Envié esta historia a un grupo de amigos en una red
social, con el fin de romper con un conflicto.
La historia original la leí hace mucho tiempo y no
puedo citar su origen, de modo que la reconstruí de memoria; la que sigue es mi
propia versión. Mi historia exacerbó la polémica, cada quien entendió una cosa
diferente y al final fui expulsado del grupo. Va, más o menos, como sigue:
En el Imperio Celeste, en la dinastía de los Ming,
cuando Kublai Khan aún no era reverenciado, mucho antes que el Emperador Zhu
Di, cuarto hijo de Zhu Yuanzahang, enviara su flota a descubrir el mundo, vivía
en una lejana provincia un muchacho de nombre Ha San, hijo de campesinos, sano,
criado con mucho amor por sus padres y sin una pizca de odio. Desde muy joven
supo lo que quería hacer con su vida, quería ser el mejor arquero del Imperio.
Cuando contaba con 15 inviernos, podía disparar una flecha a 100 pasos y
atravesar una rama de bambú, montaba a caballo y disparaba flechas contra un
árbol de cerezo haciendo blanco siete veces en siete frutas.
Su fama a los 16 era tal, que el General Xia Yuanji,
jefe del ejército imperial lo mandó a llamar; quería enfrentarlo a su
mejor arquero, un veterano de mil batallas que tenía en su haber más muertos
que ningún otro guerrero, lo llamaban "El Rompe Corazones". El padre
de Ha San dudó en darle la autorización para que fuera a la Cuidad Prohibida,
pero finalmente obvió sus temores y llevó al muchacho a la justa, que se
celebraba en los jardines del palacio imperial.
"El Rompe Corazones" no hacía más que
presumir. Disparaba flechas dobles, desde su montura, atinando siempre a las
calabazas; hacía gala de su rapidez lanzando diez flechas en una sola
respiración, todas daban en el blanco; hacia que las flechas dieran en las
flechas que ya había lanzado, el público estaba enloquecido con la maestría del
arquero.
Cuando llegó Ha San empezó por suertes sencillas,
no sólo partía por la mitad duraznos en la cabeza de las cortesanas, atravesaba
palomas en pleno vuelo y ensartaba anillos que las princesas lanzaban al aire…
ya capturada la atención del público, se puso a trescientos pasos de un manzano
y anunció: "Atravesaré la manzana verde", la gente no comprendía pues
el árbol del manzano sólo tenía manzanas rojas, el muchacho se preparó y lanzo
la saeta, atravesó tres manzanas rojas y salió por el otro lado con una manzana
verde que nadie había visto y que estaba dentro del follaje.
La gente quedó muda, tardo un tiempo para que
comprendiera que aquel arquero podía darle a blancos que nadie veía. Fue cargado
en hombros y festejado, “El Rompe Corazones" le regaló su arco y su carcaj
con las flechas, que el mismo había fabricado, se rindió ante el mejor arquero
del imperio.
Su fama se incrementó en la guerra, produjo la
mayor mortandad entre las tropas enemigas, sus flechas atravesaban escudos y
yelmos, los caballos rodaban con sus monturas heridas de muerte… así se
convirtió en maestro arquero y entrenó a las tropas y jamás hubo otro
contrincante que pudiera vencerle.
Hasta el día en que se enteró que había un mejor
arquero que él en el Imperio Celeste, un viejo monje que vivía como recluso en
una de las regiones más alejadas, en una alta montaña. Se propuso conocer a tal
hombre, pidió un permiso y se fue en su búsqueda. Fue un viaje cruento, tardo
meses en llegar, subiendo la escarpada serranía fue atacado por animales
salvajes, perdió el camino en medio de una tormenta, cuando llegó a la cima
estaba cansado, hambriento y tenia frío.
Encontró a un viejo ermitaño en la cumbre, con los
ojos cerrados, no hablaba, no se movía, estaba sentado en la posición de loto y
el viento movía su caballera blanca. Ha San se sentó a su lado e hizo lo que el
maestro, esperó en silencio.
Dos largos inviernos pasaron, cuando finalmente
bajó; la gente lo esperaba curiosa, Ha San, ahora, tenía que ser el mejor
arquero del mundo. El Emperador le mando a llamar, preparó en la Ciudad
Prohibida un festival, invitó a sus amigos y enemigos para que vieran las proezas
de su mejor guerrero... Cuando le pusieron a Ha San el arco y la flecha en sus
manos, el mejor arquero del imperio preguntó perplejo: ¿Para qué es esto?...
No sabía cómo disparar una flecha. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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