La reforma constitucional en la economía [Tercera y última parte]
Por Rodolfo Dasilva
rdasilva2005@gmail.com
En esta serie de artículos que tratan de la vinculación de la propuesta reformatoria con la Economía, hemos tratado el 112 [sobre las regulaciones de la actividad económica] y el 115 [sobre la propiedad privada y las expropiaciones]. Hay dos artículos más en el área económica que pretenden modificar. Ambos de importancia capital para la salud monetaria del país. Éstos son el 318 y el 321.
En la exposición de motivos de la propuesta totalitaria a la constitución, se deja sin lugar a dudas las intenciones con las reservas internacionales. Para el 318 se plasmó la frase “eliminemos todo vestigio de autonomía del Banco Central de Venezuela.” No es que tenga mucha en la actualidad, pero se formalizará el maritaje de la política fiscal [gasto del gobierno] con la política monetaria [control del circulante, de las tasas de interés].
La modificación del 318 se complementa con el cambio del 321 que trata de las reservas “excedentarias”. El gobierno, en la cabeza del comandante economista, decidirá el monto adecuado de reservas internacionales que tendrá el país y su moneda “fuerte”. También decidirá qué hacer con dichas reservas, que nadie duda se siga gastando como hasta ahora.
Con una presunta aprobación de esta reforma constitucional, tendríamos un gobierno que no tendrá límites en la emisión de dinero. Si en la actualidad tenemos una liquidez monetaria producto de un gasto fiscal desmesurado y demagógico [por cierto, causante de la inflación más alta de América y una de las mayores del mundo], cómo sería el dinero en la calle sin ningún control monetario?.
Entre las funciones del BCV está el resguardo del valor del signo monetario, cosa que no ha hecho bien ya que el cambio del dólar fijado por el mercado, pasa de los 7 mil bolívares. Estando formalmente el BCV en manos del comandante economista, no se podrá impedir la emisión de dinero indiscriminadamente y menos aún, conocer el “cuánto”. Además las estadísticas e información pasarían obligatoriamente por un tamiz rojo rojito, antes de ser conocidas por el público. Si es que la publican. Recordemos que una de las características de los gobiernos dictatoriales es la restricción informativa.
Con una presunta aprobación del cambalache constitucional propuesto por el comandante economista, los venezolanos tendríamos entonces una situación, realmente económicamente fatal.
Por una parte, una gran cantidad de dinero circulando en la economía, o sea, tratando de comparar productos que escasearán cada vez más. No hay que ser economista para saber que esto presiona los precios al alza. Un ejemplo de ello lo vemos con el precio de la leche, que cuando se consigue, se pretende vender a precios astronómicos. Por otra parte, con unas reservas en disminución [¿quién lo duda?] el “bolívar fuerte” no tendría respaldo para que realmente sea “fuerte”.
Con estos dos elementos se tendría una situación verdaderamente caótica con una moneda con un poder de compra que se vendría a pique. Las compras internas serían más costosas y las importaciones, más aún. El corolario: un desabastecimiento masivo con una inflación galopante. Estimado lector, no crea que esto es pesimismo, es simple y llano realismo de las leyes económicas.
¿No será suficiente razón para ir a votar NO?//
Por Rodolfo Dasilva
rdasilva2005@gmail.com
En esta serie de artículos que tratan de la vinculación de la propuesta reformatoria con la Economía, hemos tratado el 112 [sobre las regulaciones de la actividad económica] y el 115 [sobre la propiedad privada y las expropiaciones]. Hay dos artículos más en el área económica que pretenden modificar. Ambos de importancia capital para la salud monetaria del país. Éstos son el 318 y el 321.
En la exposición de motivos de la propuesta totalitaria a la constitución, se deja sin lugar a dudas las intenciones con las reservas internacionales. Para el 318 se plasmó la frase “eliminemos todo vestigio de autonomía del Banco Central de Venezuela.” No es que tenga mucha en la actualidad, pero se formalizará el maritaje de la política fiscal [gasto del gobierno] con la política monetaria [control del circulante, de las tasas de interés].
La modificación del 318 se complementa con el cambio del 321 que trata de las reservas “excedentarias”. El gobierno, en la cabeza del comandante economista, decidirá el monto adecuado de reservas internacionales que tendrá el país y su moneda “fuerte”. También decidirá qué hacer con dichas reservas, que nadie duda se siga gastando como hasta ahora.
Con una presunta aprobación de esta reforma constitucional, tendríamos un gobierno que no tendrá límites en la emisión de dinero. Si en la actualidad tenemos una liquidez monetaria producto de un gasto fiscal desmesurado y demagógico [por cierto, causante de la inflación más alta de América y una de las mayores del mundo], cómo sería el dinero en la calle sin ningún control monetario?.
Entre las funciones del BCV está el resguardo del valor del signo monetario, cosa que no ha hecho bien ya que el cambio del dólar fijado por el mercado, pasa de los 7 mil bolívares. Estando formalmente el BCV en manos del comandante economista, no se podrá impedir la emisión de dinero indiscriminadamente y menos aún, conocer el “cuánto”. Además las estadísticas e información pasarían obligatoriamente por un tamiz rojo rojito, antes de ser conocidas por el público. Si es que la publican. Recordemos que una de las características de los gobiernos dictatoriales es la restricción informativa.
Con una presunta aprobación del cambalache constitucional propuesto por el comandante economista, los venezolanos tendríamos entonces una situación, realmente económicamente fatal.
Por una parte, una gran cantidad de dinero circulando en la economía, o sea, tratando de comparar productos que escasearán cada vez más. No hay que ser economista para saber que esto presiona los precios al alza. Un ejemplo de ello lo vemos con el precio de la leche, que cuando se consigue, se pretende vender a precios astronómicos. Por otra parte, con unas reservas en disminución [¿quién lo duda?] el “bolívar fuerte” no tendría respaldo para que realmente sea “fuerte”.
Con estos dos elementos se tendría una situación verdaderamente caótica con una moneda con un poder de compra que se vendría a pique. Las compras internas serían más costosas y las importaciones, más aún. El corolario: un desabastecimiento masivo con una inflación galopante. Estimado lector, no crea que esto es pesimismo, es simple y llano realismo de las leyes económicas.
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