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sábado, 19 de julio de 2014

OCTAVIO LEPAGE, SITUACIONES QUE INQUIETAN, HOJA DE RUTA POLÍTICA (100)

“Esta Fuerza Armada es Chavista”. Proclamó un alto jefe militar.  Los militares en servicio activo tienen pleno derecho a participar en política, dictaminó el Tribunal Supremo de Justicia. 

Esto significa en la práctica que la Fuerza Armada se ha convertido en partido político.  Uno más  al lado de los tradicionales AD, COPEI, Bandera Roja; y de los nuevos partidos PSUV, Primero Justicia, Nuevo Tiempo, Voluntad Popular y Alianza al Bravo Pueblo.  Transformada en partido, la Fuerza Armada estará sometida a las contingencias y avatares de los partidos políticos: criticas, acusaciones, reclamos, retos, enfrentamientos internos (como los del PSUV en vísperas de su congreso), desgarramientos, divisiones (AD padeció tres divisiones).  Así es el cuadro político de Venezuela en la actualidad.

El período constitucional del Consejo Nacional Electoral (CNE) está vencido desde hace tiempo.  Es imperativo designar un nuevo CNE, esta vez respetando escrupulosamente lo dispuesto en la Constitución, artículo 269 “Él Consejo Nacional Electoral estará integrado por 5 personas no vinculadas a organización con fines políticos”.  Tómese nota.  No solo excluye a militantes políticos sino también a personas vinculadas a organizaciones políticas.  En el actual CNE  hay 4 rectoras chavistas, Tibisay Lucena, experta en acomodar resultados electorales, Socorro Hernández, quien fue ministra y presidenta de CANTV con Chávez, Sandra Oblitas y Tania D’Amelio, conocidas activistas del PSUV.  La oposición no puede aceptar una fórmula de integración del CNE diferente a la establecida en la Constitucion.  Un CNE, imparcial integrado por ciudadanos de conocida honorabilidad y respetabilidad es condición indispensable para un futuro de paz en Venezuela.

Más de una vez hemos mencionado aquí el Pacto de Punto Fijo, no por estimar aplicable una fórmula unitaria igual o parecida en la actualidad, sino para recalcar que sin unidad se dificulta el retorno a la democracia por la que hemos venido luchando y seguiremos luchando, un porcentaje cada día más elevado de venezolanos.  Siendo así, se recibe con alborozo el llamado de Antonio Ledezma a la MUD a una “encerrona” para reformular la agenda de la oposición democrática.  Obviamente ningún dirigente puede presentarse con posiciones inmodificables.  Lo deseable es que todos concurran a esa “encerrona” con la determinación de lograr entendimientos duraderos.

A niveles dirigentes de la oposición no faltan quienes propician que se deje tranquilo a Maduro, para que gobierne sin problemas hasta 2019, cuando ya Venezuela sería otra Cuba.  Esta “tesis” seguramente se incluirá en la agenda de la “encerrona” y por supuesto debe ser analizada con seriedad, no olvidando que si no se logra el retorno a corto plazo a la democracia, en Venezuela se implantará el modelo cubano al abrigo del cual Fidel y Raúl Castro han gobernado a Cuba durante 55 años.

Octavio Lepage
olepageb@gmail.com
@Octaviolepage

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martes, 25 de febrero de 2014

