezolanos que este sábado se dedicaron “a comprar en forma desesperada electrodomésticos y otras mercaderías”. El Mandatario Nacional coincidió en su programa “Aló Presidente” con el título del diario, y calificó de perversa esta conducta consumidora que le hace el juego a los comerciantes especuladores: “Todo el sector comercial en Venezuela está signado por el capitalismo más salvaje, y el Gobierno junto al pueblo tenemos que ponerle coto a eso, con decisión, en el marco de la Constitución y las leyes”, acotó. (VTV/Aporrea).
Ante esa reacción, el Presidente instruyó a la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) a salir a la calle a combatir la especulación comercial; advirtió con que “el Gobierno Nacional podría incluso llegar a entregar estas empresas a los trabajadores para que las administren” y puso a disposición de los televidentes tres números telefónicos iniciales “en la lucha contra los especuladores, para que el pueblo tramite las denuncias sobre empresas o comercios que estén remarcando precios”.
Realizar una devaluación diletante dieciocho meses demasiado tarde; movilizar a la Fuerza Armada paracombatir a la “especulación comercial”; amenazar a la pequeña burguesía con la expropiación; calificar a los compradores que querían proteger sus bolsillos de una devaluación de la cual no son responsables, de una “conducta perversa”; poner tres teléfonos (sic) al servicio de la denuncia pública y acotar que “Yo digo que Venezuela cada día marchará con mayor fuerza y nosotros convertiremos a nuestro país en una verdadera potencia en este continente”, convierte, como es obvio, la política en telenovela y tragicomedia. Las consecuencias de esa tragicomedia son previsibles.
En un reciente artículo el think tankanglosajón-tejano-israelí Stratfor predijo que el PSUV no perderá las elecciones de fin de año debido al desolado estado de la oposición venezolana. Está equivocado. Al ritmo de autodestrucción que va el gobierno, hasta una ama de casa con cero comprensión política, como Violeta Chamorro en Nicaragua en 1990, financiada y guiada por el imperialismo gringo, podría ganar.
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