RAFAEL MUCI-MENDOZA |
La
aviación civil es uno de los capítulos más denigrantes de esta Venezuela disminuida
del siglo XXI. La semana pasada debía salir de viaje a un congreso en
Maracaibo. Como me ufano de mi puntualidad y es mi costumbre, me presenté con
más de tres horas de anticipación al despacho de la línea que pude conseguir
para viajar; no de aquella que habla la aeromoza una vez que el avión aterriza
en el aeropuerto de destino diciéndonos, ¨Queridos pasajeros, muchas gracias
por escogernos para su viaje...¨ La verdad es que si fuera por mí, no escogería
a ninguna, agarramos lo que podemos. Esa es la verdad.
Pues
bien, en la espera tuve la suerte de poder sentarme; había un gentío y la
vocinglería alcanzaba decibeles intolerables que impedían oír los avisos por
los parlantes. La gente pasaba de un lado a otro arrastrando los pies, ¡Otro
afecto por la chikungunya! -me decía-, pero me consolaba el hecho de que el
gobierno en su verdad dice que hay apenas unos pocos casos en el país; debía
ser pues que estaba yo equivocado, tal vez solo se les había pegado un chicle
en la suela de ambos zapatos...
Y
allí fue donde comenzó la demostración de la más visible humillación. El vuelo
salió a las 3:50 PM, pero no era el mío, que debía salir antes de esa hora,
sino uno que iba a Porlamar y tenía un retraso de 4 horas. Debíamos esperar que
dejara los pasajeros en la Isla, recogiera otros y volviera. Cuando esto
ocurrió, en la pantalla apareció otro destino y no el mío; todavía hubo que
esperar otra ida y vuelta a otra localidad, creo que a Maturín, antes de que
llegara el que al fin iba a mi destino final... Se oyó decir que a uno de los aviones
atoró una rueda en un hueco en la impoluta pista de aterrizaje de Cumaná y
quedó fuera de juego... ¡Qué extraño! -me dije-, si nuestros aeropuertos y
hospitales públicos y quienes los regentan conocen de entrega y mantenimiento.
Se arremolinó la gente en la puerta de embarque, se oyeron improperios que
debieron tolerar los operadores de piel paquidérmica e impenetrable allí
presentes -para nada responsables del cotidiano desastre- y así, al fin llegué
a las 10.00 PM, muy cansado y muy molesto pensando arribar al hotel y acostarme
a descansar para afrontar el día siguiente de mi conferencia.
¿Será
que los venezolanos no pagamos completo el pasaje para viajar? -me pregunté-.
Dispuesto a tomar un taxi, observo una larga cola y pregunto... sí, sí, esta
cola es para tomar un taxi... ¡Madre santa! En eso oigo una voz que me llama,
-¨¡doctor Muci, doctor Muci!
Es
una de mis tantas alumnas cuya cara apenas reconozco y está a punto de abordar
un automóvil al hotel donde yo voy. Me salvé de aquella larga cola y al fin
llegué a mi punto de destino, lamentando el caos aeronáutico en que se ha
convertido nuestro país, donde el desprecio por el tiempo del viajero, la
humillación para abordar un avión, la indiferencia de las directivas de las
líneas aéreas y del gobierno se confabula para hacerte la vida miserable, para enrostrarte
que apenas eres un pseudo-ciudadano sin derechos. No sabemos que
es
peor, la chikungunya, el dengue, la malaria, el hampa desatada, las colas de la
vergüenza o el indiferentismo.
La
basura rellena los cuatro puntos cardinales de ciudades y pueblos, y como no va
a ser, si es basura lo que tenemos como gobernantes que marchan al paso que
Cuba les muestra...
El
expaís -como se ha dado en llamar a la tierra de nuestras angustias- es una
burla, no existe verdadera autoridad, tampoco nos quejamos pues estamos afectados
de una tolerancia pendeja, una pendejeromia ciudadana de categoría agravada,
una mueca de país que inexplicablemente toleramos, la patria ha devenido en una
diarrea continua de palabras del ilegítimo animada con apestosos flatos y
salpicaduras; el tipo es un enfermo funcional, no le funciona el oído, la
vista, el olfato ni el corazón para condolerse del que sufre.
Rechoncho
e inútil, más inútil que la pelusa acumulada en el ombligo, se
cree que merece el lugar donde está por gracia de Fidel... Todo es ejecutado
a propósito, para doblegar nuestro espíritu de lucha... para transformarnos
en una legión de pendejos que aún decimos, ¡menos mal!, que conseguimos
acetaminofeno, aceite de maíz, pañales para niños y viejos con incontinencia,
que tenemos un pasaje de avión o no nos están cobrando el ozono con que
pensaban meter manos en nuestros bolsillos...
La
angustia y el sufrimiento continuados, la pérdida de la esperanza, la malnutrición
abierta o enmascarada, no cabe dudas que disminuye la vigilancia
inmunológica haciéndonos susceptibles a cuanto ente microscópico o macroscópico
topemos en nuestro camino, a cuánta célula descarriada se encuentre en algún
órgano corporal; en parte ello, y que me perdonen los agnósticos que necesitan
contar el número de killer cells o linfocitos asesinos en la sangre antes de
pronunciarse de mi lado, explica la extraordinaria cantidad de casos de
enfermedades virales, la eclosión de tumores malignos, crisis de asma
bronquial, las episodios de pánico, las subidas de tensión arterial o los
sabañones hiperagudos; estamos echados al pajón de la desidia y la
indiferencia, y así nos quiere el comunismo internacional, sin ánimos para
decir ¡ya basta!, para luchar y sacarnos este nefasto gobierno de encima.
Deberíamos
aprender del decir de otras latitudes, ¡estamos cansados!, y pronunciar ¨¡el
grito más fuerte!¨, que en nuestro caso es el de una nueva independencia... Los
¨niches¨ de conducta chabacana y grosera que dicen gobernarnos, los ingenuos
que viajan sin hacer colas con una ¨mitigüirson¨ en un maletín -como en mi
niñez llamaban a los revólveres Smith & Wesson-, en vez de portar una
flamante y menos pesada Glock "Safe Action" Pistol, son ellos, los
prevalidos, los inflados de grandeza inventada, los que comen mojones y no se
escarban los dientes...
Estamos
a un paso del ¨período especial¨, otra maléfica exportación de Cuba; ya llegó
disfrazada la libreta de racionamiento y no es broma, les aseguro que vendrán la
neuropatía óptica, el beri-beri y la pelagra por déficit calórico y vitamínico.
Desde
Boerhaave (1668 - 1738), el Hipócrates holandés y visto el cursus morbis de la ¨epidemia roja del siglo XXI¨ o relato
del proceso de esta calamidad epidémica hasta su término natural por implosión como
está ocurriendo, esperamos que el exitus o terminación de la enfermedad lleve a
un restitutio ad integrum o curación total, sin vita deficiens ni exitus
letalis de los sufridos pendejos integrantes de esta patria.
Se
oculta Helios y sobreviene la noche... Eos, la diosa titánide de la aurora,
hija de la mañana, la de sonrosados dedos, saldrá para anunciar de nuevo a su
hermano Helios, el sol que todo lo renace...
Sigo
siendo optimista y apuesto por Venezuela y su reserva moral que afortunadamente
aún es abundosa. Pero, a Dios rogando y con el mazo dando...
Rafael
Muci
rafaelmuci@gmail.com
@MuciMendoza
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