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sábado, 13 de septiembre de 2014

ANGELICA MORA, LOS DOS 11 DE SEPTIEMBRE

Golpe de estado es el derrocamiento ilegal de un gobierno ...Ataque contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001

GOLPE EN CHILE
Para mí, escribir sobre el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile es doloroso. Sin embargo, no puedo dejar pasar la fecha sin aportar lo que sé, quizás en una tentativa de que se conozcan algunos pormenores no sabidos por la mayoría de la gente.
Nuevamente, como el acróbata, tengo que poner lo mejor de mí para contar la verdad y llegar al otro lado, sin haber caído en histrionismos ni dejarme llevar por la pasión de escribir sobre lo que no estoy completamente segura.
Como chilena me ha tocado ser testigo de una de las jornadas más extraordinarias de la era moderna de mi país, su lucha y su victoria contra el comunismo. Y esa lucha no puede narrarse sin mencionar a Augusto Pinochet.
La figura del General Pinochet es vista por la historia diseccionada en dos perfectas mitades: una que lo aclama como Salvador de Chile y la otra que lo presenta como un Dictador con las manos manchadas de sangre.
La verdad está en las dos partes.
Comenzar por el principio es difícil. Lo más aproximado a que se podría llegar es decir que Chile estaba en una terrible encrucijada política desde hacía meses.
Salvador Allende, el primer presidente marxista llegado al poder, hacía valer sus dogmas izquierdistas por encima de su concepto de proteger la Patria.
¡Cómo estaría de buena la situación para el comunismo en Chile que Fidel Castro, quien había viajado por unos días a la nación sureña, quedó tan complacido con lo que vió que en vez de una visita protocolar se quedó TRES MESES!
Y es que Allende era otro de los hijos de Fidel, en quien tenía puesta todas sus complacencias, como hoy lo es Hugo Chávez.
Los militares chilenos sabían que la izquierda preparaba un auto golpe para el 18 de septiembre, día en que las Fuerzas Armadas desfilan tradicionalmente en un área conocida entonces como Parque Cousiño, hoy Bernardo O'Higgins.
Las fuerzas armadas sólo se adelantaron en lo que llamaron "El Pronunciamiento", una figura elegante de llamar el Golpe.
Hubo persecución, arrestos y muertes de unas dos mil a tres mil personas, que en ningún momento se puede condonar.
Algunos analistas piensan que millones habrían muerto, si los designios forjados por la violenta ultra izquierda chilena se hubieran materializado.
A Augusto Pinochet, durante una comida en el Palacio de la Moneda, se le preguntó específicamente el por qué de los muertos.
Su lacónica respuesta fue: "Porque era una guerra. O ellos o nosotros".
Luego, y nadie le puede restar el mérito, Pinochet efectuó un plebiscito el 5 de octubre de 1988 -el cual muchos lo aconsejaron de no llevarlo a cabo- y respetó los resultados.
Y aquí tengo que revelar una confidencia que me contó mi colega y mentor chileno Rafael Kissteiner, quien era Jefe de Prensa del general Pinochet.
Me reveló Kissteiner que algunos funcionarios del gobierno, rodearon a Pinochet y le aconsejaron que, debido a lo escaso del margen a favor del NO, ignorara los resultados.
El general los miró y dando un golpe en su mesa gritó:
"NO, JAMAS, ESA ES LA VOLUNTAD DE PUEBLO Y HAY QUE RESPETARLA Y CUMPLIRLA".
Más tarde el Viejo General fue acusado de malversar caudales públicos. En buen chileno de "haber robado mientras estuvo en el poder".
Pero para mí y millones, este gesto del plebiscito --que ya muchos se quisieran para sus respectivos países gobernados por Dictadores-- hace pasar al General a la historia y Chile le debe el mérito de haber detenido el Comunismo y haber encauzado la nación hacia una era de prosperidad económica.
¿Qué habría pasado, si Pinochet hubiera ignorado los resultados del referendum, como se le pidió? Quizás se habría mantenido algunos años más en el poder o hubiera habido una revuelta. Nadie lo puede saber.
Lo que sí se sabe, es otra falacia que los izquierdistas trataron de colgar en los días de la muerte de Allende y que era que "lo habían asesinado".
El rumor cundió, hasta que llegó la órden desde La Habana que era incluso más impactante presentarlo como "suicidado", como un Valiente.
Que en realidad lo fue, al pedir que todas las mujeres y los que le rodeaban abandonaran la Moneda, para él quedarse solo.
El periodista, "El Perro Olivares", (se le llamaba así, no en insulto sino por su tenacidad en buscar la noticia), quien cubría la Moneda y quien estuvo durante el ataque al Palacio, ratificó más tarde los hechos.
Lo mismo la Secretaria de Prensa de Allende, Frida Modak -a quien conozco por haber sido colega mía en Radio Balmaceda en Santiago de Chile- y quien escribió:
“El presidente Allende ordenó que todos salieran desarmados, porque él sería el último en hacerlo. Cuando todos iban descendiendo hacia la puerta de Morandé 80, el compañero presidente se disparó en la cabeza con la metralleta que le había regalado el comandante Fidel Castro y que es con la que combatió durante todas esas horas".
Hay tanto que contar. Pero esto es lo que yo viví de primera mano. Quiero aclarar que no soy refugiada política que huyó de Allende. Salí con mi familia a Venezuela durante la administración del Presidente Eduardo Frei Montalva. Este Mandatario le preparó el camino expedito a Salvador Allende. Por algo pasó a la historia como el Kerensky chileno.
NOTA: El "Perro" Olivares, Augusto Olivares Becerra, murió durante el asalto del Palacio de la Moneda. Fue su hermano quien hizo más tarde las declaraciones del suicidio de Allende.
ATAQUE TORRES GEMELAS EEUU
La otra fecha dolorosa es el 11 de septiembre del 2001, día de terrorismo, dolor y luto en Estados Unidos, escrita con fuego en nuestras almas y que jamás podremos olvidar.
Dos 11 de septiembre que quedaron para siempre marcados en la Historia y que me impactaron personalmente.

Angelica Mora
angelicamorabeals@yahoo.com
@copihueblanco

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MARIO VARGAS LLOSA, LAS GUERRAS DEL FIN DEL MUNDO

Francis Fukuyama publicó en 1989 su famoso artículo sobre el fin de la historia y, en 1992, el libro en que amplió y argumentó su teoría, explicando que, con la desaparición de la Unión Soviética y del comunismo, la democracia no tendría ya en el futuro alternativas de peso e iría poco a poco integrando al mundo en una civilización global de paz y libertad.

¿Quién se atrevería un cuarto de siglo después a sostener una tesis tan optimista? Donde uno vuelva ahora los ojos, la historia está más viva que nunca, las contradicciones y rechazos violentos a la cultura democrática son el signo de la época y ganan terreno por doquier. 

La URSS y el comunismo han desaparecido para todos los efectos prácticos y los dos últimos Estados comunistas —Cuba y Corea del Norte— son dos antiguallas destinadas a extinguirse más pronto que tarde. Pero Rusia, bajo el liderazgo de Vladímir Putin y su cogollo de antiguos agentes del KGB, resucita como una potencia despótica que desafía a Occidente con éxito y va reconstituyendo su imperio ante un Estados Unidos y una Europa que, con el respaldo de su respectiva opinión pública, protestan y amenazan con sanciones pero no van a ir hoy a la guerra por Ucrania, ya medio devorada por el gigante ruso, ni mañana por los Estados bálticos que serán probablemente el próximo objetivo del nuevo imperialismo ruso.