JOSE MARTINEZ, 27 DE FEBRERO DE 1989, EL CARACAZO

LOS HECHOS

     El día 26 de febrero de 1989, el Presidente de la República Carlos Andrés Pérez, recién tomado posesión del ejecutivo nacional el 2 de febrero, implementa aumento de la gasolina e independientemente del análisis sobre las causas económicas y políticas que adujo el gobierno comenzó un malestar de la población y protestas de pueblo y estudiantes en la plaza “Tres Gracias” por la entrada norte de la Universidad Central de Venezuela. Los ánimos se fueron caldeando y el 27 de febrero se recrudeció las protestas con saqueos de abastos, supermercados y tiendas en general, las cuales fueron rebasando a las autoridades policiales civiles con quemas de cauchos y vehículos.
    Dadas tales hechos incontrorables  por la policía metropolitana y dada la gravedad de los mismos que indudablemente rompía con el orden público y la seguridad ciudadana, el Presidente de la República, ordena la movilización de la Guardia Nacional para coadyuvar en restablecer la paz y tranquilidad por medios disuasivos.
   La situación  del país y especialmente en la ciudad de Caracas y en Guarenas como Guatire del Estado Miranda, arreciaba en el saqueo, el tumulto y la estampida sin líderes conductores, es decir, en estado de total anarquía ocasionando atropellos, lesiones y muerte a  comerciantes y empleados víctimas de los desafueros, así como pugnas y rivalidades  entre las mismas personas que saqueaban y quemaban vehículos y establecimientos comerciales, así como a ciudadanos ajenos a los acontecimientos.
    El 28 de febrero de 1989, el Presidente Carlos Andrés Pérez, en Consejo de Ministros conforme lo establecía la Constitución de la República de Venezuela ( 1961), dicta el Decreto No. 49, en la cual suspende las siguientes garantías: libertad individual; inviolabilidad de domicilio; libertad de tránsito; libertad de expresión; derecho a reunión y derecho a la manifestación pacífica.
  Estos lamentables hechos se produjeron los días 27 y 28 de febrero y 01 y 02 de marzo de 1989. El 22 de marzo fueron reestablecidas las garantías y derechos constitucionales suspendidos.
  Como consecuencia y en ejecución del Decreto 49 del 28 de febrero de 1989, el Presidente de la República, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales, ordenó el toque de queda y la ejecución llamado “Plan Avila”.
PLAN  AVILA
      En el mundo castrense se denomina  “Plan Avila”  como una estructura orgánica militar integrado por soldados del Ejército fundamentalmente con el fin de restablecer el orden público en situaciones muy difíciles y apremiantes en la que manifestaciones anárquicas y en estampidas de ciudadanos sin conductores o líderes están ocasionando daños materiales y personales  con saqueos, quemas de vehículos, riñas, atracos a mano armada, lesiones y muertes entre los mismos actuantes y a sus víctimas, rebasaron la autoridad civil.
   El Plan Avila es una consecuencia de la suspensión de las garantías y derechos constitucionales, es decir, el Presidente de la República no puede activar el “Plan Avila” sin que previamente haya dictado en Consejo de Ministros la suspensión de las garantías y derechos consagrados en la Constitución Nacional.
   De tal modo, el Presidente de la República, sino cumple con la convocatoria del Consejo de Ministro, no podrá ordenar la ejecución del “Plan Avila”; en este sentido, la responsabilidad directa y personal es indubitable que le atañe exclusivamente al jefe del gobierno avalado por todos los integrantes del Consejo de Ministros.
  Ahora bien, el Plan Avila, tiene dos (2) fases: disuasivo y represivo, pero en ninguna de estas fases llevan los soldados y oficiales que los comanda en su ejecución una “orden expresa o tácita de matar, de asesinar o de fusilar”. Nadie puede imaginar en sus cabales que tanto el Presidente de la República, como los Ministros que suscribieron el Decreto 49 y los Oficiales y soldados, dirigían, llevaban o ejecutaban sus acciones bajo el esquema jurídico-penal de “iter criminis”, es decir, “licencia para matar”.
     Los lamentables hechos tanto de las personas en sus conductas anárquicas como de los militares en cumplimiento del deber para restablecer el orden público y la seguridad ciudadana, no se percataron del factor multiplicador de delitos y de sangre sin no se detiene a la mayor brevedad la estampida. En estos casos, es factible que se comentan excesos de una parte o de la otra, porque tanto unos como los otros son del mismo pueblo, son los mismos ciudadanos de un mismo país y con guerra civil o guerrilla ya tenemos historia del dolor entre hermanos con la de los cinco años fraticida de la Federación.
   Nadie podrá aplaudir lo ocurrido en esos días comenzando con el 27 de febrero ni nadie, aún el Presidente de la República y sus inmediatos colaboradores pueden festejar lo dolores y las angustias que vivió la Nación.
EL DERECHO
