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jueves, 23 de octubre de 2014

PACIANO PADRON, ÉBOLA, EVO Y ALBA

         Hablemos de males, por supuesto que los tres enunciados del título son apenas punta de iceberg de las penas que lamentamos; está lejos de ser una lista exhaustiva, es solo un asomo a la realidad, ya que entre otras epidemias no mencionamos la que azota directamente a Venezuela en los últimos 16 años y destruye por igual a su gente, a sus instituciones y economía, la mal llamada revolución bolivariana. Ébola, Evo y Alba, males del mismo saco.

Evo, quien confesó que pensaba que “el ébola es un bicho”, fue inspiración del ALBA en su reunión en Cuba para fijar posición y “adelantar acciones contra el ébola en el mundo”. Es probable que la ponencia científica de Evo lleve al globo terráqueo a vencer el ébola. Nadie duda de que una iniciativa de esta naturaleza pudiera ser aplaudida, si no fuera una farsa, un sainete más del comunismo latino. En Venezuela, es bien sabido, no hay acetaminofén ni se encuentran reactivos en los laboratorios, mientras el dengue hace estragos y el gobierno sigue negando que padezcamos de una epidemia de chikungunya. Pensar en aportes de Venezuela contra el ébola, hoy, es mucho camisón pa’Petra.

         Nicolás -cuya cara es más dura que una piedra- sin sonrojarse y como quien dijera verdad, afirmó desde La Habana que nosotros “tenemos un sistema público de salud gratuito y de calidad”. A otro perro con ese hueso, eso aquí no se lo cree ni el más ferviente seguidor del régimen, que al igual que todos los venezolanos padece de un sistema sanitario pésimo, que nos retrotrae a tiempos pretéritos, ya que enfermedades superadas como la tuberculosis y la malaria se han hecho presentes de nuevo, recordándonos que vamos pa’trás.

Nicolás afirma en Cuba que nuestro servicio público de salud es “gratuito”, pero quien asiste a un hospital tiene que pagarlo todo y llevar incluso los medicamentos, ya que de otro modo no puede ser atendido; los hospitales están pelaos, desprovistos de cualquier insumo, lo que obliga a los pacientes a dar brincos primero para conseguir los reales, y después para encontrar los medicamentos. ¿O es que estoy mintiendo? ¿Podrían Nicolás o uno cualquiera de su cogollo parasitario comprobar lo contrario?

De otro lado, la mayor falsedad de Nicolás es sostener que nuestro sistema de salud es “de calidad”. Tal vez quiso decir de la peor calidad, porque las enfermedades y las epidemias avanzan, los hospitales son un desastre, nuestros jóvenes médicos egresados de las universidades nacionales -bien preparados y equipados científicamente- se están yendo a servir a otros países, y hasta la misión insignia del régimen, Barrio Adentro, hoy es la sombra de lo que fue; la ineficiencia y la corrupción acabaron con ella, hoy es una misión enferma y moribunda. Nuestro sistema de salud es de pésima calidad.

El ébola del régimen decadente que hoy somete a Venezuela tiene dos síntomas inequívocos: una ineficiencia a toda prueba y una corrupción putrefacta que vuelve leña la salud de las instituciones y afecta directamente la calidad de vida de los ciudadanos. Tal hecho no pasa desapercibido, y lo digo no solo por lo que mi ya viejo pero bien funcional olfato me indica, sino porque así lo recogen -cada vez más- los estudios de opinión. El recientísimo sondeo de Datanálisis fotografía al 81,6% de los encuestados al lado de quienes sostienen que “la situación del país está mal”, esto significa que algo más de un tercio del chavismo duro, del “patria o muerte”, piensa que las cosas están mal, no lo puede ocultar y a ellos hasta les dará pena con los encuestadores decir lo contrario.

Otra reveladora cifra de las recientes encuestas nos indica que el 67,5% de los consultados afirman que el de Maduro es un mal gobierno, que lo está haciendo mal. Suerte para Maduro que cuando se hizo el trabajo de campo, todavía no se conocía que “el bondadoso” y “dadivoso” de Nicolás donaría (y no precisamente de su bolsillo) cinco millones de dólares para combatir el ébola en el mundo, y no es que el mal no lo amerite, sino que es imperdonable a un gobernante ser luz en la calle y oscuridad en la casa. Mientras el dengue y la chikungunya tengan postrada la población venezolana, no podemos entender que el país sin acetaminofén esté regalando esa inmensa cantidad de dinero que hace falta en casa. Ya Nicolás no engaña a nadie, ahora nos corresponde apretar, apretar duro contra la mentira y el sainete.

Paciano José Padrón Valladares
pacianopadron@gmail.com
@padronpaciano

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