La primavera árabe, que despertó tantas esperanzas en todo el mundo democrático, está muerta y enterrada. Sobrevive de milagro en Túnez,
pero desapareció en Egipto, donde las elecciones libres subieron al poder a unos Hermanos Musulmanes que comenzaron a instalar una teocracia excluyente y agresiva y han sido echados del Gobierno por una dictadura militar vesánica. En Libia, la dictadura paranoica de Gadafi se hizo trizas y su caudillo fue liquidado, pero el país vive ahora en una anarquía sangrienta en la que facciones religiosas y militares se desangran sistemáticamente y en la que, sin duda, terminarán prevaleciendo los fundamentalistas islámicos.

El caso más trágico, sin duda, es el de Irak. La intervención militar destruyó la tiranía sanguinaria de Sadam Husein pero, luego de un breve paréntesis en que pareció que un régimen de legalidad y libertad podía echar raíces, se declaró una guerra sectaria entre chiíes y suníes, y los terroristas de Al Qaeda y otras organizaciones islamistas extremas se hicieron presentes y han perpetrado verdaderas orgías de atrocidades, clima en el que un movimiento aún más cruel y fanatizado que Al Qaeda, el Estado Islámico, se ha apoderado de parte del país al igual que de Siria e instalado allí un nuevo califato, en el que imperan la sharía y demás formas extremas de la barbarie, como decapitar, crucificar y enterrar vivos a quienes se niegan a convertirse a la rama fundamentalista del islam y donde las mujeres son esclavizadas y, aún niñas, entregadas como concubinas a los militantes y futuros mártires.

En los últimos tiempos la causa de la libertad  ha estado perdiendo muchas batallas

El gran movimiento de liberación que se alzó en armas contra la dictadura de Bachar el Asad en Siria, y en la que, en un primer momento, dominaban las fuerzas democráticas y modernizadoras, fue traicionado por los países occidentales, que se bajaron los pantalones ante Putin, proveedor de armas de la dictadura, permitiendo de este modo que los principales protagonistas de la lucha contra El Asad fueran los fanáticos del Estado Islámico. 

Ahora, la situación en Siria ha llegado a una pantomima grotesca, en que, como la última alternativa es la peor, Estados Unidos y la Unión Europea consideran bombardear a los enemigos del tirano, ya que éste, aunque un asesino genocida de su propio pueblo, resulta un mal menor comparado al califato.

No menos trágica es la situación de Afganistán, donde los talibanes
parecen invencibles. Durante su campaña electoral, Obama criticó al
presidente Bush, afirmando que éste se había equivocado dando la
primera prioridad a Irak, cuando el verdadero peligro para el mundo
libre lo constituían los fanáticos talibanes. Y, al subir al poder,
aumentó el número de efectivos y de armas para combatirlos.

Unos años después, ante el fracaso de este esfuerzo, ha retirado las tropas, al igual que el resto de los países de la OTAN, de modo que allí queda sólo una pequeña dotación militar más bien simbólica y no es improbable que el régimen que prohibió a las mujeres estudiar, ejercer cualquier profesión, las encerró en el hogar como esclavas, restauró la sharía, destruyó el patrimonio cultural del país e instaló una dictadura oscurantista medieval, vuelva al poder más pronto que tarde.

Dentro de semejante barbarie, quién lo hubiera dicho, América Latina parece un ejemplo de civilización. No hay guerras, la mayor parte de los países tienen elecciones más o menos libres y en la mayoría de ellos se practica la convivencia en la diversidad. 

Pero sería imprudente echar a volar las campanas. La más larga dictadura de la historia del continente, Cuba, está allí todavía, en manos de dos momias que parecen aquejadas de inmortalidad, y, con la excepción del puñadito heroico pero poco efectivo de resistentes, en la isla da la impresión de que no se moviera ni una mosca.

Y en Venezuela, donde hace algunos meses la movilización de los estudiantes parecía haberle dado a la oposición una dinámica ganadora, Maduro y compañía parecen haber consolidado por ahora su poder mediante una represión feroz retrasando una vez más la hora de la liberación. El país está en ruinas, pese a la riqueza de su subsuelo, pero la pobreza, el racionamiento, la inflación y la corrupción no son suficientes, como demuestra la historia hasta el cansancio, para traerse abajo una dictadura.

Por el contrario, un pueblo sometido a la carestía, la escasez, al miedo y a la mera supervivencia suele volverse más propenso a la resignación y a la pasividad, lo que explica tal vez la longevidad de tantas dictaduras latinoamericanas y africanas.

La primavera árabe que despertó tanta esperanza en el mundo democrático está muerta y enterrada.

Esta visión a vuelo de pájaro del estado de la democracia en el mundo se enturbia todavía más si analizamos la profunda crisis que atraviesa la Unión Europea, el más ambicioso proyecto contemporáneo de la cultura de la libertad. 

La unidad europea ha traído ya enormes beneficios a los países del antiguo continente, entre otros hacerlos vivir el más largo periodo de paz y convivencia de su historia. 

Pero, en los últimos años, sobre todo a raíz de la crisis económica y financiera, el cuestionamiento de Europa en su propio seno ha crecido con el retorno de los nacionalismos y de fuerzas de extrema izquierda y de extrema derecha que rechazan la Unión, quisieran acabar con el
euro y regresar a las viejas nacionalidades.

De hecho, la primera fuerza política es hoy, en Francia, el Front National, un partido neofascista que quiere liquidar la moneda única y la integración de Europa. Todas las encuestas dicen que en Reino Unido una mayoría de ciudadanos quiere salirse de la Unión y que el referéndum que, al respecto, ha prometido convocar el Gobierno, lo perderían los europeístas. Sin Reino Unido, Europa nacería baldada.

¿Qué concluir de esta deprimente visión panorámica de la eterna pugna entre la civilización y la barbarie? ¿Que esta última avanza incontenible y terminará por aplastar pronto a aquella?

Eso sería tan falso como sostener, ahora, la tesis que lanzó hace un cuarto de siglo Francis Fukuyama sobre la irreversible victoria de la democracia. 

La pugna sigue en pie, con fluctuantes alternativas, y sólo en un sentido —aunque importantísimo— se puede decir que la democracia gana puntos.

A diferencia del comunismo, un mito capaz de seducir a mucha gente con su sueño igualitarista, el fundamentalismo religioso islámico, hoy el principal adversario de la civilización, sólo puede convencer a los ya convencidos, pues sus ideas y paradigmas son tan primitivos y cavernarios que se condena a sí mismo a ser derrotado tarde o temprano por agentes exteriores o por descomposición interna. Esa guerra nunca nadie la ganará de manera definitiva; se ganarán y se perderán batallas, y, eso sí, lo realista sería reconocer que, en los últimos tiempos, la causa de la libertad las ha estado perdiendo muchas más veces que ganando.

