Francisco Alarcón
*SE PRENDIÓ “LA CANDELA”
*SE PRENDIÓ “LA CANDELA”
DIARIO 2001
Era difícil para los venezolanos diferir sus sentimientos contra un régimen totalitario y “bonapartista”. Venezuela permanecía adormecida y en el limbo, pero ya no lo está; esa fuerza poderosa y de sensibilidad extrema llamada el movimiento estudiantil despertó, para defender la dignidad de este pueblo.
Libertad, democracia y reconciliación, clamamos los venezolanos, destierro del odio sembrado por el ciudadano Chávez y su claque cada vez menor. La calle es el escenario para llevar a cabo los planteamientos en un país donde no hay instituciones libres, no quedando otro sitio para rechazarlo, para ser oídos. A esto condujo el régimen a los venezolanos después de haber secuestrado todas sus instituciones, y de haber constituido los supuestos “poderes populares” que de nada sirvieron. Pura demagogia, tratando de hacer ver que las libertades estaban a la orden del día para los ciudadanos; hoy, advertimos como la violencia sustituye al dialogo, pues éste no existe. No hay ente público exento de la presión popular, mientras las policías se dedican a reprimir las manifestaciones, entretanto el hampa mata y roba a los ciudadanos decentes.
Aquí se invirtió todo, desde el mismo momento en que Chávez se burló del pueblo, colocando en los cargos públicos a individuos sin correspondencias ni currículo, improvisando una administración de justicia y ministros que lo terminaron de llevar al abismo. Fue su venganza abriendo paso a sus resentimientos, fue su “lucha de clases”, la represalia con sus despropósitos que, quizás datan desde el mismo momento de su existencia. Venezuela cambió totalmente borrándose los vestigios de sensatez, demoliendo cuanto ente funcionaba, persiguiendo implacablemente a la personas honorables, incentivando el odio entre los venezolanos, atentando contra la inteligencia, vulnerando la autonomía de las universidades. Presiones que fueron inaguantables y que llevaron a la gente a comprender de la falsa de revolución, de los cambios para peor. Los repartos de dinero alimentaron la jauría corrupta, y los mercenarios se convirtieron en los autócratas del poder. La disidencia escaldada, silenciada durante casi 10 años, ve una luz en la juventud exigiendo sus derechos pisoteados y ahora al filo de prolongarse con un presidente indefinido. Se corre el telón para poner al descubierto todas las miserias de este régimen, iniciado por sus propios creadores con el abandono de Chávez en su falaz aventura. La disidencia se nutre del oficialismo, que no está dispuesto a seguir tolerando más desmanes y corrupción, que desean regresar a una vida normal y sin alteraciones constantes, que aspiran la reconciliación entre los venezolanos. Serán muchos a quienes veremos retomando la senda de la libertad, deslastrándose de una dictadura que en cualquier momento pudiera caer en desgracia y ser ellos sus cómplices. Chávez seguirá preconizando su violencia y propiciando las pugnas; lo hace desde sus comienzos y es la manera de destruir y autodestruirse, notando ahora como los apoyos se le disipan. Las arcas de la república a pesar de ser copiosas, no le alcanzan para tapar los huecos del desabastecimiento, los daños estructurales a la economía no encuentran substitutos con las importaciones. Todo es importado hasta la inflación, estamos al borde del colapso, no producimos nada, se malgasta la renta petrolera y llegará el tiempo en que ella tampoco alcance para seguir financiando una revolución ruin, regalando el dinero en el exterior, o comprando cachivaches como armamentos de “ultima tecnología”. En algún instante tendrán que rendirle cuentas al país de todos los latrocinios, de los muertos y desaparecidos, de los presos sin juicios.
El movimiento estudiantil está en la calle y difícilmente la abandonará. La historia registra estos precedentes como letales para los regímenes totalitarios. Son los estudiantes quienes fungen de vanguardia de la sociedad civil, siempre y cuando se mantengan con sus planteamientos originales y no sacrifiquen principios por una militancia política.
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