    Habiendo sido suspendidas las garantías y derechos constitucionales mediante el referido Decreto 49, dictado por el Presidente de la República en Consejo de Ministro, es indudable que el jefe del gobierno actuó conforme a lo dispuesto en la Constitución Nacional, ello sin entrar en consideraciones sobre si fue prudente o no la toma de decisión y por ende, ordenar el toque de queda y el llamado “Plan Avila”.
    Ahora bien, analizando la responsabilidad de la ejecución de las referidas medidas, debemos observar que si bien los Ministros que suscribieron el Decreto 49, no ejecutaron las acciones derivadas del mismo y por ende, no puede responsabilizarse e imputárseles a todos las consecuencias de los hechos con la ejecución del “Plan Avila”, por cuanto evidentemente no fueron “ejecutores” sin el hecho cierto de avalar el Decreto, no podrían considerarse como cómplices necesarios en homicidio calificado y quebrantamientos de pactos y convenios internacionales. Aún, en el mas alto estrato del gobierno, no cabría la imputabilidad al Presidente de la República, si bien, las medidas económicas pudieron ser la causa de la “estampida”, no es menos cierto, que en el intelecto del jefe de gobierno, no fraguó la intencionalidad de que ésta se produjera para “matar”, en todo caso, se debería solicitar sea practicada un test mental y examen psiquiátrico para comprobar su pranoia o esquizofrenia.
EL MINISTRO DE LA DEFENSA.
        El General de División Italo del Valle Alliegro, Ministro de la Defensa para el momento de tan tristes hechos, suscribió como los demás Ministros el Decreto 49, por lo tanto en primera fase, no le es imputable como a los demás miembros del Consejo de Ministros la autoría en la ejecución de las muertes y heridos ocurridas como consecuencias de la suspensión de garantías y derechos constitucionales.
      Pero asimismo, es determinante a la luz meridiana, que el Ministro de la Defensa ni en la Constitución de 1961 ni la vigente de 1999, tiene facultades y atribuciones operativas, es decir, no comanda tropas ni ejecuta procedimientos bélicos ni contra soldados extranjeros en resguardo de nuestra soberanía ni contra civiles en situaciones como las vividas en el 27 de febrero y siguientes del 1989, su competencia, es de interlocutor del Presidente de la República quien es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y el funcionario administrativo del despacho castrense.
    Siendo la responsabilidad penal objetiva y personalísima, no puede subsumirse al Ministro de la Defensa imputable en la comisión de homicidio calificado en grado de complicidad necesaria y además, en quebrantamientos de pactos y convenios internacionales.
   El delito de homicidio impone la comprobación en primer lugar del cuerpo del delito en forma precisa, indubitable y determinante, lo que conlleva inexorablemente, las probanzas necesarias del “iter criminis”, es decir, como ya se expuso, la maquinación intencional de cometer el delito, por ello, la complicidad es coadyuvar en la perpetración del crimen, y en ese caso, se deberá demostrar como condición “sine quanon”, quién es el autor para que exista la complicidad, de lo contrario caeríamos en la sentencia del eximio jurista Carnelutti sobre “Las Miserias del Proceso Penal y la aseveración del profesor Joaquín Costa “La ignorancia del Derecho”.
    Lo ocurrido en esos días de febrero y marzo de 1989, no puede verse como “actos políticos”, si así se considerase no tendría razón alguna para consignar alegatos jurídicos en un Estado que se precie de Derecho Justo, de lo contrario, la administración de justicia estaría escapando por los ventanales del templo de la ley. Sería la razón de la sin razón para inculpar a un inocente del hecho cuestionado.
   El Plan República, el Plan Soberanía y el Plan Avila, no son instrumentos y organizaciones militares para matar con alevosía y ensañamiento; su naturaleza castrense es defensiva y persuasiva con las circunstancias de repeler agresiones o ataques si hubiere lugar a ello.
Definitivamente, el Ministro de la Defensa para ese entonces, el General de División Italo del Valle Alliegro, jurídicamente, en real y verdadero estado de Derecho Justo, no podrá ser imputado de ningún delito, de ese lamentable hecho, como se ha expuesto, salvo que sea por una justicia de retaliación política. Hechos que en su exhaustivo examen fue causa de una estampida sin ninguna conducción política; estampida donde algunas personas sin escrúpulos se valieron de la situación para provocar asaltos a negocios utilizando armas de fuego y ocasionando muertes entre ellos mismos, como así, fue captado en videos y fotos. El objeto de esa estampida fue aprovechada para el pillaje y el robo con violencia.
   El Ministro de la Defensa nunca dio órdenes para matar por cuanto sus atribuciones no eran militarmente operativas, en todo caso, el Presidente de la República y todos sus  Ministros debería ser imputados en las mismas condiciones del Ministro de la Defensa.
  En ninguna legislación penal puede ser sometido a juicio el Ministro de la Defensa, por causa de lo ocurrido en esos hechos.
@josemartinez