Mario Vargas Llosa
vargas_llosa@gmail.com
@vargas_llosa

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ALBERTO RODRIGUEZ BARRERA, EN SUS 73 AÑOS, AD: HIJA LEGITIMA DEL PDN

El estudio del PDN implica penetrar en los orígenes del sistema democrático que hoy ha perdido legitimidad. Ahí están los inicios del modo de organizarse de los partidos y de relacionarse los militantes con los dirigentes. Más aún, encontramos las raíces de muchos de los elementos de la “cultura política” actual de los venezolanos. 

Su profundización permitiría  rescatar las dimensiones humanas que la constituyeron, como la íntima vinculación entre ética y política. También permitiría volver al cauce de la democracia como talante y camino para encontrar el modo de reconstruir la trama de relaciones de la sociedad civil, servida de un Estado socialmente productivo. Bebiendo de ese pozo, tendría mucho que predecir si su comprensión del proceso la lleva a señalar los caminos posibles, con sus virtudes y defectos. Podría, también, indicar el camino probable si los cursos de acción existentes se mantienen o se desvían en una dirección u otra. Toca en este momento histórico no eludir nuestras responsabilidades frente al descalabro trasnochado con que el chavismo destroza el presente.

     La vida del Partido Democrático Nacional entre el 14 de febrero de 1937 y el 21 de julio de 1941 implica avanzar en el conocimiento sistemático del proceso político venezolano del siglo 20. Sabemos que la vida real, personal y social normalmente desborda los esquemas teóricos y sistemáticos. Ese es el caso del PDN y de las personas que lo encarnan. Su vida tiene raíces y tradición, historia personal y grupal, antes de 1937 y, a su vez, es semilla que germina en otros árboles y frutos después de 1941.

     El legado inmediato es Acción Democrática. El PDN desaparece para que aparezca Acción Democrática. La continuidad entre uno y otro fue subrayada por mucho tiempo dentro de AD, publicando como Tesis y Programa del partido, la aprobada en la Conferencia Nacional del PDN de septiembre de 1939. Acción Democrática siguió utilizando el “Por una Venezuela libre y de los venezolanos”, así como el apellido “El Partido del Pueblo”, declarándose hija legítima del PDN.

     Más aún, Acción Democrática actuando legalmente llevó a cabo lo que fue imposible al PDN. Se extendió por todo el país, generó una inmensa organización campesina, revitalizó la vida sindical, reclutó militantes en todos los sectores sociales y multiplicó su presencia en la vida nacional. La gran aspiración de tener medios de prensa propios, para difundir el proyecto y las consignas del Partido del Pueblo, se realizó a través de El País y del semanario Acción Democrática, bajo la dirección de Valmore Rodríguez. La práctica heredada del talante pedenista, al darse cuenta de que era imposible la aprobación del sufragio universal para las elecciones de 1945, lleva a que la dirigencia de AD entable negociaciones con el Presidente Medina de manera de asegurar un sucesor que, al igual que en 1941, significara la posibilidad de seguir ampliando los márgenes de la democracia. La negociación tuvo éxito y se acordó el apoyo a Diógenes Escalante como candidato a la Presidencia, con el compromiso de que las próximas elecciones se harían mediante el voto popular. La enfermedad que elimina la posibilidad de que Escalante fuese elegido Presidente rompe el equilibrio político que se había logrado y se desemboca en la Revolución de Octubre.

     La decisión de participar en el golpe del 18 de octubre significa un cambio importante en el modo de concebir la política y la estrategia de transformación de las estructuras sociales venezolanas que se inaugura con el PDN. Significa una separación entre el fin y los medios. Entre la voluntad de conquistar el poder, razón de ser tanto del PDN como de AD, y el modo primero de obtenerlo y luego de ejercerlo. La vía de la fuerza estaba aparentemente descartada en el horizonte pedenista y acciondemocratista hasta la coyuntura en la que Escalante desaparece como posibilidad de transición negociada.

     La indagación en fuentes primarias, existentes y sin estudiar, como el archivo de Rómulo Betancourt y otras, posiblemente arroje nuevas luces sobre estos hechos y permita responder las interrogantes que nos hacemos. Lo mismo puede decirse de la evaluación del gobierno de la Junta Revolucionaria, presidida por Rómulo Betancourt entre octubre de 1945 y febrero de 1948. Este gobierno nace del golpe contra Medina con participación de un sector de jóvenes oficiales de las Fuerzas Armadas Nacionales, que se sienten también portadores de un proyecto de modernización para Venezuela y capaces de dirigirlo desde el poder.

     Sin embargo, es Acción Democrática la que domina el gobierno con la intención de iniciar la realización acelerada de su proyecto. Los resonantes triunfos electorales del Partido del Pueblo en las elecciones de 1946 (Asamblea Constituyente) y 1947 (Presidente de la República) borran  definitivamente el traspiés golpista para llegar al poder. A fin de cuentas, el pueblo ratificó con su entusiasta participación electoral y con la enorme mayoría de votos, lo que se afirmaba desde tiempos del PDN, que si se dejaba votar a la población el gobierno del Estado estaría en manos del Partido del Pueblo.

     Los socios militares del 18 de octubre no pensaron así. Aplicaron el mismo método el 24 de noviembre de 1948, esta vez sin aliados políticos y contra Rómulo Gallegos, primer presidente elegido por el voto popular en la historia republicana de Venezuela, pero responsabilizando a AD y su modo de hacer política y ejercer el poder. De esa historia, sonsacaremos también muchas raíces, ya que queda mucha tela por cortar.

     Y no sólo de historia, también de presente. El estudio del PDN implica penetrar en los orígenes del sistema democrático que hoy ha perdido legitimidad. Ahí están los inicios del modo de organizarse de los partidos y de relacionarse los militantes con los dirigentes. Más aún, encontramos las raíces de muchos de los elementos de la “cultura política” actual de los venezolanos. Su profundización permitiría  rescatar las dimensiones humanas que la constituyeron, como la íntima vinculación entre ética y política. También permitiría volver al cauce de la democracia como talante y camino para encontrar el modo de reconstruir la trama de relaciones de la sociedad civil, servida de un Estado socialmente productivo. Bebiendo de ese pozo, tendría mucho que predecir si su comprensión del proceso la lleva a señalar los caminos posibles, con sus virtudes y defectos. Podría, también, indicar el camino probable si los cursos de acción existentes se mantienen o se desvían en una dirección u otra. Toca en este momento histórico no eludir nuestras responsabilidades frente al descalabro trasnochado con que el chavismo destroza el presente.

     El surgimiento del PDN, el Partido del Pueblo, fue un proceso complejo que tuvo la valentía de provocar deslindes ideológicos y políticos para así formular una doctrina y un programa, partiendo de un amplio diagnóstico de la realidad venezolana y ofreciendo una idea precisa de la transformación de Venezuela. Todo se hizo con eficacia desde la vida clandestina. La comprensión del siglo XX venezolano comienza por la gestación del Partido Democrático Nacional. Sólo indagando en las raíces del proceso es posible comprender la actual situación del país, condición necesaria para diseñar el futuro y encontrar el camino para hacer realidad ese diseño.

     Lo que hemos resumido hasta el momento no son escenarios estáticos ni artificiales dibujados a la medida. Es la historia confirmada y aún por ahondar de la "biografía" del PDN, donde se presentan los pedenistas ante una situación internacional con dos polos de atención: el New Deal norteamericano y la avasallante presencia del nazismo y el fascismo. El pedenismo entiende, además,  la complejidad incrementada con la muerte de Gómez y la situación medioeval en que dejó al país. Diversos movimientos de izquierda latinoamericanos han vuelto sus miradas a las propias raíces culturales y han descubierto la potencialidad de las fuerzas nacionales y populares para marchar hacia la democracia, que era como una teoría impalpable, no existente.

