El
30 de septiembre de 1946 se produjo en la ciudad de Nuremberg uno de los
acontecimientos más significativos de la historia moderna, el pronunciamiento
del veredicto del Tribunal Militar Internacional en el juicio seguido a varios
de los más representativos dirigentes nazis acusados de diversos delitos
cometidos en el ejercicio del poder en Alemania, antes y durante el desarrollo
de la Segunda Guerra Mundial.
En
la sala de audiencias se encontraban aguardando la decisión las figuras
principales del otrora invencible Tercer Reich: Hermann Göring, comandante en
jefe de la Luftwaffe, presidente del Reichstag, primer ministro de Prusia,
plenipotenciario en la implantación del plan económico y quien fue considerado
el sucesor de Hitler; Hans Frank, gobernador general de Polonia, diputado en el
Reichstag, ministro de justicia del Estado de Baviera, abogado quien expresó
que la ideología nacional socialista era base de interpretación de las fuentes
legales ; Wilhelm Frick, diputado en el Reichstag, jefe de policía de Munich,
ministro del Interior del primer gabinete de Hitler, autor de las leyes
raciales del régimen; Julius Streicher,
director del diario ideológico Der Stürmer; Walter Funk, presidente del Comité
de Política Económica del Partido Nazi, secretario de Estado en el Ministerio
de Propaganda, ministro de Economía y presidente del Reichsbank y Hjalmar
Schacht, presidente del Reichsbank, plenipotenciario general para la Economía
de Guerra, inicialmente absuelto en Nuremberg, pero posteriormente condenado
por los tribunales alemanes.
De
la misma manera otros acusados y condenados fueron: Erich Raeder, gran
almirante de la Marina alemana ; Baldur von Schirach, jefe de las juventudes hitlerianas ; Fritz
Sauckel, comisario general de la Mano de Obra Esclava ; Alfred Jodl, jefe del Departamento
de Mando y Operaciones y del Estado Mayor, firmante de la capitulación ; Franz
von Papen, diplomático, político, embajador en Austria y en Turquía; Arthur Sey
-Inquart, canciller en Austria y comisionado del Reich en los Países Bajos ;
Albert Speer, ministro de Armamento y Guerra ; Konstantin von Neurath, ministro
de Relaciones Exteriores et Hans Fritsche, jefe del Departamento de Prensa y
luego alto comisionado del Ministerio de Propaganda.
Estos
hombres en sus mayorías fueron responsables, entre otros, de diversos delitos y crímenes en contra de la paz, de
guerra y contra la humanidad los cuales se encontraban previstos en el estatuto
del expresado tribunal. Tales hechos pueden submirse en distintos supuestos
tales como actos de agresión ilegítima e injustificada hacia países; violación
de leyes y costumbres admitidos en la guerra; asesinatos, torturas, malos
tratos, deportaciones, apartheid y discriminación, imposición de trabajos
forzados, detenciones, encarcelamientos, transgresión a los derechos de las
poblaciones civiles y de los prisioneros; robo de bienes privados y públicos;
la devastación de poblaciones y otros actos absolutamente inadmisibles aún en
tiempos de guerra.
Otros
hechos contrarios a los derechos irrenunciables de la humanidad fueron: la
exterminación, la esclavitud, la deportación, la persecución por razones
políticas, religiosas, raciales practicada contra la población civil, antes o
en el transcurso de la guerra, actos estos ejercidos como política de Estado y
de gobierno, como mandato de una ideología que se antepuso al derecho y que, en
definitiva, destruyó vidas, instituciones, poblaciones, países, el orden que
había construido la civilización durante siglos de cultura en una Europa
forjadora del mundo occidental .
El
poder ejercido para destruir, para erigir la falsa superioridad del orgullo
nacional y personal, un liderazgo megalómano capaz de someter la sociedad y
conducirla a las bajas pasiones: el odio, el fanatismo, la venganza, la
ambición, el ejercicio del terror contra los otros, creencias y sentimientos
que inspiraron injusticias, atrocidades y aberraciones inenarrables, cuanto es
reprobable a la conciencia universal.
Por
su ideología y su delicuencial comportamiento el Partido Nacional Socialista y
otras organizaciones fueron declaradas criminales por el tribunal al haber
propiciado y sostenido aquellos hechos.
Los
daños y los delitos causados por los nazis fueron cometidos según lo
establecido por los jueces: "a gran escala, como jamás había ocurrido en
la historia", prueba de una: "inhumanidad sistemática", a través
del más desnaturalizado modo de dirigir y gobernar, aquel quien transformó a su
propio pueblo en cómplice y autor de innumerables males.
Entre
Nuremberg y nuestro tiempo medían actos infamantes contra las libertades y los
derechos, tan condenables como aquellos, que deben ser juzgados y sancionados
con rigor universal sin excepciones de países, rangos, fueros, soberanías e
ideologías, para que exista la justicia y la paz en el mundo actual y porvenir.
Jose
Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfd599
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