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jueves, 15 de agosto de 2013

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, EL “REALITY SHOW”

Con ese nombre anglosajón se conocen emisiones de televisión en la cuales individuos ordinarios viven artificialmente situaciones más o menos extremas, según el concepto del programa.
Venezuela vive sumergida en lo que parece una mala programación de ese tipo. Aquí como en muchas de ellas no se preserva la dignidad de los seres humanos, los venezolanos vivimos luchando para poder conseguir pollo, harina pan, mantequilla o café, como una de esas competencias de supervivencia.
Sufrimos situaciones extremas, algunas podríamos considerarlas “banales” como son las necesarias para mantener la higiene personal. Ya que existen aquellas gravísimas como es poder regresar a casa vivos, antes que una de las bandas organizadas, estimuladas con los discursos oficiales, decidan eliminarnos como parte del juego.
En este país se sueltan los presos para simular el descongestionamiento de las cárceles. Cuando una administración cierra centros penitenciarios, sin ni siquiera prever la construcción de nuevos centros modernos e idóneos, no le queda más recurso que encontrar una manera de disminuir las cifras, de los que están encerrados por haber cometido delitos.
El “show” consiste en que el pueblo ignore la realidad, no en corregirla, por eso el gobierno se preocupa en atacar al diario El Nacional por publicar, una fotografía del interior de la morgue de Bello Monte y en la cual se evidenciaba el escandaloso número de muertos de un fin de semana en Caracas, pero no hemos visto detenidos a los causantes de ellas.
En este país de “malos actores gubernamentales” vemos como apenas dos semanas después de que la Fiscal General anunciara que pedía a los tribunales congelar las cuentas personales del Editor de El Nacional, Miguel Henrique Otero, otro juzgado le impone una multa al periódico equivalente al 1 por ciento del total de las ventas brutas de la empresa en el año 2009.
Es evidente que la jugada pretende anular a ese medio de comunicación, en el afán permanente de este régimen abusivo por controlar toda la opinión pública.
Estos programas de televisión comenzaron en el “Imperio” allá por el año 89, se hicieron populares en todo el mundo y rápidamente degeneraron, se caracterizan por presentar a gente no profesional, individuos ordinarios sin experiencia. En eso también se asemejan al gobierno, Maduro es a menudo el hazmerreír de los venezolanos, con su torpeza, su confusión con los nombres de ciudades y de las empresas del estado, con sus anécdotas sobre los pajaritos, con sus silbidos, que sustituyen los conceptos y las palabras que escasean en su vocabulario.
No me resulta muy gracioso ver en manos incapaces el futuro de la Nación. Sustituir las ideas por sonidos onomatopéyicos demuestra una gran pobreza intelectual, si llegara a convertirse en el ejemplo a seguir, tendremos en el futuro fiscales de transito ladrando para reclamarnos una infracción o una ministro de prisiones graznando sus instrucciones.
Se imaginan un consejo de ministros entre gruñidos, chillidos, mugidos, rebuznos, aullidos y cacareos, algo así como un concierto selvático de expresiones inteligibles para los seres humanos.
