*JAIME TROBO (DIPUTADO DEL PARTIDO NACIONAL DEL URUGUAY) ESCRIBE: CAMINO A SUSPENDER LAS ELECCIONES EN VENEZUELA
Lunes 15 de septiembre de 2008
http://www.ultimasnoticias.com.uy/columnistas/trobo150908.html
Cuando las "computadoras de Reyes" comenzaron a hablar, la reacción de Chávez fue internacionalizar el problema y, azuzando a los gobernantes "petróleo-dependientes", actuó por boca de Ortega, de Morales y del propio "ofendido" por Colombia, el presidente Correa. Poco después, luego de protagonizar infinidad de desplantes y groserías con el gobierno de Zapatero, viajó a España, genuflexo como recordando que los socialistas europeos le proveyeron de material y armamento para su cruzada del Siglo XXI. A poco de volver les anunció que les expropiaría varias empresas. Mientras estas cosas ocurrían, dentro de fronteras se urdía el fraude electoral que le permitiera evitar una nueva derrota como la del referéndum constitucional de 2007. A cientos de candidatos, entre ellos varios destacados en las encuestas como firmes a triunfar en alcaldías de peso político que no son afines al gobierno, se les impidió postularse. El caso más notorio es el del prestigioso Leopoldo López, quien en una elección podría acceder al importante rango de alcalde mayor de Caracas. Pero la situación política venezolana es explosiva; los niveles de tensión que provoca la lógica confrontacional de Chávez ha generado una situación política contraindicada para un país democrático. Por si fuera poco, el ambiente exterior le ofrece un teatro para sus actuaciones que bien aprovecha para soterrar los graves problemas internos. Ha recorrido el orbe visitando y ofreciendo lealtades a dictadores, autócratas y elementos alineados a la inestabilidad internacional. Y en ese viaje enajenado ha querido volver a introducir a nuestra región en el escenario de conflictos ajenos a su realidad geopolítica, a cambios de protagonismo vulgares. Sus aportes y sugerencias a la concordia en Latinoamérica brillan por su ausencia. Es un fogonero de los líos, y parece tener "el campo orégano" por la tímida muestra de equilibrio que desde hace tiempo practica el gobierno de Brasil. Los brasileños que ensayan su nuevo rol de "global player", lo han dejado evolucionar hacia la condición de desestabilizador sin inmutarse. Mientras, en Venezuela las cosas van de mal en peor. Maquiavélicas progresiones buscan enemigos, atentados, persecuciones, conspiraciones extrañas promovidas por embajadores y cuánta noticia pueda enrarecer el ambiente. Al tiempo, para las elecciones proyectadas para noviembre la opinión pública tiende a apoyar candidatos de la oposición porque quiere una alternativa, harta de la confrontación y de renunciar a ejercer su calidad de ciudadanos ante la saturación que provoca que el Estado esté al servicio de un partido y un caudillo iluminado. O quizás porque quiere que Venezuela prolijamente se dedique a servirse con responsabilidad de la primavera económica que ofrece el mercado del petróleo.
Así, la suspensión de las elecciones es un planto apetitoso para Chávez. La comunidad latinoamericana tiene que seguir muy de cerca la evolución interna de la obra de teatro que protagoniza Chávez y especialmente lo debe hacer el Mercosur. Brasil, y especialmente Lula, a quien le agrada proclamar la imperiosa necesidad de ingreso pleno de Venezuela al acuerdo, deben cuidar muy bien que por su timidez no terminen introduciendo un "jugador peligroso" en un acuerdo cuya debilidad es notoria y en el cual la imprudencia no puede permitirse. Una cosa es Venezuela; otra cosa es la "Venezuela de Chávez".
Lunes 15 de septiembre de 2008
http://www.ultimasnoticias.com.uy/columnistas/trobo150908.html
Cuando las "computadoras de Reyes" comenzaron a hablar, la reacción de Chávez fue internacionalizar el problema y, azuzando a los gobernantes "petróleo-dependientes", actuó por boca de Ortega, de Morales y del propio "ofendido" por Colombia, el presidente Correa. Poco después, luego de protagonizar infinidad de desplantes y groserías con el gobierno de Zapatero, viajó a España, genuflexo como recordando que los socialistas europeos le proveyeron de material y armamento para su cruzada del Siglo XXI. A poco de volver les anunció que les expropiaría varias empresas. Mientras estas cosas ocurrían, dentro de fronteras se urdía el fraude electoral que le permitiera evitar una nueva derrota como la del referéndum constitucional de 2007. A cientos de candidatos, entre ellos varios destacados en las encuestas como firmes a triunfar en alcaldías de peso político que no son afines al gobierno, se les impidió postularse. El caso más notorio es el del prestigioso Leopoldo López, quien en una elección podría acceder al importante rango de alcalde mayor de Caracas. Pero la situación política venezolana es explosiva; los niveles de tensión que provoca la lógica confrontacional de Chávez ha generado una situación política contraindicada para un país democrático. Por si fuera poco, el ambiente exterior le ofrece un teatro para sus actuaciones que bien aprovecha para soterrar los graves problemas internos. Ha recorrido el orbe visitando y ofreciendo lealtades a dictadores, autócratas y elementos alineados a la inestabilidad internacional. Y en ese viaje enajenado ha querido volver a introducir a nuestra región en el escenario de conflictos ajenos a su realidad geopolítica, a cambios de protagonismo vulgares. Sus aportes y sugerencias a la concordia en Latinoamérica brillan por su ausencia. Es un fogonero de los líos, y parece tener "el campo orégano" por la tímida muestra de equilibrio que desde hace tiempo practica el gobierno de Brasil. Los brasileños que ensayan su nuevo rol de "global player", lo han dejado evolucionar hacia la condición de desestabilizador sin inmutarse. Mientras, en Venezuela las cosas van de mal en peor. Maquiavélicas progresiones buscan enemigos, atentados, persecuciones, conspiraciones extrañas promovidas por embajadores y cuánta noticia pueda enrarecer el ambiente. Al tiempo, para las elecciones proyectadas para noviembre la opinión pública tiende a apoyar candidatos de la oposición porque quiere una alternativa, harta de la confrontación y de renunciar a ejercer su calidad de ciudadanos ante la saturación que provoca que el Estado esté al servicio de un partido y un caudillo iluminado. O quizás porque quiere que Venezuela prolijamente se dedique a servirse con responsabilidad de la primavera económica que ofrece el mercado del petróleo.
Así, la suspensión de las elecciones es un planto apetitoso para Chávez. La comunidad latinoamericana tiene que seguir muy de cerca la evolución interna de la obra de teatro que protagoniza Chávez y especialmente lo debe hacer el Mercosur. Brasil, y especialmente Lula, a quien le agrada proclamar la imperiosa necesidad de ingreso pleno de Venezuela al acuerdo, deben cuidar muy bien que por su timidez no terminen introduciendo un "jugador peligroso" en un acuerdo cuya debilidad es notoria y en el cual la imprudencia no puede permitirse. Una cosa es Venezuela; otra cosa es la "Venezuela de Chávez".
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