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jueves, 19 de febrero de 2015

LUIS MARIN, AYUDANDO A JOHN KERRY

La Comisión Kerry tiene por objeto dar los pasos que sean necesarios para sacar a Cuba de la lista de países que apoyan al terrorismo y no, como podía pensarse al principio, evaluar la pertinencia o no de mantenerla allí.

Esta circunstancia ha desatado una interesante controversia que involucra directamente a los venezolanos, sobre todo a quienes no logran explicarse cómo hizo la administración Obama para separar el binomio Venecuba (o Cubazuela) que tanto se han esforzado los respectivos regímenes en consolidar, hasta convertirse en uno solo.

Alguien debería aclarar cómo logró la señora Roberta Jacobson, Subsecretaria de Estado para todo el Hemisferio, ignorar el desplazamiento de cien mil efectivos castro comunistas a territorio continental, sin duda su mayor movimiento desde las aventuras militares en África, para abordar por separado el caso cubano y las violaciones sistemáticas de Derechos Humanos en Venezuela.

Al país llegan cientos de fedayines del medio oriente, la región más conflictiva del mundo, con el pretexto de realizar cursos de medicina comunitaria, cursos inventados y administrados por cubanos. No hay ni una autoridad responsable que certifique qué hacen estos elementos aquí. ¿Eso favorece la estabilidad del subcontinente?  ¿Es bueno para la seguridad nacional de los EEUU?

¿Cómo se explican las supuestas sanciones a funcionarios venezolanos aprobadas por su Administración sin tocar a sus jefes e instructores comunistas cubanos? ¿Chávez murió realmente en manos cubanas y ellos nombraron a su sucesor o estas son puras fantasías de radicales fanáticos?

¿Será cierto que el territorio venezolano es santuario de las guerrillas colombianas? ¿Rodrigo Granda, Timochenko y una larguísima lista de guerrilleros y narcotraficantes colombianos gozan de protección oficial? ¿De verdad vivirían aquí etarras a cuerpo de rey, desempeñando cargos públicos, alguno casado con la lugarteniente de Elías Jaua, o todos estos son delirios ultraístas?

Pero el punto es si el régimen de Castro tiene algo que ver con todo esto o no, puesto que una de las razones esgrimidas para incluirlo en la lista es precisamente su ostensible apoyo a las guerrillas de las FARC y ETA. En sana lógica,  lo que deberían hacer no es sacar a Cuba de la lista, sino incluir en ella a Venezuela.

Este audaz cambio de perspectiva obligaría a la Comisión Kerry a realizar diligencias para excluir a las FARC y ETA de la lista de organizaciones terroristas que lleva incluso la Unión Europea, tan amante de la corrección política, puesto que la relación del régimen castrista con estas organizaciones es de carácter histórico y negarla implicaría borrar toneladas de papel impreso, kilómetros de cintas grabadas y un número inverosímil de discursos de Castro y sus seguidores, por no decir que para ellos sería como negarse a sí mismos, cosa que no han hecho en el pasado, no hacen ahora, ni harán en el futuro.

Pero no son sólo las FARC y ETA, también el ELN o el M-19 de Colombia, tan parecido al M-26 de Castro, todos los movimientos identificados con las siglas FALN, FPLN, FMLN, FSLN, los Tupamaros de Uruguay, ERP y Montoneros de Argentina, los innumerables de Brasil, donde ha militado hasta Dilma Rousseff y paremos de contar.

Los lobbystas de Castro deberían mencionar siquiera una organización revolucionaria armada que no cuente con el apoyo militante de Castro incluso, por qué no decirlo, en Puerto Rico y los propios EEUU.

CASTRO Y PUERTO RICO

Quien trajo a colación el tema de Puerto Rico, tan embarazoso e incómodo para los norteamericanos, fue el vocero de Castro en Venezuela al proponer un rocambolesco intercambio de prisiones de guerra para liberar a Oscar López Rivera, a quien la mayoría de los venezolanos oíamos nombrar por primera vez.

Venezuela nunca ha tenido arte ni parte en esa controversia, ni había hecho nunca el menor pronunciamiento hasta esta disparatada irrupción, contraria a todo derecho y al sentido común. Ahora bien, ¿es posible que esto se hiciera sin conocimiento y aprobación del régimen de Castro, que tiene la tutela de la política exterior como de cualquier otra política en este expaís?