     El desarrollo económico, social y político era una necesidad perentoria; se requería la creación de un sistema de relaciones interamericanas que impidiera el excesivo beneficio de los capitales privados extranjeros a expensas del estancamiento del pueblo. La vida del PDN empieza confrontando al gobierno de López Contreras, quien el 13 de marzo de 1937 firma el decreto que expulsa del país a los 47 dirigentes principales de la oposición de izquierda, con el objetivo de limitar las posibilidades de la corriente pedenista. La clandestinidad se convierte en la escuela de organización política para el Partido del Pueblo. Desde allí se peleó para abrir espacios cada vez mayores a la democracia y constituirse en alternativa de poder. 

     López Contreras es el "líder" de un Ejército sin cuyo apoyo el gobierno carece de fundamento. Conviven ahí militares tradicionales del gomecismo y jóvenes comprometidos con la modernización de la institución. López tiene clara conciencia del poder de los altos oficiales tradicionales, como se demostró al designar al General Medina Angarita como candidato por encima de la proposición de un civil. En su gobierno alternan figuras conservadoras de tradición gomera con personas progresistas (Alberto Adriani, Héctor Cuenca, José Rafael Pocaterra, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, entre otros). El PDN percibe esa variedad y define su política hacia el gobierno en el sentido de ahondar las diferencias entre el ala conservadora o reaccionaria y el ala progresista, de manera tal que el Presidente se sienta inclinado a ensanchar los espacios democráticos para mantener un amplio apoyo social hacia su gobierno.

     La situación mundial es un ingrediente que ayuda a esta flexibilización política del PDN dentro de Venezuela. Las consecuencias en los planos económicos y políticos de la guerra europea empujan al gobierno a buscar una mayor unidad nacional. La dirección pedenista decide aceptar una "política de convivencia" con el gobierno y contribuir en torno a medidas de emergencia económica que alivien un mayor desmejoramiento de las condiciones de vida para la mayoría de los venezolanos. La vocación política con que nace el PDN lo hace, además, tener claro desde el comienzo que la clandestinidad es una etapa pasajera y que alcanzar la legalización para actuar públicamente es una condición necesaria para constituir un movimiento social democrático y un partido popular capaz de conquistar y ejercer el gobierno del Estado. Más aún, desde la misma clandestinidad logra seguir actuando públicamente a través de la prensa, las organizaciones legales en que militan pedenistas, las fracciones municipales y parlamentarias, aprovechando toda ocasión que se presente.

     La capacidad de percibir la complejidad de las situaciones y de actuar con flexibilidad política fue el fruto de un costoso proceso de aprendizaje personal y colectivo, como lo evidencian el diálogo entre dirigentes de peso como Rómulo Betancourt, Valmore Rodríguez, Raúl Leoni, Alejandro Oropeza Castillo y otros, quienes lucharon también por hacer entender y aceptar a sus propios militantes la "política de convivencia"; un paciente proceso cuyos frutos son notables. Así como se hizo todo lo posible para impedir que Medina Angarita accediera a la Presidencia, posterior e inmediatamente a su acceso se hizo todo lo posible para establecer relaciones con él y así no suspender el proceso de democratización. La legalización del Partido del Pueblo, ahora con el nombre de Acción Democrática, fue un fruto temprano de esta actitud.

     El proceso pedenista muestra el proceso humano de personas concretas en plena maduración política, con sus dudas, incertidumbres, alegrías y tristezas, en una trama histórica. El deslinde con los comunistas, en el terreno teórico, implicó romper con la perspectiva anterior y adquirir una nueva visión de la realidad; sentirse parte del pueblo venezolano y de su historia, y desde allí superar los compartimientos estancos aprendidos de otras experiencias. El pueblo venezolano no se limita a los proletarios, sino que está comprendido por una vasta diversidad, mestizaje que requería un instrumento político para representar esa diversidad sin más división que el deseo de transformar a Venezuela en un país moderno, independiente de toda tutela extranjera. El nacionalismo, asociado a los orígenes del país independiente, es un importante vínculo entre la identidad popular y el Partido del Pueblo. Cabe destacar que el deslinde estuvo signado por la consideración con el adversario, incluso cuando se establecen posiciones con extrema claridad y firmeza.

     De este conjunto de circunstancias, experiencias personales y colectivas nace el pedenismo como una manera de entender el proceso histórico venezolano, una doctrina y un programa para convertir a Venezuela en una sociedad moderna y democrática, y el PDN como el instrumento organizativo para obtener el poder y utilizarlo para hacer posible ese proceso.

     Fue una gestación progresiva cuya novedad consistió en su identidad doctrinal y programática y en el tipo de organización que conformó, una organización partidista que significó la profesionalización de la política, no como una lucha entre bandos, sino imponiendo la fuerza de vivirla como un debate de ideas, de alternativas programáticas, en el que triunfa quien mayor capacidad tenga de convencer al pueblo, es decir, a la diversidad de personas y sectores que conforman la nación venezolana. La intención no era sustituir el personalismo por una partidocracia ciega y sorda.

     De la misma manera, el PDN representa en el proceso histórico venezolano una novedad organizativa. La base del partido quiere ser representativa del pueblo venezolano. En ese sentido convoca a todos los sectores capaces de identificarse con su programa y su base teórica. Se incorporan a él aquellas personas dispuestas al compromiso cotidiano con las tareas necesarias para conquistar y ejercer el poder. Esas personas se integran a la organización a través de los "grupos de base"; sus representantes en el Congreso o Conferencia del Partido deciden las líneas a seguir y eligen a los organismos encargados de dirigir su realización. Los organismos dirigentes del partido se ubican a tantos niveles como sea necesaria su acción. Coordinados por un organismo central nacional (CEN), con sus diferentes secretarías nacionales, se establecen "comités ejecutivos" regionales, distritales, municipales, parroquiales, de zona y de sector, encargados de proponer y coordinar la acción del partido en cada nivel y mantener el flujo de comunicación entre la base y la dirección partidista.

     Someterse a la disciplina interna es una condición perteneciente al Partido Democrático Nacional. Sin disciplina no puede haber acción efectiva. Los militantes participan en el proceso de la toma de decisiones directamente en los grupos de base o por medio de sus representantes en los organismos intermedios o nacionales. Pero también se comprometen a realizar las "tareas" que se deduzcan de las decisiones tomadas. A diferencia de las organizaciones comunistas y de su "centralismo democrático", el PDN introduce los Tribunales Disciplinarios como organismos especializados para sancionar a quienes se desvíen de la disciplina partidista. Las condiciones de clandestinidad en las que se desarrolla la vida pedenista hacen que se extremen las exigencias disciplinarias, pues además de la efectividad de la acción política se juegan, día a día, la vida misma de los militantes, de los dirigentes y de la propia organización.

Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar

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PEDRO R GARCÍA, ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA RAÍZ DE LA CRISIS ECONÓMICA ACTUAL. PUNTO DE QUIEBRE

Ubicando algunas pistas…

Es oportuno el debate para traer algunos testimonios referentes a la situación económica del país al inicio del siglo pasado. 