A un “miaw”, reponderian con un “guau”, una opinión correspondería a un “muu” o un “Jiijaaaaa, Jiijaaaaa”, seguido de un “cuac-cuac”, discusión que podría terminar con un sonoro “oink oink” propinado desde el parlamento que correspondería a un “reality show” sin uso de palabra.
¿Cuánto duraría la diversión? a pesar del humor que nos caracteriza, la realidad nos despertaría con su violencia. La que nos sacude cada día, con sus homicidios impunes, con la escases de alimentos, con las violaciones a los derechos humanos, con gente como Simonovis y la Afiuni víctimas de la arbitrariedad gubernamental, contra las multas a los medios de comunicación.
A nadie puede divertirle que aquí no se respete la Constitución, todos sabemos que si no se respeta la inmunidad parlamentaria, que esperanza le queda al pueblo en manos de estas fieras.
“La Ley de la Selva” podría ser el nombre de este programa de tele-realidad en que nos han convertido el país, donde el que tiene las garras más afiladas, propicia el zarpazo seguro para destruir la democracia.
Tal como sucede en esos malos programas, los participantes están conspirando, hablando mal del otro, tratando de eliminarse mutuamente. Los “realities” despiertan el sadismo, ver sufrir a un pocotón de personas que viven amontonadas, desarrollan la indiferencia, los celos, la venganza, las bajas acciones, todo les parece valido con tal de alcanzar el premio.
Aquí en Venezuela el premio eran los fondos petroleros, estos ya pasaron a las manos de los que participaron en este desastre, el resultado es una realidad que daría vergüenza televisarla.
Como explicar que un país con tantos ingresos, logró convertir en “pobres haciendo colas” a la gran mayoría de ciudadanos honestos, tan solo porque los que participaban en el juego se prestaron a cualquier medida por corrupta que fuera, que les permitiera apoderarse de la mayor cantidad de riqueza en el menor tiempo posible, arrasando con el futuro de la nuevas generaciones y aplastado al que se les atravesara en el camino.
Mientras tanto el juego pareciese continuar, el del Congreso de la Republica debería llamarse “Como violar la constitución sin ruborizarse”, el problema es que las fieras no conocen eso, quizás se cambiaría el nombre por “Cuento con las fuerzas”.
Otros capítulos se ocupan con el eterno magnicidio, que me atrevería a afirmar que ya aburre, pero que involucra ex presidentes latinoamericanos, ciudadanos nacionales y extranjeros, curiosamente críticos al régimen autoritario venezolano. Este trillado recurso con fantasías de golpes de estado y mercenarios, sin que exista nadie detenido ni acusado, no produce audiencia.
Este es un gobierno, perdón una emisión televisiva, con poco talento, que no pasa de palabras ante las cámaras, porque su acción no se ve en la calle.
Que por ineficaz se encomienda al más allá, como si un muerto lo fuera a sacar de la mediocridad lo que no hizo en vida, Un gobierno donde sus integrantes escogieron el atajo para conseguir dinero, dejando de lado los valores, el esfuerzo, la experiencia y la preparación. Ha sido una mala programación que le ha causado un perjuicio incalculable a Venezuela, que los hizo famosos rápidamente pero que permitirá recordarlos como ineficientes, corruptos y traidores a la patria.
Claro olvidábamos decir que el que diseño el programa, se encuentra disfrutando los beneficios, tranquilo en su silla de ruedas mirando al mar, allá lejos en la Habana.
ncastellanoh@gmail.com
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