La
praxis política indica que los partidos políticos nacionales y organizaciones
políticas internacionales deben estar anudados por lo ideológico como factor
fundamental, ya que les imparte personalidad definida a los fines y propósitos
establecidos. En ocasiones, las circunstancias puntuales existentes, ya sean de
carácter electoral o de otra índole, se flexibilizan y permiten el advenimiento
de diversas tendencias ideológicas que la exceden. Existen muchos ejemplos
históricos nacionales e internacionales que lo demuestran. En Venezuela se
constituyó en 1957 la llamada Junta Patriótica conformada por los partidos
existentes para la época: AD, URD, Copei y PCV para enfrentar de manera
clandestina a la dictadura. Hace tres años se conformó la MUD como órgano
coordinador de partidos opositores al régimen y tuvo una loable intervención
unitaria en las contiendas electorales acaecidas con motivo a las elecciones
legislativas nacionales y estatales, a la de alcaldes y concejales y a las
presidenciales donde, incluso, participó con tarjeta única.
En
tiempos de guerra, nacionales e internacionales, se ha producido una agrupación
similar: en la Guerra Civil Española participaron del lado republicano fuerzas
antagónicas desde el punto de vista ideológico como la de los socialistas,
anarquistas y comunistas. En la Segunda Guerra Mundial las fuerzas aliadas
hicieron frente común a la barbarie. Los norteamericanos, ingleses y la Unión
Soviética lo hicieron sin que existieran resquemores por la alianza previa
establecida entre los comunistas y los nazis en el pacto Ribbentrop-Molotov.
La
actualidad venezolana nos presenta un oscuro panorama político existencial que
nos divide y que trasciende la simple confrontación ideológica. Del lado
oficialista aparecen diversas organizaciones que se definen como socialistas y
el PCV. La oposición, por su parte, presenta en la MUD un mayor factor de
diferenciación político-ideológico: socialdemócratas, demócratas cristianos, socialistas,
marxistas, liberales etc. Inclusive existen más de cuatro partidos que se
definen como socialdemócratas, cuatro democratacristianos, varios socialistas y
dos o tres marxistas. Esta asombrosa disparidad de criterios debe hacernos
reflexionar sobre si la simple identidad ideológica basta para definir y
estructurar las organizaciones políticas. Dudo, por ejemplo, que
ideológicamente sean afines personajes tan dispares como Diosdado Cabello,
Rafael Ramírez, Soto Rojas y otros. También me resulta difícil de digerir un
único partido socialdemócrata conformado por la gente de AD, UNT, MAS, ABP, el
partido del gobernador Falcón y otros. Imaginemos en la actualidad a Copei con
PV, Álvarez Paz, Caldera Pietri y otros. Mención especial merece PJ. El partido
no digirió bien la salida de varios dirigentes identificados con la
socialdemocracia que ostentaron importantes desempeños. Ahora, nutridos
nuevamente con dirigentes provenientes de la socialdemocracia y socialistas a
secas proyectan a futuro desavenencias seguras.
No
deseo pecar de pesimista ni creer sin solución la realidad que nos aplasta.
Cuando tengamos nuevo gobierno, restablecida la normalidad política, social y
económica; cuando la sindéresis cubra nuevamente el pensamiento y modo de
proceder político, la ideología recobrará su sitial tradicional.
En
lo particular yo me siento cada día más identificado con planteamientos de
personas que pertenecen a organizaciones políticas e individualidades
diferentes porque compartimos aspectos puntuales de las maneras de solucionar
la crisis nacional. Pertenecen a la socialdemocracia, socialistas,
democratacristianos, marxistas, liberales, conservadores y muchos más del tan
amplio espectro ideológico. La razón es única: "Son más importantes las
cosas que nos unen que aquellas que no separan".
Hay
valores universales que trascienden lo ideológico y hasta lo pragmático. Se
puede ser honesto siendo socialista, democratacristiano o liberal u otro que
forme parte de diversas ideologías; puede serlo también un cristiano, un
musulmán o un agnóstico; también cualquier practicante de una orientación
filosófica determinada. De igual manera pueden ser deshonestos militantes de
cualquiera de ellos.
Se
puede ser pragmático en el exacto concepto del término, pero esa condición no
puede ser jamás estirada y
desproporcionada de forma tal que puedan desbordar los límites éticos. Éstos
también trascienden los linderos ideológicos porque su parcela tiene un valor
universal. Por lógicos y fríos que sean los análisis, cuando se enfrentan con
la ética, se desmoronan. Aun cuando esta ética sea a veces un poco romántica.
Los
venezolanos deseamos un cambio radical de lo que nos oprime. Sobrepasamos ya
los tres tercios de la población del país. Esta circunstancia, concatenada a
los demás trastornos, constituye un acicate insoslayable para procurar el
cambio deseado.
José
Rafael Avendaño Timaury
cheye@cantv.net
@cheyejr
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