Es importante destacar que hay una carta escrita el 24 de enero de 1900 por el doctor Carlos Bruzual Serra, natural de Cumaná, quién fuera uno de los exitosos abogados, considerado uno de los más hábiles litigantes y de sólida formación como legista de Caracas, quién fuera ministro de Obras Públicas, Fomento, y Hacienda y Crédito Público durante la presidencia del General Joaquín Crespo; precisamente,  ocupando este último cargo, y con el apoyo irrestricto de Jacinta Parejo, esposa de Crespo, en 1897, fue candidato presidencial en el partido liberal amarillo, donde, pese a lo que significaba ese respaldo de mucho peso, se terminará escogiendo a Ignacio Andrade. 

Este hecho lo llevará a ser ministro plenipotenciario de Venezuela en Francia y Alemania entre 1898-1900. Estando en París, en doctor Bruzual Serra dirigirá una carta a Cipriano Castro, en la que resalta la situación agrícola del país, la necesidad de diversificar la producción y desarrollar las pequeñas industrias, condiciones básicas para limitar la dependencia de los países industrializados, de las grandes potencias con su política imperialista, de manera similar a lo que hicieron posteriormente con respecto al petróleo, lucrándose con nuestros frutos de manera inmoderada, al tiempo que amenazaban con represalias si hubiésemos osado aumentar los precios de exportación. Como aún sucede en nuestros días, los venezolanos aún dependemos del exterior para nuestro consumo interno, tal como acontecía en 1900 con el café y en nuestros días con el petróleo. Una excelente referencia para juzgar a nuestros sucesivos gobiernos en cuanto a su eficiencia y eficacia para desterrar ese mal congénito que es la “Agricultura de Puertos” la cual disfruta de carta de ciudadanía por un larguísimo período que ha desembocado sin cambios en el  presente. En esa esquela señalaba Bruzual Serra lo siguiente:

… que el café representa hoy para nosotros la principal si no la única riqueza. Hemos tenido y tenemos, pues, todo nuestro bienestar cifrado en el precio de un solo fruto. Esto por sí sólo es un gran peligro que, desgraciadamente, hemos visto convertido en verdadera calamidad por más de una ocasión, cada vez que el fruto ha sufrido una notable baja. Es evidente que las crisis económicas no sucederían tan frecuentemente, si Venezuela contase con otros productos que viniesen a equilibrar las bajas del café. Nuestro café vale en Havre 55 francos el saco de 100 kilogramos, pero ese saco paga en Francia por derecho de importación 156 francos, esto es, tres veces lo que vale el café puesto en Havre. Y ese enorme impuesto viene rigiendo en Francia después de la guerra franco-alemana de 1870 hasta la fecha, sin que los países principales productores de café, como Brasil, Venezuela, Centro América y Colombia, se hayan puesto de acuerdo para llegar a un acuerdo razonable con la Francia, tendiente a modificar esa tarifa escandalosa. Así es la verdad, que nosotros compremos al extranjero mantequilla, queso, pescados conservados, jamón, frutas en su jugo, en fin, conservas, confituras de todo género, y lo que es más grave aún, hasta maíz y caraotas. Es decir: importamos el desayuno, el almuerzo y la comida, y enviamos por ello al extranjero una suma respetable en oro, oro que tanto necesita el país.

Castro está muy consciente que la descripción que le ha hecho Bruzual Serra es de capital importancia: ella impera como preocupación  en el estamento político y económico; la descripción es muy similar a la que sostuvo uno de los testigos presenciales de ese momento, Delfín Aguilera, quién  señaló en su testimonial lo siguiente:

La Venezuela agrícola de esta fecha no produce más que la de 1808, ni sus cultivadores saben más que los de aquella fecha, y en esto ven muchos el verdadero origen de nuestro atraso.

El texto que antecede  ofrece una visión de la situación agrícola del país y en su estado innegable. Para acometer seriamente una política para alcanzar el logro de satisfacer la necesidad de diversificar la producción y desarrollar las pequeñas industrias, condiciones básicas para limitar la dependencia de los países industrializados, era obligado contar con una clase productora, la de los grandes propietarios de la tierra, cuya expresión política era el Partido Liberal Amarillo, que representaba la disgregación feudal, acorde con la ideología y los intereses de la clase terrateniente venezolana, que había venido ejerciendo el poder desde 1864 en virtud del triunfo de la Guerra de la Federación hasta el advenimiento del Partido Liberal Restaurador de Cipriano Castro.

La población del país estaba estimada en aproximadamente un poco más de 2.300.000 habitantes, de los cuales 150.000 lo representaban los propietarios de la tierra, en su mayoría de medianos propietarios, es decir, los campesinos ricos, llamados hacendados, que no alcanzaban el rango de grandes señores de la tierra (verdaderos latifundistas) que sólo estaban representados por una ínfima minoría, entre los que estaban, Páez, Guzmán Blanco, Joaquín Crespo y buena parte de quienes como ellos lograron alcanzar esta posición utilizando el poder político para apropiarse de las tierras; y 2.150.000 los preteridos. De esta población total, 300.000 vivían en pueblos y ciudades, es decir, era la expresión de la población urbana y más de 2.000.000 vivían en el campo, dedicados a labores agrícolas y pecuarias.

Veamos cómo se nos mostraban esos hacendados en la Venezuela de este tiempo. Aguilera señala en primer término que ellos eran “la primera persona después de nadie”, ignorantes de la técnica agrícola y de administración de empresas, con una dieta barata acostumbrada que se había impuesto en la mesa de los venezolanos, bien en las haciendas o en las ciudades, constituida por un poco de carne, arroz blanco, caraotas negras, algunos tubérculos cocidos y como postre alguna fruta, aunque solían comer de manera abundante, la mala alimentación que se suministraban los propietarios de la tierra, irremisiblemente los conducía a la desnutrición, al punto de que Aguilera deja constancia que era proverbial “que cuando algún venezolano pudiente realizaba un viaje de salud a Europa, y allá se hacía reconocer por algún médico, éste le decía después del largo examen: “Usted lo que tiene es hambre: aliméntese mejor”. Sin duda alguna este no es el cuadro que puede caracterizar a un estrato social elevado y poderoso, sino expresión de las limitaciones propias de las clases rurales medianas que representaban a los campesinos ricos. Además, Aguilera reseña su calidad de vida mediante la siguiente expresión:

Aparte de esto, se dan casos de verse el hacendado pudiente en calzoncillos y guardacamisa o tocana, cuando no se permite el lujo de un liqui-lique arrastrando sus alpargatas en chancletas, mientras la señora, desgreñada y sucia, hurga el fogón, y los chiquillos sarnosos y hambrientos, moquean sobre el puchero. Pero esos detalles y algunos otros en nada influyen sobre el espíritu caballeresco y medieval de los hidalgos criollos, los cuales conservan el derecho de pernada sobre las doncellas del peonaje. Referir aventuras de esta laya es una de las más frecuentes y deliciosas manifestaciones que de un refinado gusto, cultura y moralidad suelen dar los explotadores de la gente campesina. En alguna hacienda de alta categoría podrá encontrarse un ejemplar de alguna mala novela galante, pero será muy difícil encontrar un ejemplar de un periódico como la América Científica.

