Una
abrumadora mayoría de los venezolanos considera que estamos peor que antes y
casi 70% piensa que la tendencia es a la agudización de la crisis.
El pueblo es noble, siempre está dispuesto a
renovar su esperanza con cada promesa electoral y usualmente es víctima de la
manipulación oficialista, es susceptible a medidas populistas y electoreras
como el llamado “Dakazo”. Pero la situación es tan mala que la esperanza –lo
único infinito en los pobres, dice un amigo- comienza a escasear, igual que los
alimentos y las medicinas.
Que
no se alegre el gobierno pues en Venezuela no hay pendejos, eso siempre ha sido
muy escaso. Al contrario, el pueblo es muy vivo y puede que le “siga el juego”
al poderoso para capear el temporal pero sabe cuándo pasar la factura.
El régimen por su parte, trata de sembrar
desaliento y conformismo, aspira que creamos que no hay opción posible e
inmovilizar a la sociedad, bien sea por desesperanza o por miedo, lo que
explica la amenaza constante y su vocación represiva. En algún momento eso funcionó pero el hastío
es grande y las cosas empiezan a cambiar, por ejemplo: las elecciones
municipales en San Cristóbal y San Diego fueron esa oportunidad para castigar
la violación de DDHH, el injusto encarcelamientos de sus alcaldes y el
irrespeto al pueblo que los eligió; por eso no sólo hubo una votación masiva
pese a la represión y a la militarización, sino que muchos de los que antes
votaron a favor del gobierno, lo hicieron por la oposición.
Una primera conclusión es que ni la
esperanza, ni el poder son infinitos y que los pueblos tienen la capacidad de
reponerse a las más grandes adversidades,
¿Serán las elecciones parlamentarias del próximo año la gran oportunidad
del pueblo venezolano? Que el gobierno se sostenga hasta el 2019 no luce viable
pero constitucionalmente hablando, no hay otra oportunidad más clara para
promover un cambio sustancial que los comicios parlamentarios del 2015 y eso es
ya… Mientras tanto, la protesta del país
debe frenar la voracidad demencial de estos “socialistas” que hasta PDVSA
(Citgo) pretenden venderla para raspar la olla y no les importa aumentar la gasolina
al pueblo para alimentar su insaciable corrupción.
Que
la escasez en Venezuela incluya ahora al principal alimento del espíritu: la
esperanza, es una muestra de que este gobierno no sólo ha saqueado el Tesoro
Público, sino que le ha robado el futuro a los venezolanos. Pero también obliga a las fuerzas del cambio
a un compromiso trascendente, nuestro desafío no puede limitarse a la
construcción de una opción electoral, sin desestimar la invalorable importancia
de ella. Nuestra propuesta de país debe abordar la solución de los ingentes problemas
de la sociedad venezolana, debe ser popular e incluyente –y así ha sido
planteada- pero también debe reflejar la voluntad unitaria del liderazgo
nacional, expresar una alternativa de vida, rescatar los valores, elevar la
auto estima colectiva y devolver a la familia venezolana el futuro que le ha
sido arrebatado por la corrupción y la demagogia de un gobierno indolente que
nos dice que “tenemos patria” mientras la vende a los chinos o la regala a los
cubanos. El cambio exige un compromiso
de todos.
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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