“Muchos han emprendido la tarea de escribir la historia de los hechos que Dios ha llevado a cabo entre nosotros… yo también … y me ha parecido conveniente escribirte estas cosas…..” (Del Evangelio según San Lucas cap1, versos 1-3),
Imitando al evangelista Lucas, también yo me
animé a buscar y proponerles algunas
reflexiones sobre la renuncia del Papa Benedicto XVI.
Como
se trata de fijar posición y
tratar de orientar al pueblo de Dios que peregrina en Paraguaná, tomo
prestado del Cardenal Urosa, una frase que le escribiera un amigo:un gesto de
gran valentía, profunda humildad y absoluto amor por la Iglesia.
Desde el punto de vista jurídico nos dice el
Código de Derecho Canónico (La Ley fundamental de la Iglesia Católica) “Si el
Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la
renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero que no sea aceptada por
nadie.” (Canon 332 & 2) Iluminados
por esta cita veamos parte del texto presentado por el Papa el día 10 de
febrero ante el consistorio convocado por él mismo para tratar otros asuntos.
“Después de haber examinado ante Dios
reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad
avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino.
Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe
ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no
menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a
rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida
de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es
necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en
los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi
incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto,
siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro
que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue
confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que,
desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de
San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene
competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”
Se ve claramente que se cumplen las condiciones de libertad, de manifestación formal y que no debería ser aceptada. La presentó y la presentó y
punto.
Cabe otra pregunta ¿Por qué lo hizo? También
está muy clara su razón: para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el
Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu,
vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de
reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue
encomendado. Si creemos en las palabras del Papa no tenemos porque buscarle
“cinco patas al gato”. Otra cosa sería lo que algunos se han atrevido a
especular sobre las “razones de la
disminución”, en todo caso es mera especulación.
Otro aparte que quiero tocar es acerca de lo
“sorpresivo”. Si bien la decisión del Papa Benedicto XVI de renunciar al
pontificado ha sorprendido a muchos en todo el mundo, el Santo Padre ya se había
expresado a favor de esta posibilidad en el libro-entrevista “Luz del Mundo”
escrito por el periodista alemán Peter Seewald, en el año 2010.
Esta
posibilidad de renunciar al papado, no es algo reciente, es algo que ha estado
ahí siempre. En principio, se puede renunciar a todos los oficios dentro de la
Iglesia.
Las ocasiones anteriores en las que sucedió
fueron muy diferentes a la actual. De los casos que hubo durante el primer
milenio, hay como 5 o 6 casos, el primero fue el de Clemente Romano, que aunque
no se sabe con exactitud, se cree que renunció porque iba a ser martirizado.
Del segundo milenio el caso más conocido es el de Celestino V cuya renuncia no
fue muy libre, cuando fue elegido no estaba acostumbrado a manejar cuestiones
políticas, y fue elegido casi por desesperación después de casi un año de
Cónclave. También se conoce un caso en el siglo XV de un momento difícil de la
Iglesia, donde había dos papas y uno de ellos decidió renunciar. Por eso
podemos decir que de una renuncia como esta no hay casos precedentes. (profesor
Jesús Miñambres).
El espacio no me permite más. Sólo pido que
continuemos rezando por Benedicto XVI (petición hecha por él mismo el día 13 de
febrero); y con la misma intensidad por los Cardenales electores para que sean dóciles
al Espíritu Santo y nos den el Papa que necesita la Iglesia Católica para los
próximos años.
Enviado
a nuestros correos por:
Rafael
Jose Cuevas Puerta
cuevaspuerta@gmail.com
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