El cuadro anterior nos da un diagnóstico aproximado de estos productores, además, agregará Aguilera que

Al hacendado no se le debe ninguna iniciativa para modificar el medio en que vive: ahogado e incapacitado por la ignorancia propia o por la ajena, o por ambas, y por la maligna indiferencia o desidia de cuantos se acogen a su sombra, está condenado a ver consumirse o desaparecer cuanto no atiende por sí mismo.

La otra clase social del campo, la clase campesina o trabajador agrícola, perteneciente al más bajo estrato de la estructura social venezolana, que conoceremos como el peón, un trabajador no calificado que laboraban la tierra en los grandes latifundios y en las faenas de producción del café y cacao, estaba sometida al aboletamiento y el sistema de pago con fichas, que la condenaba a trabajar enfeudado de por vida en la hacienda del señor, sometido bajo la doble condición de semi-siervos y semi-asalariados, de enfeudamiento, es descrita en el testimonio de Aguilera de la manera que sigue:

El Partido Liberal acabó con la esclavitud, según nosotros los liberales y con la libertad según otros.  Dejando esta cuestión a los partidos a cuyas querellas debemos la primacía de la espada, símbolo de las desdichas nacionales, sólo diremos por ahora que el peón venezolano está hoy en peores condiciones que cuando la esclavitud legal. El salario del peón rara vez pasa de dos bolívares diarios, que hacen quince pesos mensuales, suma que recibe generalmente en efectos cuyo valor lleva un recargo leonino; y tanto es esto así que para recomendar el valor de una hacienda no se dice cuánto de su cosecha, sino: la pulpería produce tanto. Toda querella entre él y su patrono se decide en contra suya. El peón se compra por medio de lo que se le fía, se le presta o se le adelanta con usura, y para el cumplimiento del pacto el que lo explota cuenta con las facilidades que le brinda el comisario en cuyo nombramiento influye. Hay hombres especiales para la caza de peones que pretenden eludir, con el cambio de domicilio o de avecindamiento, el pago de sus deudas.  (Volveremos sobre el tema).

Pedro R. Garcia M.
pgpgarcia5@gmail.com
@pgpgarcia5


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SAÚL GODOY GÓMEZ, LA CRISIS DE LA OPOSICIÓN,

Se veía venir, los nubarrones estaban sobre el horizonte y este es un buen momento para resolverla, a las crisis no hay que tenerles miedo, se enfrentan y ya, lo que resulte es lo que conviene, pero dejar correr la arruga, hacerse el loco no ayuda a nadie, al contrario aumentan las presiones, se agrian las relaciones y se acumulan disgustos que pueden explotar en el momento menos conveniente.

Tal como yo lo veo lo que enfrentamos es una división en el seno de la MUD, hay dos grupos enfrentados, los socialistas y los de la derecha, hay dos maneras de ver lo que acaece en el país, y dos maneras de actuar.

Están por un lado los partidos que yo llamo tradicionales, Ad y Copey y sus variantes, Primero Justicia, un Nuevo Tiempo, el MAS, Avanzada Progresista y otros partidos de marcada tendencia socialista, y entre sus dirigentes destacan Ramos Allup, Julio Borges, Enrique Capriles, Omar Barboza, Roberto Enriques y otros.

Y en la otra esquina, se encuentran las organizaciones políticas Vente Venezuela, Voluntad Popular, Alianza Un Bravo Pueblo, Proyecto Venezuela y otros partidos que se identifican no tanto ideológicamente, como por la actitud de este grupo para enfrentar al régimen. Entre sus líderes se encuentran María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Diego Arria, entre otros.

La diferencia fundamental entre estos dos bandos, es que los socialistas tradicionales creen que hay las condiciones institucionales y de ley necesarias para ir a una contienda electoral con posibilidades de triunfo, y los Chicos de la Derecha creen que  esta dictadura debe salir ya, puesto que el país está arruinado y en puertas de un estallido social.

Los socialistas no han caracterizado al régimen como dictadura, lo han reconocido como legitimo, a pesar de que las pasadas elecciones presidenciales sus resultados fueron cuestionados, creen en una salida pacífica y están dispuestos a negociar y a llegar a términos con el chavismo, este grupo cree que hay garantías constitucionales suficientes como para seguir insistiendo en soluciones democráticas, por lo que han sido adversos a las protestas y acciones de calle que algunos sectores sociales como los estudiantes, han planteado para demostrar su descontento con el gobierno.

Los de la derecha, algunos de sus líderes están presos o perseguidos, le han exigido la renuncia al Presidente a quien consideran ilegitimo, creen que no hay condiciones mínimas para llevar a cabo un proceso electoral medianamente pulcro, piensan que la constitución ha sido desconocida por los factores que gobiernan, que están sometidos al tutelaje de un gobierno extranjero y que no hay democracia en el país, son los que han acompañado al pueblo en sus protestas.

Los socialistas para honrar su posición han tenido que aceptar al gobierno comunista como un igual, es decir, como si fuera democrático, respetuoso del estado de derecho y garante de la constitución, para poder mantener esta posición han tenido que aceptar una serie de situaciones criminales y de actos de gobierno de facto como si fueran normales, se han callado criticas y mirado al otro lado cuando el gobierno a violado las normas fundamentales, sobre todo en lo referente a Derechos Humanos.

Los de la derecha han tenido que sufrir persecuciones, cárcel, torturas por su actitud combativa y su política de “cero tolerancia” hacia las violaciones flagrantes de la constitución, no se han callado la boca ante el avance del totalitarismo en el país, han marcado distancia y se han diferenciado del gobierno.

Los socialistas esconden su cobardía y colaboracionismo detrás del pacifismo a ultranza, constantemente arguyen que prefieren la paz del esclavo que la lucha del hombre libre, prefieren la inmovilidad y proteger sus pequeñas parcelas de supuesta paz (a pesar de la masacre generalizada de ciudadanos en la calle en manos de la violencia),  de su esperanza de que algún día algo o alguien cambiará las circunstancias del país.

Los de la derecha saben que se juegan la vida en esta cruzada por el rescate del país, dan batalla a todo nivel y en cualquier oportunidad, sea esta política, social o cultural, aun no pueden hacerlo militarmente porque carecen de los medios, pero en el futuro parece inevitable. Los de la derecha saben que tienen que cambiar el destino del país, nadie va hacer por ellos lo que es su deber acometer.

Los socialistas sabotean las iniciativas de la derecha, quieren embozalarlos con convenios y contratos que favorecen sus salidas electorales, niegan la pavorosa dinámica de los cambios que vive en país, niegan cualquier otra solución a la crisis sino la negociación con el enemigo en los términos más humillantes, niegan la posibilidad de que la MUD pueda contar, en algún momento, con un brazo armado tal y como lo tiene la izquierda chavista, emularlos y decir como ellos: “somos un capitalismo pacifico pero armado”.

Los socialistas, por afinidad ideología con el socialismo del siglo XXI, creen que pueden lograr condiciones de convivencia con el gobierno, pretenden sobrevivir en servidumbre bajo el ala del chavismo y con la posibilidad que los financien mientras se mantengan “light”, y hasta puede que les dejen ganar ciertos cargos en las elecciones, para así justificar ante el mundo, que en Venezuela existe una democracia y que ellos, los socialistas, son la opción pues todavía pueden jugar el juego electoral.

