El
cinismo y el desparpajo van de la mano en Venezuela. Lo que permite que el
gobierno suponga que estamos felices de ser pobres y sometidos.
Lo que da licencia al desvergonzado de Tareck
el Aissami gobernador en el estado Aragua, en el marco del lanzamiento del
Programa Base de Misiones Socialistas, para afirmar que “mientras el pueblo es
más pobre es más leal al proyecto revolucionario”.
El desenfado en el hablar de los funcionarios
del gobierno no tiene parangón, basta con recordar la cínica afirmación de
Héctor Navarro, miembro de la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido
de Venezuela: “La respuesta que tiene que dar nuestro pueblo en este momento
es: “Con hambre y desempleo, con Chávez me resteo”.
Elemento psicológico clave en la estrategia
del régimen para mantenerse en el poder. Por un lado convertir al pueblo de
Venezuela en una masa completamente dependiente para su subsistencia, de las
dadivas del gobierno y por el otro preparar el terreno a la manipulación de la
opinión pública, con la matriz de que el pueblo tiene que ser solidario con la
revolución a pesar de no tener acceso a los bienes de consumo.
Otro despreciable “representante popular”
Héctor Rodríguez, ministro de Educación, no titubeó en afirmar el 25 de febrero
del 2014: “No es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarla a la
clase media, para que después aspiren a ser escuálidos”.
La destrucción del aparato productivo del
país, de las empresas básicas y del proyecto de desarrollo de Guayana. Las
expropiaciones de fincas y empresas dejadas al abandono, la consecuencia lógica
de pérdidas de empleo, la ruina de PDVSA y la venta de sus activos, todo es lo
mismo.
Lo descrito no es más que etapas programadas
del maquiavélico plan de sometimiento, implementado dentro de la realidad
venezolana. La pobreza generalizada es el objetivo político de la revolución
bolivariana, nivelar por lo bajo, mantener pobres a los pobres y acabar con la
clase media.
Pero un país petrolero como el nuestro, con
tan altos ingresos, posee enormes recursos que solo han servido a los amos del
poder, junto a ellos los boliburgueses, los narco generales, las empresas de
maletín, los importadores de “Pudreval”, los Castro y la corte de pedigüeños
internacionales. Todos beneficiándose de las políticas de un Estado que ha
arruinado el país, convirtiendo en más pobre a su propio pueblo.
Hay dos cosas que no pueden ocultarse exclamó
de una manera muy folklórica el ex Presidente Carlos Andrés Pérez, el dinero y
la tos. Por lo que el ciudadano común asiste indignado a la danza de millones
que se reparten los militares y los bolivarianos rojitos.
En nombre de los pobres Maduro ha
profundizado la crisis económica que desató el comandante alucinado, desde entonces,
un pajarito le instruye terminar de destruir las estructuras del Estado
Venezolano y completar la obra que él inicio.
Una vez desintegrada nuestra sociedad,
dividida, expatriada y sumisa. Reducida a su mínima expresión la propiedad
privada y la prensa libre. Desaparecido cualquier vestigio de democracia en el
territorio nacional, que ya no cuenta con división de poderes ni con unas
Fuerzas Armadas garantes de la Constitución Nacional, nada impedirá al régimen
Castrista de sentarse a dirigir el país sin disimulos y sin tener que cuidar
las apariencias.
Lo que Putin ha tenido que realizar con armas
para anexar la Crimea a Rusia, lo está logrando Fidel con la despreciable
traición a Venezuela de Chávez, Maduro y su combo.
El abyecto proyecto hace estragos en la
sociedad venezolana, la escasez, la delincuencia impune, la desconfianza en una
justicia justa, las enfermedades, la represión, la persecución al que se atreva
a oponerse, más la aplicación del modelo político-económico
socio-comunista-fascista, buscan la destrucción de la esperanza y de la
voluntad del venezolano.
El pueblo está cansado, está bravo, una
plegaria sorda surge de su corazón, está pidiendo ¡Basta de realidades,
queremos promesas!
Quiere volver a creer, se resiste a pensar en
que no hay venezolanos patriotas. Espera por un líder, un partido o un
movimiento. Porque un pueblo humillado no es un pueblo innoble, en el fondo
puede ser más fuerte que el político ruin, rastrero y vil que intenta
someterlo.
… El SEÑOR empobrece y enriquece; humilla y
también exalta. Levanta del polvo al pobre, del muladar levanta al necesitado
para hacerlos sentar con los príncipes, y heredar un sitio de honor; pues las
columnas de la tierra son del SEÑOR, y sobre ellas ha colocado el mundo. El
guarda los pies de sus santos, más los malvados son acallados en tinieblas,
pues no por la fuerza ha de prevalecer el hombre… (Samuel 7-9, Cántico de Ana).
Este régimen perdió su liderazgo, está
compuesto por individuos que exigen obediencia por la fuerza. Para ello utilizan
los militares, la policía, los tribunales, las milicias y los colectivos.
El proceso de deterioro ha comenzado, la
putrefacción se expande sin remedio. Todo lo que tocó lo arruinó. Frente a ello
nuestro objetivo político es salvar la democracia, se va a librar la última
batalla frente al poder presidencial-comunal.
La lucha tiene distintos frentes, alcaldías,
gobernaciones, universidades, asambleas de vecinos, congresos ciudadanos, todos
son escenarios para demostrar que la vía democrática es la única que permite la
liberta de opinar, de ser representado, de cambiar cuando no nos gusta, de
corregir y de sancionar.
El gobierno de Maduro busca centralizar en
sus manos todo el poder, con él imponer la copia de la estructura comunista de
Stalin, Mao o del sanguinario tirano de Corea del Norte, para así colocarla en
manos de los Castro.
Oremos y actuemos, pidamos fortaleza,
hablemos y luchemos sin temor. Quebrados serán los arcos de los fuertes y los
débiles se ciñen del poder.
Los que estaban saciados se alquilan por pan…
y dejan de tener hambre los que estaban hambrientos. El Señor da muerte y da
vida, está escrito… con fe, con voluntad, con coraje, constancia y trabajo lo
lograremos.
Los venezolanos unidos todos… convertiremos
las nuevas promesas en realidad.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
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