Yo he tenido la fortuna de pertenecer a una
organización mundial de reconocido servicio a la humanidad. Es el Rotary Club.
Desde muy joven, y luego siendo adulto, aprendí que a través de sus objetivos
se puede tener una satisfacción inmensa haciendo labor de entrega humanitaria
al prójimo, promoviendo elevadas normas de ética en las diversas ocupaciones, y
fomentando la buena voluntad y la paz en el mundo.
Hay otra institución mundial
que inculca en la juventud el valor del servicio al prójimo y a la patria, en
cualquier circunstancia, y promueve en
ella el cumplimiento de leyes fundamentales de la vida. Me refiero al
movimiento Scout. Con un código de honor e implorando la gracia de Dios, el
joven y adulto scout se compromete firmemente a merecer la confianza ajena, a
ser leal y servicial, a ser amigo de todos y hermano de cualquier otro scout, a
ser cortés, a ver en la naturaleza la obra de Dios y a protegerla, a obedecer a
su conciencia, máximo árbitro de un ser humano, a ser trabajador y perseverante,
a cantar y sonreír ante las dificultades, a ser ahorrativo y a cuidar y
respetar los bienes ajenos, a ser puro
en el pensamiento, en la palabra y en la obra. Ser scout, en consecuencia, es
elevar a la persona a los más sublimes principios y sentimientos que pueden
caracterizarla como un ser de bien.
En la búsqueda de su propio camino y destino,
el scout hace como proyecto de vida su formación como individuo correcto,
probo, honesto, capaz de influir en su entorno en la búsqueda de la excelencia. En la construcción de un ser social, el
escultismo toma como sujeto a un ciudadano útil, en el cual se estimula la
actitud de servicio, con una clara visión de la realidad social, integrándose
solidariamente a su comunidad local, nacional e internacional. Esta ruta se
propone al joven y adolescente, haciéndoles ver que la amistad, la paz y la
armonía son los elementos enriquecedores de la confraternidad mundial.
Quienes se expresan del escultismo como una secta, demuestran total ignorancia de sus propósitos, y lejos de afectarlo, mueven en la conciencia social el mayor de los reconocimientos, admiración y respeto por tan nobles y loables acciones de los scouts. Yo creo que en estos momentos a muchos venezolanos nos hace falta cambiar hacia el desarrollo sano en lo corporal, en la creatividad, en el carácter, en la afectividad, en la sociabilidad, en la espiritualidad, en la conciencia ecológica, en la verdadera identidad nacional y en la valoración del trabajo, elementos todos estos que constituyen el programa de formación con el cual modela y fortifica el movimiento scout a sus miembros.
¡Enhorabuena por la continua exploración
educativa que hacen los scouts! Con su honor inquebrantable, siempre están
listos para dar lo mejor de sí.
Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado
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