En cambio, el apoyo de Castro a los movimientos armados en Puerto Rico tiene carácter histórico, lo que la Comisión Kerry no podrá ignorar. No puede ser más ilustrativo el caso elegido, no por casualidad, de Oscar López Rivera, dirigente de las FALN de Puerto Rico, miembro del famoso “Grupo de Chicago”, que perpetró más de cien atentados en EEUU, con saldo de seis muertos y decenas de heridos.

Fue detenido en 1981, junto con otros miembros de su organización, justo el año antes de la inclusión de Cuba en la lista. Todos fueron indultados por Bill Clinton, excepto este ciudadano que se declaró en rebeldía porque otros presos no serían indultados y su mentalidad conspirativa no admite concesiones: o todos o ninguno.

Tanto podría decirse de la organización llamada “Macheteros”, palabra que la Comisión Kerry no entendería y quizás ni siquiera exista en ingles, famosa por el asalto a un blindado de la Wells Fargo, cuyo cabecilla, Víctor Manuel Gerera, se refugió en Cuba, con parte del botín de 7 y 1/2 millones US$, de los que le incautarían la mitad.

Sería interminable la lista de las “Brigadas” boricuas, como ellos gustan llamarse, que permanentemente hacen excursiones a Cuba, pasando semanas de jolgorio, cuyos alcances, que van desde lo folklórico a lo político ideológico, son imposibles de establecer y mucho menos de conservar dentro de parámetros inofensivos.

Otra lista interminable podría hacerse con los connotados terroristas estadounidenses que cuentan con el apoyo de Castro para sus actividades violentas en los EEUU y que incluso han encontrado asilo territorial en Cuba.

Hoy sobresale Joanne Chesimard, dirigente del Ejército de Liberación Negra y antiguo miembro de los Panteras Negras, que abrazó el islamismo radical y cambió su nombre por Assata Shakur. Su organización perseguía el altruista propósito de crear la “República Nueva África”, mediante la secesión de los estados del sur de los EEUU.

Un policía de caminos de New Jersey que tuvo la mala fortuna de detenerlos el 2 de mayo de 1973, pagó con su vida el afán independentista de estos revolucionarios que le respondieron a tiro limpio.

Resumiendo mucho: fue condenada a cadena perpetua, escapó de una cárcel de máxima seguridad en 1979, para seguidamente refugiarse en Cuba en 1984, donde vive desde entonces, pese a estar en la lista de más buscados por el FBI, que ofrece dos millones de dólares por su captura, recompensa que no seduce a los Castro.

Pero no es sólo ella. Como en el caso de las organizaciones guerrilleras, no podrá encontrarse ni un solo militante revolucionario violento en los EEUU que no haya gozado ni goce todavía del apoyo militante de Castro, desde los míticos Stokely Carmichael, Malcolm X, Angela Davis, éstos muy populares, de extraordinario respaldo mediático, pero otros cientos anónimos, sean comunistas o musulmanes, todos, gozan de un respaldo voceado con orgullo por el régimen de Castro.

Una tarea difícil para la Comisión sería conseguir siquiera una tibia declaración en la que Castro se distancie de alguna de estas organizaciones o personalidades; pero nunca podrán conseguirla.

La Administración Obama puede hacer los cambios más radicales que quiera en su política respecto a la Cuba de Castro, pero lo que no puede hacer es cambiar la historia.

Eso ya los haría pasar de su condición de comunistas de closet al franco estalinismo.

LA PASIÓN DEL EMBARGO

Sacar a Cuba de la lista de países que apoyan al terrorismo es apenas un prerrequisito para la suspensión unilateral y sin condiciones de lo poco que queda del  embargo comercial, el verdadero objetivo de los lobbystas defensores de los intereses de Castro en Washington que, debe reconocerse, han endurecido la cara, aguzado el verbo y son cada vez más audaces y agresivos.

Actitudes que no compensan en nada la endeblez de sus argumentos, si pueden llamarse así. Por ejemplo, ninguna peor ocurrencia que citar como antecedente que el gobierno de Bush sacó en 2008 a Corea del Norte de la citada lista por razones políticas, para crear un ambiente propicio al avance de las negociaciones del problema nuclear.

La pregunta es si esa medida cumplió alguno de sus propósitos. ¿Es Corea del Norte más amistosa ahora con los EEUU que antes de salir de la lista? ¿Se redujo la amenaza nuclear y los chantajes a sus vecinos, en particular, Corea del Sur y Japón, ambos aliados estratégicos de los EEUU? ¿Se liberalizó el régimen de Pyongyang?

