En
lo que va de año se han vertido infinidad de opiniones negativas sobre la Mesa
de la Unidad Democrática, muchas de las cuales han caído, injustamente, en el
terreno de la descalificación y el insulto, resquebrajando su unidad interna,
dispersando sus fuerzas y creando angustia, escepticismo, frustración e
incredulidad en buena parte de la sociedad venezolana. Situación que debe
motivar una profunda reflexión y un esfuerzo dirigido a corregir fallas y a su
recomposición política y organizativa.
Esta
alianza de fuerzas de diversos signos, surgió para confrontar al régimen
chavista en el terreno electoral. Cosa que de antemano significa un capital de
gran valía, al lado de ser uno de los instrumentos más importantes que tiene la
oposición venezolana para buscarle una salida a la profunda crisis del país;
pero con el paso del tiempo, hemos venido advirtiendo el exceso de
electoralismo y de vicios burocráticos en su accionar. Es indudable que la MUD
ha acumulado méritos, pero urge dotarla de mayor dinamismo y coherencia, frente
a una realidad que es exigente, muy cambiante y a veces impredecible.
Han
estado de relieve las diferencias respecto de la apreciación del momento
político y de la táctica a seguir, pero en el fondo de tales diferencias
subyace una pugna por el liderazgo y la hegemonía en la lucha por derrotar al
régimen. Pugna sobre la que algunos intentan, engañosamente, pasar de
contrabando sus propios intereses en nombre de los intereses nacionales. Los
conflictos al interior de la MUD obligan a su recomposición, sin abandonar la
ruta democrática y electoral, por ser la más idónea en la actual coyuntura,
además, los pocos éxitos que ha obtenido la oposición han sido por esa vía, asumiendo,
desde luego, que es con la combinación de diversas formas de lucha que el
movimiento puede crecer cualitativa y cuantitativamente.
Construir
una nueva mayoría pasa por reforzar la presencia de la MUD en la calle, por
encima de todos los obstáculos, provocaciones y agresiones que con toda
seguridad va seguir interponiendo el régimen, sin perder de vista que el
cortoplacismo, el camino de la violencia o la aventura son contraproducentes y
fortalecen al régimen. Son muchas las razones para la lucha: la criminalización
de la protesta, la corrupción, las libertades y derechos laborales y
sindicales, la libertad de expresión e información, pero el momento exige
acumular fuerzas y para ello hay que acompañar la protesta social, por
vivienda; contra la inseguridad, el desempleo, la escasez y el
desabastecimiento; por mejores servicios públicos, entre otras tantas.
Es
clave, además, unificar criterios en torno a la valoración del nuevo cuadro
político y la necesidad de dotar al descontento social de un instrumento que lo
articule, así como hacer esfuerzos por integrar todas las corrientes
democráticas interesadas en producir un cambio en nuestro país. Todo conectado
a un proyecto político alternativo de poder frente al fracaso del gobierno, el
cual tendrá su expresión en un Gobierno de Unidad Nacional.
Golfredo
Davila
golfredodavila@yahoo.es
@golfredodavila
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