Pero vamos al análisis de lo fundamental, los partidos socialistas están esperando un financiamiento de organizaciones extranjeras, muchas de ellas a las que están afiliados como partidos políticos, estas ayudas son tradicionales y legales en buena parte del mundo y responde al interés de afianzar los procesos democráticos y fomentar el conocimiento y formación ciudadana. 
Pero el gobierno castro-comunista de Maduro ve estas ayudas como contrarias a sus intereses hegemónicos y totalitarios, por lo que ha hecho que este financiamiento algo ilegal, pero aun así estos recursos percolan y llegan, buena parte de estos dineros se usan para financiar las campañas electorales.

Para acezar a estos recursos, los partidos afiliados a las organizaciones internacionales, deben presentar un plan con sus estrategias, el plan que han presentado los partidos socialistas ha sido el tradicional, aumentar su base electoral, una movilización de sus factores a regiones y pueblos en el interior del país, tener presencia en los barrios, una campaña puerta por puerta, es una estrategia que requiere de mucho tiempo y paciencia, de contar con un ambiente estable y sin sobresaltos, es decir de una normalidad que en nuestro país no existe.

Esta estrategia fue impuesta en el seno de la Mesa de la Unidad en forma de un pacto, para garantizarse ellos ese financiamiento, razón por la cual son tan reacios a aceptar cualquier movimiento que perturbe las aguas del escenario expresado en su plan, por eso es que La Salida fue y es rechazada como lo hicieron, incluso denunciándola como perversa y fracasada, por ello es que le retiraron el apoyo a Leopoldo López y lo dejaron solo, al final todo era aparentemente por dinero, por proteger unos cargos, por su sobrevivencia política, que no es malo, lo malo es su falta de transparencia.

Ante estas insalvables diferencias, políticas y morales, creo que una división de la MUD es hasta saludable, pues entonces los partidos tradicionales o socialistas, se darían cuenta que no tienen seguidores o que los que tienen son tan pocos, que estarían condenados a su desaparición, sus políticas y acciones los han alejado del pueblo, han vivido de los réditos obtenidos de ser parte de la unidad, el caudal de votos que alegan tener los consiguieron gracias a las tarjetas únicas, pero una vez que se separen van a caer en cuenta de la realidad, están solos.

En cambio los partidos de la derecha crecen continuamente, están levantando simpatías en el pueblo porque la gente descubre que es gente preocupada por sus problemas cotidianos, que les dan oportunidad para que se expresen, que no van a los pueblos, a las industrias, a los campos a predicar formulas de laboratorio ni el credo de una organización política infalible, sino a congregarlos para que resistan y se preparen para lo que viene.

La gente se da cuenta que para tener sensibilidad social no necesariamente hay que ser un socialista o un comunista, que ser de derechas no excluye la responsabilidad social, que el odio que predican los castro-comunistas del PSUV en contra del capitalismo, es no solo malsano, sino lleno de mentiras, lo que quieren es que sólo el estado sea el capitalista, y le dejan al pueblo la miseria del comunismo, pero el capitalismo no funciona así, es necesario que todos seamos parte del sistema productivo, que todos nos beneficiemos, que todos progresemos, en paz, en un estado de derecho, con justicia y donde se respete la propiedad privada.

El péndulo de la historia se mueve indetenible hacia la derecha, los comunistas pusieron a Venezuela a pasar hambre y con hambre no se va a ningún lado, dejemos que los partidos socialistas, los tradicionales se vayan y se den cuenta de su error, y cuando caigan en consciencia que lo que tienen son cascarones vacios, entones van a querer regresar a la unidad. –

Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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GERMÁN CABRERA, UNA MOTO Y UNA PISTOLA

A veces me deprimo.

Gran vaina, dirán los lectores.

No es mi estado natural. La depresión, digo. Me considero un tipo echado palante. ¡Pero hay que echarle!

No digo para ser feliz, tan sólo para ser positivo.

Basta que salga de mi burbuja de flora y fauna y tope con la basura acumulada en las esquinas. Porque a la Alcaldía chavista no se le ocurre ni siquiera poner contenedores. Aunque fuese un par de contenedores, ya que nadie la recoge. Dicen que tienen un solo camión. Y utilizan los repuestos de las unidades dañadas. Porque se han robado todos los reales, o los usan en pendejadas proselitistas que en realidad no son pendejadas porque así se mantienen en el poder. Y la gente, anda paseando las bolsas en sus carros hasta que el azar les resuelva el problema, o las bota de noche, pecaminosamente, en la carretera. O le paga a un vecino para que se la lleve y a ver donde la lanza. Pa salir deso pues.
Ni que hablar de la planta de transferencia de Las Mayas, que ya no existe porque la basura rebasó el techo y la estructura quedó sepultada. No es chiste. Y las palas mecánicas hundidas en aquella pirámide hedionda, el Teotihuacán al Dios Revolución, y no logran desenterrarlas o desembasurarlas.
Y la vecina con su hijo muy enfermo recorre farmacias y no consigue la medicina. Y la otra tiene que parir por un litrito de aceite comestible, un lujo. Y yo debo pasar por el trago amargo de comprar cemento, un trámite oscuro cual tráfico de heroína. Y por la humillación de sólo puede llevarse tres jabones para baño señor. Tres. Y sólo un litro de leche nicaragüense. Uno. Y las empacaduras del motor no terminan de llegar de Colombia. Dos meses. Y me cuenta otro vecino que transporta muebles a Santa Elena de Guairén, que debe de cargar un fajo de billetes para repartir en las alcabalas de La Guardia. Guardia del Pueblo la llaman. Tienen tarifa para cada cosa. Y el gobierno repite y repite que es una guerra económica de la burguesía apátrida. Y muchos se lo creen. Y me consigo con una vieja amiga uruguaya, de nuestras épocas de Talibán, que me dice como sabrás yo soy chavista. Gran novedad contesto. Y soy de las que piensa que esto tiene que seguir adelante y los errores corregirlos sobre la marcha, agrega. Y después golpea sus manos para arriba y para abajo como quien se sacude la tiza. Listo. Tan segura ella de lo que están haciendo. Tan convencida revolucionaria. Cagando el país con tanta asertividad.
Y entonces llega un señor a instalarme un portón que protegerá mi burbuja y dice que se salió de las obras del Metro porque aquello era una matazón entre los sindicalistas. Pasaban motorizados por los portones donde los tipos negocian quien entra y quién no, con tarifa también, y disparaban a mansalva, al montón. Caiga quien caiga. 
Por los reales. Y que los muchachos que lograban entrar a trabajar, lo único que esperaban era cumplir los tres meses para irse y cobrar un billete. Un billete, repite. Y con eso salían corriendo a comprarse una moto y una pistola. Lo único que les interesa: una moto y una pistola.
El Hombre Nuevo Venezolano.
Pero no tomo pastillas.
German Cabrera
german_cabrera_t@yahoo.es
@germancabrerat

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RICHARD CASANOVA, DE FANATICOS, INCAUTOS Y FARSANTES

Este gobierno no es socialista y dista mucho de ser revolucionario. Tal condición es una impostura del régimen, la cual asumió ante la necesidad de una excusa ideológica para justificar su proyecto hegemónico de poder. 

