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domingo, 3 de mayo de 2015

ALFREDO MICHELENA, LA INOCULTABLE DESCOMPOSICIÓN

A los varios parlamentos que ya se han pronunciados se une el europeo, cuando "hace un llamamiento a las autoridades para que liberen de inmediato a Antonio Ledezma, Leopoldo López, Daniel Ceballos, y a todos los manifestantes pacíficos, estudiantes y líderes de la oposición que fueron detenidos de forma arbitraria por ejercer su derecho a la libertad de expresión y los derechos fundamentales".

Al régimen, el remoquete de violador de DD.HH. le será difícil quitárselo. A este se agrega el de “gobierno corrupto”.  Según Transparencia Internacional el régimen de Maduro es el más corrupto de América Latina -puesto 161, de 175 países. Solo en lo que va del año  han explotado varios escándalos de corrupción multimillonarios. Como el de la Banca de Andorra, que involucra prominentes miembros del alto gobierno (viceministros y  oficiales generales) y salpica a PDVSA. Industria que según fuentes bien informadas estaría siendo investigada por blanqueo de dinero no solo de la corrupción sino del narcotráfico y del terrorismo. También  se revelaron los negocios  non santo de Chávez y Lula, y la compañía carioca Odebrecht , única constructora del Metro de Caracas, entre otras obras millonarias. Ahora los casos comienzan a explotar en Venezuela. Como el del Gen. Hebert García Plaza – y cinco militares más incluyendo un vicealmirante- quien había ocupado varios viceministerios y había jurado acabar con la corrupción. O el de la exdirectora de Mercado Interno del Ministerio de Petróleo. Todos rojos rojitos.

Venezuela es el segundo país más violento del mundo. Freddy Bernal, quien está en la lista Kingpin de los EE.UU, encargado de reestructurar las policías, para combatir el hampa, confiesa que" … la corrupción ha penetrado diversos cuerpos de policías, municipales, estatales y nacionales", incluyendo a la Policía Nacional y la Policía de Investigación (CICPC).

La violencia social generalizada y la selectiva ejercida desde el Estado, la corrupción  y la destrucción institucional perpetrada por la “revolución” han permitido que la creciente delincuencia se mueva campante e impunemente desgarrando el tejido social. Según el sacerdote salesiano y doctor en ciencias sociales, Alejandro Moreno esto puede hacer que “ Venezuela desaparezca como sociedad”.

Lo que se agrava con la crisis económica – crecimiento de la pobreza, estanflación y desabastecimiento- y política que vivimos, por el empeño de seguir imponiendo un modelo socialista que no es viable y/o mantener privilegios y corruptelas. 

La recomposición es un impertivo.

Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena

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jueves, 27 de diciembre de 2012

DIEGO BAUTISTA URBANEJA, EL DESASTRE AL DESNUDO

En el mundo de quienes respaldan a Chávez, la verdad será cada vez más inocultable
La ausencia de Hugo Chávez, y las perspectivas de su prolongación, o las de un progresivo deterioro de sus capacidades físicas y mentales, tienen un par de importantes consecuencias políticas, aunque a estas alturas sea imposible precisar sus exactas implicaciones. Ambas se refieren al desnudamiento de la magnitud del desastre gubernamental de estos últimos años.
La presencia de Hugo Chávez a la cabeza del gobierno disimulaba, ocultaba, las dimensiones del desaguisado que su gobierno ha venido perpetrando. 
Los hombres que lo acompañan en esa gestión siempre podían contar con la capacidad de decisión del jefe máximo, con su habilidad de prestidigitador, con su aptitud para voltearlo todo y hacerlo ver a un buen número de venezolanos distinto a cómo en realidad es. Podía el gobierno descansar en esos recursos retóricos, en ese poder hipnótico, y remitir a las decisiones del jefe la solución de los problemas o en todo caso el aplazamiento de su estallido.
También se hacía presente el temor a decirle la verdad al mandamás: lo que más le convenía a cada quien es que él viera las cosas como quería verlas, y por lo tanto pintarle el panorama que más le agradara, no fuera a ser cosa de que fuera el mensajero de malas noticias el que pagará el plato.
Ahora todo eso está en vías de desaparición. Los lugartenientes de diverso rango no tienen ahora a nadie que disimule la verdad de las cosas, a nadie que los convenza de que todo va bien, a nadie en quien recostarse para que distorsione convincentemente y aplace o corra la arruga, a nadie en quien confiar la salida de los atolladeros.
El desastre sembrado pierde uno a uno los velos con los que Chávez los cubría, y el gobierno se encuentra a solas con el gigantesco estropicio que ha llevado a cabo y con su colosal incapacidad para enfrentarlo. Llegó la hora de la verdad. Ya no tiene sentido decirse mentiras ni colorear de rosa el lúgubre paisaje. Ahora no queda sino decirse lo que todos sabían. El desastre está ahí, desnudo.
Está desnudo ante quienes lo produjeron, los hombres que han gobernado siguiendo las directrices de Chávez. De ellos, es precisamente sólo Chávez, siempre afortunado, el que se libra de la terrífica visión.
Tanto su temperamento como su situación lo libran de decirse: ¡Dios mío, qué he hecho! Los demás no tienen esa suerte.
Pero no sólo está desnudo ante ellos. También estará cada vez más desnudo ante el país todo. Siempre una buena parte de él supo lo que pasaba: es el país opositor.
Pero ahora también en el mundo de quienes respaldan a Chávez, la verdad del desastre será cada vez más inocultable. Al faltar la presencia de aquel que lograba aplazar los efectos de su propia gestión y les daba una solución provisional que funcionaba en los plazos indispensables, hasta que se hiciera necesaria la siguiente solución provisional, el equipo gobernante se encuentra ante la necesidad de encarar de frente problemas para los que no tiene soluciones agradables.
Tal vez si Chávez estuviera, podría cargar con el peso de medidas difíciles, y cargarlo a la cuenta de su popularidad y de su reciente victoria electoral. Pero el grupo de sus tenientes no cuenta con esos amortiguadores. Por eso es que, según se dice, se han aplazado medidas económicas que estaban listas, y cuya aplicación requería la presencia de Chávez, capaz quizás de soportar los costos políticos de las decisiones que se habían preparado.
También se dice que el aplazamiento se debe a la posibilidad de una nueva elección presidencial, en la que el abanderado oficialista no podría con el peso de unas medidas económicas que vendrían a concretar el fin de la "regaladera" ominosamente anunciado por Giordani.
El caso es que también ante el país en su conjunto, la magnitud del desastre va a quedar desnuda. Los que de entre sus partidarios así lo quieran, podrán aprovechar la ausencia de Chávez para no cargarle la responsabilidad a él, sino a sus ineptos colaboradores, a los cuales -pensarán- jugadas de mal gusto de la diosa Fortuna ha puesto al frente del gobierno.
Están por verse las consecuencias que va a sacar el grueso de la colectividad de esa caída de los velos y de la consiguiente toma de conciencia del país que se nos lega.
Dependerán tales consecuencias, como en obvio, de cómo se muevan los competidores políticos, el oficialismo y la unidad democrática, en ese escenario dominado por la terrible desnudez del desastre.
dburbaneja@gmail.com