Citar como antecedente legal la prescripción de 20 años sin realizar actividades de apoyo al terrorismo como pretenden que estableció la entonces secretaria de estado Condoleezza Rice, no en ningún documento oficial sino ¡en sus memorias!, parecería un pésimo chiste sino fuera un subterfugio de un abogado malicioso, porque no es aplicable el régimen de Castro, como ellos dicen, que hoy en día sigue apoyando a las FARC, a la ETA, Irán y Siria, como lo hizo hace 20 años.

Otro argumento que ya resulta patético y que no valdría la pena mencionar si no se repitiera tanto, es que el embargo de los EEUU más que perjudicar a la dictadura castrista más bien la favorece.

Esto ya nos vuelve el mundo incomprensible, porque si el embargo la favorece tanto, no se puede entender el porqué lucha por eliminarlo. Es más difícil encontrar un castrista a favor del embargo que a un anticastrista que esté en contra, suponiendo algo de sinceridad en las posiciones respectivas.

El que personas bienintencionadas suscriban posiciones como éstas supone un razonamiento enrevesado, según el cual el embargo da argumentos a la tiranía castrista para acusar a EEUU de todos los males que sufre la población librándose ella de toda responsabilidad; pero que los socialistas le echen la culpa a los demás de lo que ellos hacen parece una conducta universal, anterior al embargo y seguro que lo sobrevivirá.

Así como que la lucha contra el embargo, que llaman mentirosamente “bloqueo”, es un factor de movilización y organización popular; pero también de la opinión pública mundial que, por ejemplo, vota en la ONU contra el embargo unánimemente, con la única excepción de Israel que acompaña a EEUU en esta incómoda posición.

Este es el viejo truco de mostrar la consecuencia aislada de su causa, la acción punitiva separada de su motivación, que llama la atención que todavía pueda funcionar, sobre todo en un foro mundial que se supone de gente inteligente, lo que hace sospechar subterráneos intereses políticos.

Deberían acompañar esas solicitudes de condena al embargo con algún tipo de moción en que la ONU apoye la confiscación de bienes de empresas y personas naturales sin compensación alguna, más el extrañamiento del territorio, etcétera; porque cuando esto ocurra, habrá que huir no sólo de la isla sino del planeta.

Ni la administración Obama, ni los lobbystas de Castro en Washington hacen la menor mención de las compensaciones materiales y morales que debe pagar la tiranía a todas sus víctimas e incluso a sus descendientes.

En cambio el Congreso de los EEUU se ha expresado así, mediante Ley: “SENTIR DEL CONGRESO. Es el sentir del Congreso que la liquidación satisfactoria de las reclamaciones de propiedades por parte de un Gobierno cubano reconocido por los Estados Unidos sigue siendo una condición indispensable para el pleno restablecimiento de las relaciones económicas y diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba.”

Los pseudo argumentadores a favor de la suspensión unilateral e incondicional del embargo afirman de la manera más gratuita que Cuba se encuentra en transición, aunque no puedan mostrar la menor señal en esa dirección y las mismas autoridades comunistas los desmientan a diario; en cambio, bastaría leer las secciones 205 y 206 de la Ley Helms-Burton para advertir qué se entiende por “gobierno de transición” y “gobierno democráticamente electo” según la legislación de EEUU.

Como podía  preverse, ahora es el régimen comunista cubano quien le exige a EEUU una indemnización de cientos de miles de millones por supuestos daños causados por el embargo, reclamación que contradice la afirmación de buenos cubanos que creen que, en realidad, lo ha favorecido.

El caso es que esta reclamación inusitada pone de relieve la verdad de la situación: la tiranía castrista se siente vencedora en el conflicto al punto de reclamar reparación, sin duda la más alta que se recuerda desde el Tratado de Versalles, que puso las cargas sobre Alemania como potencia derrotada en la I Guerra Mundial.

Ese pago que ahora pide Castro es para compensar el que se le exige a él por los robos y atropellos que ha perpetrado, con lo cual, en el más optimista de los casos, serían los contribuyentes americanos quienes terminarían pagando sus deudas.

Este es el mundo perfecto para Castro y sus secuaces, y el más profundo abismo para quienes los sufren, tanto en Cuba como en Venezuela.

Luis Marin
lumarinre@gmail.com
@lumarinre

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