Realmente pudo apropiarse de cualquier etiqueta, siempre que ella luciera conveniente.  En efecto, si ser de "derecha" hubiese sido una buena coartada, el gobierno la habría asumido sin pena y sin asco. 

Pero prefirió autodefinirse como "izquierda" pese a su marcado rasgo militarista y para propiciar la confrontación entre dos polos, procedió a calificar como "derecha" a toda expresión opositora. El tema viene a colación porque algunos creen que atacan al gobierno acusándole de "izquierda" o "socialista", lo cual viene a reforzar su estrategia de polarización y reafirmar la supuesta condición de "derecha"‎ del atacante.

El gobierno ha querido colocar el debate en el terreno político y quiénes creen que lo atacan acusándolo de "socialista" no hacen más que complacerlo, por una parte y por la otra, facilitarle apoyos internacionales y agredir a factores de izquierda democrática que forman parte de la oposición. Pensar que esos “ataques” pueden fortalecer una referencia política liberal, neoliberal o de derecha –aun siendo un objetivo legítimo- es un craso error pues el dilema realmente no es entre izquierda y derecha. ‎El centro del debate debe ser lo social, las condiciones de vida de las grandes mayorías, la calidad de los servicios, las garantías de salud, educación y vivienda para la población, la posibilidad de ejercer sus derechos y la certeza de un futuro mejor.

Hace tiempo que Cuba dejó de ser un socialismo para convertirse en una vulgar dictadura caribeña. Hasta el comunismo en China evolucionó, asumiendo una audaz postura en los satanizados mercados internacionales ‎y convirtiéndose -en lo económico- en un capitalismo salvaje, casi brutal.  En nuestro país, aunque quedan en el gobierno algunos trasnochados de izquierda que no se han enterado que el Muro de Berlín se cayó, el excesivo y muy evidente poder militar aleja a este régimen del modelo socialista democrático que existe en buena parte de Europa y que exhibe notables éxitos en países como Noruega o Finlandia. Para ilustrar la idea, vale preguntarse ¿en Venezuela quien representa a la izquierda? ¿Teodoro Petkoff o el Teniente Diosdado Cabello?  ¿Pompeyo Márquez y Américo Martín, o el Capitán Ameliach? 

En todo caso, si acaso quedaba algún incauto pensando que el régimen es de izquierda, debe estar en medio de un verdadero sacudón, viendo a ‎este "gobierno socialista" vendiendo a PDVSA, poniendo a CITGO en bandeja de plata a alguna transnacional gringa o china.   Y si esta traición a la patria no les parece suficiente, bastará ver cómo se ha perdido la Soberanía Nacional con esa invasión cubana en las altas esferas del poder, cómo la FAN está subordinada a fuerzas extranjeras, cómo prácticamente han entregado nuestro territorio al imperio británico que ocupa el esequibo o cómo se hacen los locos ante el conflicto fronterizo con Colombia y hasta le rinden pleitesía a la narcoguerrilla que azota a la hermana república.  En fin, hay que ser muy fanático para creer que esto es socialismo o tiene otra vocación distinta al poder y el dinero.

Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova

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FERNANDO FACCHIN B., PERDEMOS EL “ESTADO DE DERECHO”

Rómulo Betancourt, fue enemigo jurado del “militarismo”, sostuvo: “…en mí ideología de raíces civiles y en mí conciencia, el militarismo ha sido el peor de los males públicos de Venezuela, Venezuela no se aviene con la persistencia de los hombres de campamento y de cuartel en el manejo de la cosa pública…”

El militarismo consiste en una política de Estado en la cual se utiliza a conciencia una institución organizada y equipada para defender y proteger a la comunidad, apoyada en el control monopólico del poder letal de las armas y se le convierte en un instrumento ciego y sordo, dedicado a agredir a la ciudadanía, para proteger una y otra vez a los amos del poder económico y político de turno. 

Ahora bien, desde 1958 y hasta 1999, se impone en el país “el civilismo” y el “Estado de Derecho”, lo cual hemos perdido en manos de una caterva de aventureros que durante 16 años han destruido la nación y pasado del “Estado de Derecho” al “Estado de Dominación Social”, convirtiéndonos en un país de soldados y militares, para lo cual se pretenden hoy, inconstitucionalmente, establecer un grave y peligroso instrumento de dominación social mal llamado “Comunas”; para concluir con más miseria, cárcel y muerte. El régimen implanta su estrategia de dominación política, creando un ministerio con patrimonio particular y sin control alguno, comandado por uno de los hombres más radicales del régimen, donde imperará a su capricho; sin oposición política, sin medios de comunicación libres y sin sociedad civil articulada.

Con las comunas dejamos de ser un “Estado de Derecho” donde no habrá más poder que la autoridad del régimen y su capitoste ministro de comunas, Los derechos económicos, sociales y humanos contenidos en la constitución serán letra muerta, no habrá justicia, ni igualdad, ni libertad, mucho menos fraternidad.  Lo lamentable en el caso planteado es que  el régimen nos ha llevado a un estado de postración político/social donde pareciera que no tenemos ambiciones ni aspiraciones a futuro, por falta de líderes que depongan sus intereses particulares ante los intereses de la patria.

La ruta del régimen militarista es concentrar el debate público en la boca del presidente, ahogar la disidencia y, esto lo denuncio, busca penetrar las Universidades con nuevos dispositivos “legales”que le priven la autonomía y consolidarse en los medios de comunicación, están por salir al público dos publicaciones “EL Mazazo” órgano de la Asamblea Nacional y “El Diario del PSUV” órgano divulgativo del partido, ambos contarán con un léxico especial para hacerse entender. Con las principales instituciones estatales bajo el control central militarista, no es difícil para el oficialismo instrumentar su agenda política en todos los niveles de gobierno y   sociales.

En lo inmediato el régimen militarista de Miraflores dará un vuelco a la economía para establecer más controles y procurar mayor escases para aumentar su poder de dominación a la sociedad, la imposición de las “comunas”  y así crear una crisis de legitimidad de lo que ellos llaman “el poder burocrático de la derecha”, gobernadores y alcaldes de oposición.

Lo más lamentable de todo lo narrado es que los aspirantes políticos, en su mayoría colaboracionistas oficiales, están dedicados a preparar su nominación a una nueva Asamblea Nacional, aceptando gustosos el perverso sistema electoral impuesto por el régimen en el CNE, esta es una de las torpezas mayores de esos “gozosos” candidatos, sin importarle que todos los poderes hoy son apéndices del régimen militarista de Miraflores. Por tal razón, cada día somos menos “Estado de Derecho”.

En resumidas cuentas, se no está imponiendo un modelo de estado inexistente en el “Estado de Derecho” previsto en la CRBV, de esencia centralista y ordenación marxista, que se disfraza tras la utopía de un supuesto “poder popular” para justificar la acciones ilegales tendientes a suplantar a las Alcaldías y Gobernaciones en sus competencias, así los candidatos a la AN serán peones del ajedrez político comandado por el MIncomunas para el clientelismo político. Los consejos comunales no pasan de ser el instrumento necesario para acabar con la estructura del “Estado de Derecho”. En consecuencia: “Cada día perdemos más el “Estado de Derecho”.

Fernando Facchin Barreto
ffacchinb@gmail.com
@fernandofacchin

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