* EL MUNDO.ES EDITORIAL: “CHAVEZ, ESE GRAN MANIPULADOR”
Domingo, enero 13,2008
El papel político jugado por Hugo Chávez en la liberación de Clara Rojas y Consuelo González, secuestradas por las FARC, sólo puede merecer el más absoluto repudio.
Si alguien tenía dudas de la calaña moral de este personaje, su actuación en este episodio demuestra que carece de los más elementales principios y que está dispuesto incluso a justificar el terrorismo si ello le beneficia.
Cualquier Gobierno u organización internacional tiene la obligación moral de hacer lo posible dentro de la legalidad para salvar vidas humanas o poner en libertad a rehenes. Pero esto no es lo que ha hecho Hugo Chávez, que ha intermediado en la liberación de estas dos mujeres para en un ejercicio de manipulación apuntarse un éxito político, humillar al Gobierno colombiano y ensalzar a las FARC.
El presidente venezolano afirmó anteayer en el Parlamento que las FARC y el ELN son «fuerzas insurgentes que tienen un proyecto político, que aquí es respetado». Pidió a los Gobiernos de Latinoamérica y de Europa que dejen de considerar a estas organizaciones como terroristas y acusó a EEUU de demonizar a la guerrilla colombiana.
Sus propuestas no han encontrado ni el más mínimo apoyo, ya que ayer numerosos Gobiernos latinoamericanos y la propia UE se negaron a modificar su opinión sobre las FARC y el ELN, dos organizaciones que asesinan, secuestran, extorsionan y se financian con el tráfico de drogas.
Lógicamente, la reaccion más dura vino del Gobierno de Colombia, que, con razón, considera que Chávez está intentando desestabilizarlo. No en vano las FARC y el ELN han provocado las muertes de varios miles de inocentes durante la última década y mantienen 700 rehenes por cuya libertad exigen cuantiosas sumas económicas.
Que Chávez apoye a estas bandas mafiosas retrata cual es el proyecto político que defiende: una dictadura de izquierdas, sin libertad de expresión ni respeto a los derechos humanos y con él como presidente vitalicio.
Los venezolanos, como dejaron patente en la reciente consulta, se han dado cuenta y le han retirado al menos parcialmente su apoyo. La comunidad internacional debería aislar a este autócrata y respaldar a la oposición democrática que intenta sobrevivir a sus zarpazos.
Domingo, enero 13,2008
El papel político jugado por Hugo Chávez en la liberación de Clara Rojas y Consuelo González, secuestradas por las FARC, sólo puede merecer el más absoluto repudio.
Si alguien tenía dudas de la calaña moral de este personaje, su actuación en este episodio demuestra que carece de los más elementales principios y que está dispuesto incluso a justificar el terrorismo si ello le beneficia.
Cualquier Gobierno u organización internacional tiene la obligación moral de hacer lo posible dentro de la legalidad para salvar vidas humanas o poner en libertad a rehenes. Pero esto no es lo que ha hecho Hugo Chávez, que ha intermediado en la liberación de estas dos mujeres para en un ejercicio de manipulación apuntarse un éxito político, humillar al Gobierno colombiano y ensalzar a las FARC.
El presidente venezolano afirmó anteayer en el Parlamento que las FARC y el ELN son «fuerzas insurgentes que tienen un proyecto político, que aquí es respetado». Pidió a los Gobiernos de Latinoamérica y de Europa que dejen de considerar a estas organizaciones como terroristas y acusó a EEUU de demonizar a la guerrilla colombiana.
Sus propuestas no han encontrado ni el más mínimo apoyo, ya que ayer numerosos Gobiernos latinoamericanos y la propia UE se negaron a modificar su opinión sobre las FARC y el ELN, dos organizaciones que asesinan, secuestran, extorsionan y se financian con el tráfico de drogas.
Lógicamente, la reaccion más dura vino del Gobierno de Colombia, que, con razón, considera que Chávez está intentando desestabilizarlo. No en vano las FARC y el ELN han provocado las muertes de varios miles de inocentes durante la última década y mantienen 700 rehenes por cuya libertad exigen cuantiosas sumas económicas.
Que Chávez apoye a estas bandas mafiosas retrata cual es el proyecto político que defiende: una dictadura de izquierdas, sin libertad de expresión ni respeto a los derechos humanos y con él como presidente vitalicio.
Los venezolanos, como dejaron patente en la reciente consulta, se han dado cuenta y le han retirado al menos parcialmente su apoyo. La comunidad internacional debería aislar a este autócrata y respaldar a la oposición democrática que intenta sobrevivir a sus zarpazos.
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