No solo decapitan, torturan y asesinan en
forma masiva a cristianos, coptos, protestantes, ateos, yazidíes, kurdos sino a
musulmanes que conviven con los valores culturales de occidente.
Alta, delgada, sin ampulosidades, vestida con
su túnica blanca de plisadas caídas, dejando ver sus bien torneados hombros e
imaginar sus senos proporcionados a su figura, ocultos bajo el tejido de lino
tan fino y blanco como hoy no podrían elaborar los irlandeses. Ella, Isis, la diosa de la fecundidad, la
madre naturaleza, la protectora de los hombres y faraones, las aguas y bosques,
el trigo y los viñedos, la amamantadora de la vida, la paz y el amor. Isis, la
diosa egipcia, la hija del sol, la esposa de Osiris. La Diosa de todas las
diosas, la imitada por griegos y romanos en Venus y Atenea, y hasta por los
coptos cristianos siglos después, para representar a la madre de Jesús en su
instante de lactancia.
Esa es la Isis que conocemos, que inspira y
protege. La creación, la mujer, la que consuela, equilibra, corrige y apacienta.
Es, si se quiere, el anhelo del hombre, en cualquier lugar. No solo era la
esposa de Osiris sino su hermana, para significar que todos los mortales somos
hermanos, hijos de una misma creación. Con esa imagen, anhelo y alcance de Isis
nos quedamos.
Pero hay otra, la antípoda de la diosa buena,
situada en el inframundo, en el infierno de Dante donde hay llanto y rechinar
de dientes. Ella maltrata, persigue, oprime, esclaviza y decapita en nombre de
otro dios, menos prudente y generoso, solo que no es mujer, por el contrario,
pareciere despreciarla por su fecundidad y hermandad. Esa Isis, no es más que
el desvarío de hombres anclados en lo más oscuro de los tiempos de la
humanidad, en la alta Edad Media de la Media Luna Fértil, donde cayó la
creatividad, la iluminación y la humanidad se detuvo, retrocedió y enquistó en
lo más perverso de la ignorancia, prejuicio y primitivo del hombre.
Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIS,
las siglas en inglés como se le conoce; pretensión de islamitas radicales que actúan
en el territorio de Irak y Siria, pero que se expande y encuentra presente,
oculto, mimetizado, esperando, en todo el territorio europeo y americano para
destruir su cultura, valores y tradiciones, e imponerles por las armas y la
ignorancia un Corán que interpretan como el pensamiento legítimo de su creador
Mahoma, hablando en nombre de Alá. No se
trata de una guerra religiosa de fanáticos musulmanes dispuestos a eliminar a
los infieles, ni divisiones de Al Qaeda o los Hermanos Musulmanes que añoran el
antiguo califato de los Omeyas desde Persia, Egipto, la península arábiga y el
Al-Andalus cuando dominaron desde Damasco. Más bien pareciera que mentes
ilustradas y pragmáticas se han apoderado del Corán y de la masa ignara que
dominan para darle un cariz geopolítico a la actual situación, y regresar al
predominio mundial bajo su mandato.
No solo decapitan, torturan y asesinan en
forma masiva a cristianos, coptos, protestantes, ateos, yazidíes, kurdos sino a
musulmanes que conviven con los valores culturales de occidente, no para
subsumirse en ellos, sino para respetarlos y tolerarlos conforme a los tiempos
y las enseñanzas. Todo hombre kurdo o
cristiano debe ser asesinado, sus mujeres repartidas y sus hijos asimilados,
integrados a la guerra.
Es el Isis malvado que a través del grupo
terrorista Hamás, bajo encubiertas pretensiones, se ha dedicado a bombardear al
Estado de Israel desde la franja de Gaza, para acabar con la única democracia
existente en el Medio Oriente que comparte con nosotros los valores más sano de
la cultura occidental: libertad,
igualdad, democracia, tolerancia
y respeto a la dignidad del hombre, que pasa por la no discriminación en razón
del género, la raza o la religión.
El problema se nos presenta al preguntarnos
si nos encontramos frente a una arremetida militar geopolítica cuyo fin es la
dominación imperial a través de un nostálgico califato, o de focos aislados de
bandoleros irredentos y armados quizá por el mismo occidente, que deben ser
contenidos localmente. La otra pregunta que nos hacemos es ¿qué tiene que ver
el gobierno de Venezuela, los visitantes de Palestina, los hermanos Castro,
Morales y Ortega con el Califato, con este Isis malvado, para otorgarles ese
respaldo incoherente y desubicado?
Juan
Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
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