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viernes, 1 de junio de 2012

CAROLINA GÓMEZ-ÁVILA, LA MODA CIUDADANA

Nunca pude seguir recomendaciones de diseñadores y evitaba detenerme frente a modelos, pasarelas y revistas. Por razón de mi talla, cualquier estilo nuevo podía convertirse en un martirio para mis redondeces.  ¡Cantidad de tiendas que quedaron vedadas para mí!  Lo único que pude tener parecido a Twiggy fue el corte de pelo...  y no mucho, porque el mío no es precisamente lacio, ni rubio.

Visto desde esa circunstancia, se entenderá que no tardara en descubrir que los diseñadores famosos no me parecieran buenos: las telas "caen" con elegancia sobre los cuerpos menos voluptuosos; de allí, mientras menos carnes, mejor luce el maniquí.  Me pregunto si así lo veían los parisinos de mil setecientos y pico.

En aquella época, la moda era una forma de demostrar la riqueza. Estoy convencida de que, hoy en día, la moda sólo sirve para aparentarla.

Pero, a la sazón, había una prenda de vestir de caballeros que parecía causar grandes envidias en quienes no tenían dinero para adquirirla. Se trataba de unos pantalones de tela ajustadísima que terminaban debajo de la rodilla con una tira elástica o cintas de enlazar.  Aquel estilo ceñidísimo, lo heredaron los ciclistas de nuestros tiempos, en géneros sintéticos, para su deporte.

Pero a finales del XVIII, esos pantalones sirvieron como metonimia para denominar a una clase social o, mejor, a un par de ellas. En esa Francia, las clases medias y bajas, también conocidas como Tercer Estado, Estado Llano o pueblo a secas- , no podían vestirse con aquellos calzones ("culottes"), sino con pantalones largos, holgados y de bota recta.  Y como nada es mejor que una prenda de vestir para discriminar a otro en la mitad de la calle, se les distinguía claramente y se les llamaba "sans-culottes".

En el XX, el peronismo hizo lo suyo convirtiendo en protagonistas a los  descamisados, pero esa es otra historia. En la nuestra, los humillados "sans-culottes", aparecieron en el extinto Congreso Nacional como los "sans-cravate": un grupo de diputados que frecuentaba el hemiciclo sin la reglamentaria corbata. Todos terminaron siendo del chiripero que llevó por segunda vez a Miraflores a Rafael Caldera, rancio representante de la oligarquía. Y luego, reunidos en torno a una caricatura de "führer", a instalarse como oligarquía misma.

Y, cosas de la vida, consumada la venganza y adquiridas cantidades ingentes de "culottes", vocean que son pueblo viviendo la vida ociosa y opulenta de un pachá.

Por mi parte, como no pude con los designios de la moda, aprendí a mirar otras condiciones humanas que me lucen más llamativas que una prenda de vestir.  Y confieso que no me sorprende que, devenidos en ricos, pretendan invocar solidaridades de clase que ya no les corresponden.  Es que hay una prenda de vestir que no se puede comprar.

Ahí van, por la calle y sin vergüenza alguna, los "sans morale".

Los ciudadanos sabemos distinguirlos.

@cgomezavila

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