Uno de los
efectos más perverso de la crisis provocada en Venezuela por el régimen
madurista tiene lugar en las escuelas públicas, tanto de las grandes ciudades
como de los pequeños pueblos, donde la pobreza clavó sus dientes y dejó casi vacios los salones de clases.
Más de la mitad de los niños en edad
escolar han abandonado los estudios y lo mismo sucede en los liceos y
universidades oficiales por motivos que, la historia de Venezuela y sus ciudadanos, algún día tendrán que registrar con vergüenza,
por no haber hecho lo suficiente para impedir ese desastre.
La causa de esta masiva deserción escolar
no es la abulia de los jóvenes, ni la
falta de maestros, ni el deterioro de los planteles, ni la repitencia; todo lo
cual también coexiste en esta Venezuela que una vez fue prospera y que ahora es
miserable por obra y gracia de la cuerda de ineptos que se encaramó en el
poder.
La razón fundamental por la que más de la
mitad de los niños venezolanos en edad escolar no se incorporan a clases es
porque sus padres no pueden comprar los útiles ni los uniformes y, en un acto
criminal, el programa de alimentación
escolar, el PAE que al menos les brindaba una comida al día a los niños pobres,
también fue paralizado por el gobierno.
Cierto es que en esta Venezuela aplastada
por la bota militar, bajo el mando de un civil que más bien parece una veleta
roñosa, todos los problemas son urgentes: escasez, inseguridad, corrupción,
desempleo, apagones, falta de agua potable,
impunidad, trafico de drogas y pare usted de contar; pero lo que sucede
en las escuelas, liceos y universidades es el peor daño que se la ha podido
hacer al porvenir de nuestra patria.
La desbandada de alumnos de los institutos
oficiales, según reportan los mismos educadores, se debe a que una familia venezolana tiene que gastar más de 50 mil bolívares en útiles y
uniformes para que cada muchacho pueda
asistir a clases; es decir, siete salarios mínimo, y simplemente no los tiene.
Así será de honda la miseria en la que se encuentra
la mayoría de los hogares venezolanos y tan grande la deserción escolar que se
registra por esta causa, que el propio
Ministerio de Educación tuvo que sacar una resolución en Gaceta Oficial,
mediante la cual elimina la obligación del uso de uniformes y los útiles
escolares, en un intento desesperado para evitar que se vean los salones de la
vergüenza
Esto quiere decir que, el régimen
madurista, en lugar de buscarle una solución a este gravísimo problema, decidió que los niños pueden ir al colegio
descalzos, sin cuadernos, sin lápices, sin libros, con hambre, comiendo piedras como recomendó un gobernador oficialista, ir
a pié entre perros sarnosos, piojos y
basura; porque ni siquiera hay agua ni jabón, pero eso sí rindiéndole honores al comandante supremo, a la bandera de ocho estrellas, al
escudo del caballo con el pescuezo
torcido a la izquierda y a los retratos de los nuevos héroes de la patria Fidel Castro y el Che Guevara.
No se le ocurrió, por ejemplo, repatriar
los 300 mil millones de dólares que una macollita de militares y civiles
encaramados en el poder se robaron de
las arcas públicas en la época de la bonanza petrolera y que mantienen a buen
resguardo en los llamados paraísos fiscales; es decir, en los bancos de
Andorra, Suiza, Panamá, Islas Caimán, Rusia, China, Vietnam y países árabes.
Tampoco les pasó por la mente dejar de
comprar la chatarra militar que le venden los llamados perros de la guerra para
no quitarle su respectiva comisión a los altos mandos con charreteras, por la
adquisición de aviones, helicópteros,
misiles, barcos, tanques, baterías antiaéreas y cuanto cachivache deje una
lucrativa ganancia, así no sirvan para nada y se usen solo en los desfiles que
montan para meterle miedo a la población.
En el caso de los estudiantes de secundaria
y de las universidades, a todos estos elementos desalentadores, se le
añade la percepción de que en Venezuela
el estudio y una carrera profesional no son los medios para salir de la
pobreza, ya que un “bachaquero”, buhonero o moto taxista gana más que un
médico, ingeniero o profesor universitario. Entonces, ¿para qué van a
estudiar?...Para qué?, se preguntan los jóvenes venezolanos, cansados de esta
comedia que abominan, el llamado Socialismo del Siglo XXI .
Escuelas, liceos y universidades convertidas en muladares, las colas del hambre, la oscuridad y el agua transmutada en artículo de lujo son los símbolos del régimen madurista, aunque todavía exista gente que no puede ni darse cuenta de que la esclavitud en que la mantienen, tiene su caldo de cultivo precisamente en la ignorancia.
Omar González Moreno
programamardefondo@hotmail.com
@omargonzalez6
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