JOSÉ LEOPOLDO DECAMILLI |
Parece
que España está condenada, más que ningún otro
país europeo, a sufrir los efectos deletéreos de ciertas ideologías que
no son
ni nuevas, ni particularmente originales.
Después de los golpes de fusta del
último gobierno socialista que dejó al país en la postración en que se
encuentra (y de la está saliendo con mucha pena), padece ahora la invasión
de arrogantes predicadores laicos
que prometen el acceso de España al
paraíso terrenal.
Con desparpajo presentan desteñidas fórmulas políticas como
vías milagrosas para la liberación social.
El Estado impoluto asegurará el
bienestar de todos con la distribución igualitaria de los bienes de la sociedad
y asegurará así el progreso de la nación.
Sus modelos-guías,
explícitamente reconocidos, son Cuba y
Venezuela, en Hispanoamérica.
La feroz represión, los crímenes, la constante
violación de los derechos humanos y la corrupción medular que imperan en esos
países no parecen perturbar la admiración por los regímenes de dichas
sociedades políticas.
Por esta vía no puede ni debe internarse España. El
futuro de una nación no puede ponerse en manos de una caterva de demagogos.
Jose
Leopoldo Decamilli
joledecamilli@gmail.com
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