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jueves, 1 de agosto de 2013

LILIANA FASCIANI M., INMUNIDAD PARLAMENTARIA


En la Constitución venezolana, la inmunidad parlamentaria es una prerrogativa expresamente consagrada en el artículo 200: "Los diputados o diputadas a la Asamblea Nacional gozarán de inmunidad en el ejercicio de sus funciones desde su proclamación hasta la conclusión de su mandato o la renuncia del mismo".

Allanar la inmunidad parlamentaria de un diputado no es un asunto de poca importancia, en primer lugar, porque se trata de un cargo de elección popular, y en segundo lugar, porque la razón de ser de dicha prerrogativa no es defender a la persona que funge como legislador, sino proteger el ejercicio libre e independiente de sus funciones parlamentarias, por una parte, y por otra, evitar que mediante confabulaciones se intente llevar a cabo algún tipo de retaliación política.

De ninguna manera debe confundirse la inmunidad con la impunidad, pues aquélla no es una mampara para los delitos o hechos ilícitos que pudieren cometer los diputados durante el ejercicio de su representación. El artículo 200 de la Constitución vigente establece que "De los presuntos delitos que cometan los o las integrantes de la Asamblea Nacional conocerá en forma privativa el Tribunal Supremo de Justicia, única autoridad que podrá ordenar, previa autorización de la Asamblea Nacional, su detención y continuar su enjuiciamiento".

Por lo tanto, el procedimiento exige que antes de llevar a juicio a un diputado, se cumpla con el requisito previo contemplado en el ordinal 20 del artículo 187 de la Constitución: "La separación temporal de un diputado o diputada sólo podrá acordarse por el voto de las dos terceras partes de los diputados y las diputadas presentes".

Escribo este artículo pocas horas antes de que la decisión de allanar la inmunidad del diputado Richard Mardo se realice con el voto de 2/3 de los miembros de la Asamblea Nacional o con el voto de una mayoría simple. Si ocurriere esto último, esa mayoría simple de legisladores estaría violando impunemente la Constitución y la voluntad de los electores que eligieron al diputado Mardo como su representante, pero además, se estaría ejecutando una vil venganza política, muy propia de regímenes que, como el actual gobierno ilegítimo, se esmeran en la interpretación arbitraria de la Constitución y las leyes.

lilianafasciani@yahoo.es
@lilianafasciani  

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martes, 7 de mayo de 2013

LILIANA FASCIANI M., EXTREMISTAS EN LA CUERDA FLOJA

El nuevo régimen, además de ilegítimo, actúa fuera de la Constitución y de las leyes, emplea métodos fascistas y se comporta de manera brutal. Arremete contra la oposición con todo el poder del Estado, desde los órganos del Poder Público hasta la Fuerza Armada Nacional, cual si cada uno de éstos perteneciera a una fracción del país y no a toda la Nación.
En apenas quince días se han desatado los demonios que hibernaron durante casi quince años en las vísceras de los individuos más irracionales del chavismo, que ahora en desbandada persiguen, hostigan, amenazan, excluyen y atacan con odio y saña a quienes consideran enemigos, es decir, a más de la mitad de los venezolanos. No cabe duda de que lo hacen impulsados por el miedo a perder sus privilegios y la oportunidad de seguir incrementando sus fortunas a expensas de los recursos del Estado. El socialismo es la mampara de su interés mercantilista y de su desmedida ambición de poder.
Un hecho puntual es el acoso sistemático, público y notorio por parte de algunos funcionarios del Estado a los empleados públicos de quienes se sospecha que votaron por el candidato de la oposición Henrique Capriles. No parece importarles que es un crimen de lesa humanidad la "persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos" (art.7.1.h. del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional).
El carácter extremista de las posiciones del funcionariado se muestra sin tapujos sobre la cuerda floja donde hacen sus maromas el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello: "Como hay personas que no quieren reconocer al compañero Nicolás Maduro como Presidente de este país, en esta Asamblea Nacional, mientras yo sea presidente, no tendrá derecho de palabra ningún diputado que no reconozca al compañero Nicolás Maduro"; el Ministro de Vivienda y Hábitat, Ricardo Molina: "Me importa en lo absoluto lo que dicen las normas laborales"; las rectoras del Consejo Nacional Electoral, Sandra Oblitas: "Para el CNE el evento electoral culminó. No hay auditoría que cambie los resultados electorales", y Tibisay Lucena: "Es imposible aprobar la solicitud [hecha por Capriles] en los términos planteados"; y hasta la Presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Luisa Estella Morales, que sin haber recibido aún ninguna acción ni recurso, declara por anticipado que: "En Venezuela, el sistema electoral es absolutamente sistematizado, de modo, pues, que el conteo manual no existe, se ha engañado a aquellas personas que han pensado que realmente esto podía realmente producirse".
Esa cuerda ha de romperse más temprano que tarde, si no por el peso de las tremebundas acciones y omisiones del régimen espurio, sí por la presión de nuestras protestas pacíficas, de nuestras denuncias contra las violaciones de los derechos humanos, de nuestra oposición contundente y firme a sus decisiones arbitrarias y a sus tácticas fascistas de criminalización de nuestros derechos a manifestar, a pensar, a expresarnos, a elegir y a disentir libremente.
Los opositores sabemos muy bien qué podemos esperar y qué no de las instituciones del Estado, desde hace casi quince años al servicio exclusivo de una revolución que las ha puesto de rodillas ante el poder omnímodo, antes de Hugo Chávez, ahora de unos cuantos oportunistas detrás de la figura de un presidente cuya legitimidad es dudosa y cuya capacidad es más que cuestionable. También sabemos qué esperar y qué no de la comunidad internacional, en la que se sientan a la misma mesa demócratas y dictadores, todos más interesados en hacer negocios que en defender los principios democráticos. 
Los opositores somos militantes de la Democracia. Que seamos pacientes no significa que estemos conformes con cuanto sucede; que seamos pacíficos no significa que estemos pasivos en medio de este caos político-institucional. Los opositores, a diferencia de los oficialistas, respetamos la Constitución, acatamos las leyes y nos servimos de ellas para invocar nuestros derechos, defender nuestra causa por la Libertad y exigir Justicia. Será con estas herramientas con las que romperemos la cuerda floja de la impunidad.
lilianafasciani@yahoo.es
@lilianafasciani

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