Antes de escuchar el largo discurso del
Presidente de la Republica y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales y Bolivarianas del jueves
19 de febrero en la noche, estuve leyendo algunos documentos de historia que
me parecieron después ser el mensaje verdadero.
Uno de ellos se refirió a la
manera en que Adolf Hitler había logrado montar el sistema Nacionalsocialista
en Alemania. Después de su nombramiento como Canciller o Primer Ministro del
Imperio Alemán, se lanzó a pronunciar a lo largo del año 1933variosdiscursos
cuyos contenidos se referían a los Estados de Excepción previstos en la Carta
Magna y a la manera en que los ciudadanos podían evitar que tuviera que aplicarse
tales Estados. En Alemania, al medio año de esas advertenciasde Hitler, fue
incendiado el precioso edificio del Parlamento Alemán.
En las investigaciones
que hizo el Servicio Secreto del Ejército Alemán se “descubrió” que un hombre
de nacionalidad Holandesa, con colaboracióndel Partido Comunista Alemán,había
sido el autor de ese ataque al Reichstag.
Los opositores al Nacionalsocialismo
manejaron desde el comienzo de la investigación y todavía hoy la hipótesis de
que los responsables habían sido miembros del Partido Nacionalsocialista. Sus
discursos estaban llenos de llamados a la paz, a la necesidad de solidaridad de
los ciudadanos con el Nacionalsocialismo y a la advertencia de que si no
cumplían con lo estipulado en la Constitución ni con las proposiciones de paz y
ciudadanía el Presidente tendría que tomar otras medidas (sobre cuya naturaleza
no se expresó).
En rigor, Nicolás Maduro
hizo exactamente lo mismo. Montó una Asamblea masiva en la sede de la
Presidencia, tal y como había hecho Hitler en marzo de 1933. No llamó a los ciudadanos a obedecer lo
estipulado en la Constitución Bolivariana (Artículos 337 a 339) sino que hizo
un discurso “muy emocional” que los presentes interrumpían a menudo con
aplausos y otros signos de aprobación.
Les prometió que si obedecían lo que él
estaba proponiendo el Régimen Chavista iba a seguir promoviendo las políticas
populistas que se originaron con la toma de la Presidencia por Hugo Chávez Frías
en 1999. Desde luego no faltaron las permanentes referencias a los peligros en
los que él se encontraba: intento de magnicidio, atentados y otros ataques
contra él y contra el proceso revolucionario. No faltó tampoco el llamado a la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana para que cumpliera con sus obligaciones
legales y militares.
Para mi sorpresa faltaron casi completamente los insultos
y amenazas a los ciudadanos que nos oponemos a este Régimen. Sin embargo, imitó
otra vez a Hitler al afirmar que él tenía pruebas (escritas, grabadas y
filmadas)del atentado y de los otros intentos de agredir al Régimen, desde luego con el apoyo de los Estados
Unidos. Al final se produjo la típica escena protocolar después de
intervenciones del Presidente de la Republica: abrazos a la “Primera
Combatiente”, a miembros de altos rangos militares y a los ministros presentes.
Siento que tengo que dar una explicación a mi
comparación entre Hitler y Maduro. A lo mejor algunos de mis lectores se
recuerdan que poco después del inicio de “la Revolución y el Socialismo del
Siglo XXI”, yo muy tempranamente califiqué el Régimen de Hugo Chávez y compañía
como una expresión del totalitarismo del Siglo XXI. Al respecto debo decir que
todo el desenvolvimiento de esta Revolución me ha confirmado aquella
afirmación. El desprecio y hasta odio contra todo lo que se parece a la
Democracia, los ataques a los Derechos Humanos, el desdén contra las relaciones
internacionales, salvo que sean con dictaduras del mismo estilo, es parte del
totalitarismo que ha analizado Hannah Arendt en el siglo XX y que, en el siglo
XXI, ha resurgido, muchas vecesdisfrazado como “populismo”. Valga recordar que
Nicolás Maduro, todavía Canciller,antes de la muerte del dictador Libio
MuammarKadhafi,lo elogió por la Revolución que había realizado en su país. Esta
tendencia de establecer amistades con Regímenes Dictatoriales del mundo entero
parece confirmar la sospecha que los críticos del chavismo-madurismo hemos
expresado desde hace mucho tiempo.
La incógnita que me parece estar presente no
solamente entre los analistas es en este momento indescifrable. Si bien el
apoyo mayoritario al Régimen se ha mantenido durante mucho tiempo, en las
últimas encuestas no solamente Maduro sino también el proyecto que él encarna
tienen una bajísima aprobación por todo el pueblo Venezolano, incluyendo a
muchos que habían aceptado y apoyado el Chavismo. El culto al “Profeta Eterno”
fallecido sigue existiendo pero está obviamente resquebrajándose.
Heinz
Sonntag
sonntagheinz@gmail.com
@heinzsonntag
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