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sábado, 30 de agosto de 2014

CARLOS RONDÓN ÁVILA, LA ELECTRICIDAD DEL SIGLO XXI

Con tantas carencias que tenemos actualmente en Venezuela (desde la escasez de alimentos y productos básicos, pasando por la crisis del sistema de salud y hasta llegar a la crisis del sistema eléctrico nacional), hablar del deterioro en los sistemas que sostienen el servicio de Internet pareciera algo superfluo.

Sin embargo, hay gente para todo y algunos de ellos trabajan para la Internet World Stats, una organización internacional sin fines de lucro que se encarga de recoger y analizar todos los datos y estadísticas relacionadas con la penetración de Internet en todos los países, velocidades de conexión, número de usuarios y cualquier otro dato que pudiera ser de interés en el análisis del impacto de las Tecnologías de la Información y Comunicación en el planeta. 

Según datos recientemente publicados por dicha organización, Venezuela reposa en el último lugar de Suramérica en lo que se refiere a velocidad de acceso a Internet, con una velocidad promedio de 1,7 Mbps, por debajo de Bolivia, que se estanca en el segundo lugar con una velocidad promedio de 1,85 Mbps.
Podríamos reflexionar ampliamente sobre la evolución de las tasas de velocidad en el planeta desde que Internet se comenzó a popularizar a finales de los años 90 y cómo una tasa promedio de menos de 2 Mbps fue superada en Asia hace más de 10 años; sin embargo, la calidad del servicio de Internet, además de la velocidad de acceso implica muchas cosas más, podríamos resumir varias de ellas con la palabra “estabilidad”. Como es un elemento multifactorial es difícil ponderarlo para poder hablar en términos numéricos de la degradación en la estabilidad del servicio de Internet en Venezuela, mucho más cuando los referentes son estas organizaciones internacionales que sólo pueden manejar datos externamente medibles o provistos por organismos públicos de cada país. Podremos imaginar la puntualidad de Venezuela al proveer estas cifras relacionadas con Internet, cuando las cifras de inflación publicadas por el BCV y por mandato constitucional, no llegan.
La crisis en la estabilidad del servicio de Internet en Venezuela toca muchos puntos, a las empresas de telecomunicaciones públicas y privadas, a los usuarios caseros y empresas, y a los medios de acceso inalámbricos y por cable. Sus causas son muchas, la falta de oferta y de competencia, lo cual desemboca, inexorablemente, en un desincentivo por parte de las empresas en tratar de ofrecer un mejor servicio; y la falta de dólares que afecta todos los ámbitos de la vida nacional y que las empresas de telecomunicaciones necesitan para poder importar nuevos equipos o hacer mantenimiento a las plataformas existentes, por nombrar las más evidentes. Lo que sí es cierto y entendemos todos los que pasamos gran parte del tiempo en la web, es que Venezuela tiene uno de los servicios de Internet más pobres del planeta, no solo de Suramérica. La estabilidad del servicio es pésima, en los proveedores públicos y en los privados, en el acceso alámbrico y en el inalámbrico o móvil. Las empresas privadas se desgastan en luchas legales para las autorizaciones de operación en los canales de comunicación que requieren, el resto de sus energías las queman logrando las tramitaciones de divisas necesarias para poder operar aunque sea mínimamente, y todo esto bajo la amenaza constante de expropiación, cierre, o una venta imprevista por parte de los grupos económicos que están detrás de estas corporaciones y que, lógicamente, buscan defender sus intereses en un país donde las leyes cambian todos los días y nadie las respeta.
Internet es la “electricidad” del siglo XXI. No es posible concebir, actualmente, ningún desarrollo económico importante que no pase por el establecimiento de Internet como una infraestructura básica. Lamentablemente, en Venezuela, no hemos superado ni la estabilización del sistema eléctrico nacional, ni mucho menos el desarrollo de un servicio estable de Internet para sus usuarios.

Carlos Rondon Avila
rondoncarlos@gmail.com
@phronimos

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