Hamlet,
príncipe de Dinamarca, se hizo las grandes preguntas existenciales del hombre
público, con el cráneo de un despojo en sus manos. Sólo tuvo una respuesta, que
es la única gran respuesta de un gran político a la gran pregunta que unos ven
con horror y otros intentan ocultar debajo de sus faldones: Ser o no Ser. He
allí el problema.
En
un inquietante artículo, Luis García Mora se preguntaba por las razones de la
ausencia de preguntas y la escandalosa falta de respuestas de la oposición electoralista
– ¿de qué otro modo calificarla? – constituida principal pero no exclusivamente
por las dirigencias de Acción Democrática y Primero Justicia y toda su
parafernalia electorera encabezada por el gobernador de Miranda Henrique
Capriles y su equipo de asesores, ante preguntas de cuya obviedad no cabe más
que darse de cabezazos: ¿quién está detrás de todo lo que está sucediendo desde
las alturas de un encriptado, microscópico y exclusivísimo grupo de personajes
que tienen la sartén por el mango, puesto al fuego por el eximio cocinero Fidel
Castro, el mismo que le preparaba al amanecer sabrosas tortillas de patatas a
su amigo Gabriel García Márquez?
Las
preguntas de Luis García Mora lindan en la literatura negra; el caso de la
política venezolana en una novela de enigmas. No es El Código Da Vinci: es el
Código Hugo Chávez. A ser resumido en dos o tres incógnitas: Hugo Chávez se
muere en Cuba, lo que de él queda es refrigerado durante meses manteniendo en
silencio el suceso, para sacarlo del depósito mortuorio y usarlo en un momento
necesario para los planes de la cripta habanera y sus dos o tres agentes
supuestamente venezolanos de mayor confianza – encabezados por Nicolás Maduro –
con el propósito de asegurar la sobrevivencia del régimen – cualquier él sea –
y terminar por destruir lo que fue Venezuela y al parecer no volverá a ser
nunca jamás.
Allí
comienzan las interrogantes del periodista García Mora: ¿por qué la oposición
de la ex MUD encabezada por su ex directivo Ramón Guillermo Aveledo y apuntalada
por Henry Ramos Allup, Julio Borges y Henrique Capriles no formularon y
seguramente ni siquiera se formularon a sí mismos la pregunta de las cien mil
lochas: ¿por qué esta farsa digna de Tarantino?
La
pregunta encapsula la gran pregunta que nos abruma a los treinta millones de
venezolanos, pero que debiera constituir el meollo de la reflexión y el actuar,
la teoría y la práctica de la llamada oposición de cualquier signo: ¿Quién
manda en Venezuela? ¿Cuál es su proyecto estratégico y en qué fase de su
desarrollo se encuentra? ¿Es un mal gobierno, como insisten en proponer los
sectores arriba mencionados, tal como acaba de ser reafirmado por Henrique
Capriles en una entrevista al periódico madrileño El País y en la que sostiene
que elecciones o nada? Con lo cual, se inclina implícita pero documentadamente
por la nada. ¿O Venezuela ya dejó de serlo para convertirse en una satrapía de
la nomenklatura cubana, como afirman los que sí parecen reflexionar y mantener
orden en sus pensamientos, así – según García Mora – se hayan precipitado con
una acción irreflexiva y desordenada el 12 de febrero pasado?
De
lo cual se deduce que la oposición electorera no sabe o no quiere saber qué es
lo que realmente sucede en Venezuela, con lo cual se ha convertido en un peso
muerto – o vivo, pero sólo para sus inconfesables intereses – para los fines de
las adecuadas respuestas históricas a los siniestros propósitos de la tiranía
cubana y sus esbirros venezolanos o semi venezolanos. Mientras que la que sí lo
sabe y quisiera arrancarla del marasmo terminal en que se encuentra se halla en
una fase aún germinal y, por lo mismo, todavía insuficientemente preparada para
responder a la gran pregunta con grandes respuestas.
Hamlet,
príncipe de Dinamarca, se hizo las grandes preguntas existenciales del hombre
público, con el cráneo de un despojo en sus manos. Sólo tuvo una respuesta, que
es la única gran respuesta de un gran político a la gran pregunta que unos ven
con horror y otros intentan ocultar debajo de sus faldones: Ser o no Ser. He
allí el problema.
Antonio
Sanchez Garcia
sanchezgarciacaracas@gmail.com
@Sangarccs
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