Ese
cotidiano y doloroso NO HAY cuando se buscan fármacos y reactivos, se extiende
por igual a materiales y equipos indispensables para atender la salud de los
venezolanos. Es la demostración del severo daño que la equivocada política
económica del gobierno ha hecho a los programas de salud pública
Por varias décadas el paludismo fue erradicado de
Venezuela. Su reaparición revela el abandono de políticas de saneamiento
ambiental y de prevención de la salud en áreas rurales del país. Según el
Boletín Epidemiológico del Ministerio para la Salud, de fecha 20 al 26 de abril
de 2014, se habían registrado 24.958 casos de malaria en esos primeros cuatro
meses del año.
La mayor incidencia de casos se presenta en el
estado Bolívar con un total de 20.631 personas, siendo también alarmante los
3.564 casos registrados para esa fecha en el estado Amazonas.
El repunte de enfermedades endémicas como el dengue
y la conjuntivitis nos obliga a reflexionar sobre la creciente contaminación
ambiental por acumulación de toneladas de basuras en todas las ciudades del
país, la gravedad de la expansión de zonas urbanas y rurales regadas por aguas
negras y estancadas, en fin, el deterioro del medio ambiente con el que los
venezolanos de hoy tenemos que convivir.
Súmese a ese cuadro que los casos de infección por
VIH/Sida en niños y adolescentes entre los 10 y los 19 años de edad se
incrementaron en 15,5% en relación con el año 2013. Ya se han confirmado, para
el 24 de mayo, 90 jóvenes con el virus. Posiblemente se supere la cifra de 188 jóvenes
que el pasado año contrajeron la enfermedad.
El abandono educativo, las deficientes políticas
informativas y la negligencia en la protección del ambiente ponen la salud a
riesgo.
El pésimo manejo de la economía, que ha llevado a
escasez y desabastecimiento de productos, genera en el campo de la salud una
situación grave. No se consiguen medicamentos. No hay anticonvulsivos, tampoco
antiepilépticos. Los fármacos para tratamientos cardíacos escasean, al igual
que los medicamentos para el tratamiento del Sida. Las mujeres tienen problemas
para conseguir pastillas anticonceptivas y tratamientos vaginales.
Los enfermos del corazón se ven en dificultades
porque no hay marcapasos. Tampoco válvulas cardíacas. Los “stents”
desaparecieron del mercado, lo que impide la realización de angioplastias
coronarias y al no poder realizarse estos tratamientos de ensanchamiento y
despeje de las arterias del corazón, la probabilidad de ataques cardíacos se
hace presente y, eventualmente, el aumento de las estadísticas de muertes por
esa razón.
A los enfermos de cáncer no les va nada mejor.
Escasea material de placas para los estudios de mamografía. No hay reactivos
para la realización de gammagramas óseos, examen que permite constatar si el
cáncer invadió los huesos, ni para hacer tomografías de contraste para conocer
la morfología de riñones y vasos, datos todos ellos sin los cuales los médicos
no pueden tomar las decisiones apropiadas.
Tampoco hay toxoide tetánico, con lo que aumenta el
riesgo de infecciones por cortadas o heridas.
Ese cotidiano y doloroso NO HAY cuando se buscan
fármacos y reactivos, se extiende por igual a materiales y equipos
indispensables para atender la salud de los venezolanos. Es la demostración del
severo daño que la equivocada política económica del gobierno ha hecho a los
programas de salud pública.
No hay prótesis de caderas ni de rodillas. No hay
agujas, sondas, pinzas, ni anestesia para extracciones y cirugías
odontológicas. La escasez de risinas y acrílicos impide atender la demanda de
prótesis dentales.
Los equipos de hemodinamia y ecos, deteriorados por
años de uso, no han sido reemplazados. En el Hospital de Niños “J.M. de los
Ríos” hace unos años el promedio era de 350 cateterismos al año. Este año 2014
van 8 (No leyó mal: ocho).
La cirugía laparoscópica se está dejando de hacer
por falta de materiales como fuentes de luz y pinzas. Los cupos en unidades de
cuidados intensivos están congelados/paralizados por falta de suministro de
equipos nuevos. Las cirugías electivas han caído y en muchos hospitales y
clínicas se atienden sólo emergencias.
El común de los venezolanos comprende que los
desajustes de la economía, como consecuencia de graves errores frente a los
cuales no hay propósito de enmienda, dañan no sólo los ingresos familiares, el
empleo, la capacidad de consumo y de ahorro, sino que han arrastrado la salud a
niveles dramáticos.
La rectificación de las desacertadas políticas de
salud está íntimamente ligada a la corrección de entuertos en la política
económica del país.
Una caprichosa política centralista ha dispuesto en
los últimos años concentrar las cirugías cardiovasculares infantiles en un
centro de salud, el “Cardiológico Infantil Latinoamericano”. El afán político
de exhibir una nueva institución, e ignorar las creadas en otros gobiernos, ha
generado cuellos de botella y perjudicado a miles de pacientes quienes no
encuentran respuestas en la red hospitalaria del país. Del Cardiológico
Infantil Latinoamericano dependen los demás hospitales en sus insumos, pero no
les llegan. El Hospital de Niños “J.M. de los Ríos” no recibe materia prima
para realizar operaciones desde hace dos años. Ningún hospital en el Oriente
del país (Anzoátegui, Sucre, Monagas, Bolívar, Nueva Esparta, Delta Amacuro) ha
sido dotado para hacer operaciones cardiovasculares infantiles. En el Hospital
Universitario de Maracaibo no está operativa la Unidad de Cirugía
Cardiovascular Infantil por falta de insumos y de personal desde el año 2004. Y
el resultado: interminables colas de pacientes esperando por cirugías.
Claudio
Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin
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