“La victoria puede ser creada” (Sun Tzu).
Pero para crear la
victoria hay que tener claros el objetivo y la estrategia. El objetivo de
nosotros, los nacionalistas, es la liberación nacional y la refundación de la
República, rompiendo con Cuba y haciendo un cambio radical y profundo del
sistema político-económico. La estrategia se basa en la movilización popular
que culmine en una acción cívico-militar. Comienza por la “oposición de calle”,
la cual significa promover, organizar y dirigir las protestas populares.
Hacia este objetivo
se avanza paso a paso. En política, como en la guerra, a la victoria final se
llega mediante una sucesión de pequeñas victorias, que no se aprecian cuando no
hay una jefatura que las valore como tales y las publicite para mantener en
alto el ánimo de sus seguidores. Es lo que está sucediendo en las filas
nacionalistas. De la ausencia de esta valoración se ha valido el enemigo,
ayudado por los colaboracionistas, para confundir y desanimar presentando las
victorias nacionalistas, aunque pequeñas hasta ahora, como derrotas. Los que
aprendimos desde la adolescencia a valorar los hechos para saber cuándo se ha
avanzado y cuándo se ha retrocedido, podemos hacer el balance de la situación
actual. Puedo decir entonces que estamos mejor que antes del 12F. Hemos
avanzado.
La irrupción de la
“oposición de calle”, con el lema “la salida está en la calle”, fue el primer
paso hacia el objetivo y, en consecuencia, significó una victoria política,
pequeña pero importante, porque acabó con el engaño de los colaboracionistas
quedando en evidencia su entendimiento con el gobierno títere, del cual son una
de las dos muletas que lo sostienen. El colaboracionismo es el factor engaño de
que se vale el gobierno títere de Cuba (“Una operación militar implica engaño.
El engaño tiene por objetivo obtener la victoria sobre el enemigo”/ Sun Tzu).
El papel de los colaboracionistas es presentarse como oposición (engaño) para
mantener desmovilizado al pueblo, predicando la pasividad del esclavo por miedo
al castigo si se subleva (muerte, torturas, prisión). El colaboracionismo quedó
desenmascarado como comparsa de la tiranía, evidencia que se reforzó con la
farsa del diálogo, que sólo sirvió para encubrir los crímenes de los títeres de
Cuba. Ya el pueblo sabe que los colaboracionistas forman, junto con los
títeres, la “casta política” de la tiranía que se beneficia de ella. Mientras
todos empobrecemos, la casta política vive cada vez mejor. Esta realidad está sembrada
en la conciencia colectiva. Y al estar sembrada la tiranía ha perdido un
instrumento que le fue útil para la dominación. A partir de ahora los
colaboracionistas no valen nada, o valen mucho menos que antes. Sin pueblo han
perdido su valor político. Y con ello la tiranía se ha debilitado, lo cual
constituye una victoria no tan pequeña como algunos piensan. Al ser
desenmascarados los colaboracionistas, quedando sin pueblo, la tiranía perdió
una de sus muletas, la que adormecía al pueblo y se lo entregaba pasivo
simulando ser oposición. Ahora la tiranía está sin esta muleta. Ha quedado
cojeando, con las consecuencias que ello implica para su estabilidad.
La irrupción de la
“oposición de calle” nos mostró además el punto débil de la tiranía,
fundamental para atacarla y derrotarla (“para avanzar arremete por sus puntos
flacos”/Sun Tzu). Su punto débil es la calle. La teme porque sabe que provocará
su caída. No le teme a elecciones. Sabe que las ganará una tras otra por el
ventajismo y el fraude y que los colaboracionistas las legitimarán participando
y aceptando el resultado fraudulento, como lo han hecho siempre a cambio de un
precio vil: unas pocas alcaldías y menos gobernaciones todavía. De diputados ni
hablamos. Son lamparitas que ni prenden. Terror le produce que el pueblo tome
la calle, en protestas constantes, sucesivas y masivas. De allí la represión
criminal para impedir a sangre y fuego que se encienda la calle. Quedó probado
cuál es el punto débil de la tiranía (la calle) y cuál su punto fuerte, lo
único con que cuenta (las bandas criminales con o sin uniforme). Saberlo y
ponerlo en evidencia es fundamental para avanzar (“pruébalos para averiguar sus
puntos fuertes y sus puntos débiles”/Sun Tzu). Que no tiene pueblo lo ha
confirmado la abstención masiva en sus elecciones primarias. Y cada día tendrá
menos pueblo por el colapso económico. Sólo le quedan las bayonetas para
tenerse en pie, las cuales son inadecuadas para muletas y, según Napoleón, no
sirven para sentarse en ellas.
Continuaré
analizando las pequeñas victorias obtenidas hasta ahora por los nacionalistas,
llamados también radicales, de las que muchos no se han dado cuenta.
Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta
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