Estamos
metidos en tremendo problema. Pareciera que la carta del ex ministro Giordani
ha desencadenado un verdadero terremoto dentro de la revolución. Un conflicto
que demanda respuestas ante una realidad que se descubre como cuando se
desarrolla el punto medular de una novela.
-¿Qué
se descubre, Rapozo?- me podrán preguntar-. Sencillamente, que dentro de la
llamada revolución no hay liderazgo que conduzca ese proceso; no hay
pensadores, ni dirigentes con claridad estratégica que entiendan el asunto
coyuntural que vivimos y que tenga soluciones para enfrentar el colapso en el
cual han metido a Venezuela.
Después
de la carta de Giordani vinieron simples expresiones de que era un traidor y
quién sabe qué o cuáles otros adjetivos le tildaron puertas adentro al hombre
caído en desgracia, después de la famosa patada para sacarlo del medio como a
un saco de papas.
Lo
tomaron como un asunto personal y nunca
como un problema de Estado donde se debería hablar de corrupción,
planificación, estudio de las cuentas nacionales, entre otras cosas vitales que
les permita reconocer errores y aciertos, además de atinar en la conducción
futura.
En
cierta forma, durante el próximo evento interno del PSUV debería haber un
intenso debate ideológico, económico fundamentalmente, de políticas públicas,
etc., pero la cosa no es así. El ex ministro Navarro plantea reconsiderar las
palabras de Giordani para generar un debate, pero ha sido amenazado con
expulsión y prácticamente debe estar recogiendo sus peroles para irse a alguna parte.
En
el PSUV no hay democracia interna y aquel “rojito” que se queja, cuestiona y
plantea asuntos espinosos va “pa fuera” sin derecho a “pataleo”. Eso, pasa en
cuaquier lugar y nivel.
-¿Hacia
dónde vamos? -también se puede preguntar gente como uno, mientras observa el
caciquismo dentro del PSUV, donde cada quién jala para donde le interesa en una
repartidera de favores descomunal y descoordinado como un mercado libre-.
Bueno,
vamos al desmadre económico-podría responder-; vamos como un barco a la deriva
rumbo hacia una tormenta. Es evidente que después de Maduro, tiene que venir un
cambio de gobierno. El socialismo “chavista” o como quieran llamarlo ha
fracasado estrepitosamente. Tienen sus días contados porque no hay suficiente
velas para suplicarle a un santo que les permita continuar en medio del caos,
la bancarrota, el pillaje, la escasez, la desesperanza que crece.
-¿Y
la oposición, Rapozo?-me puede preguntar alguien por esos caminos de Dios-.
Bueno, queridos amigos, la oposición debe prepararse con la mayor seriedad,
gerencia, estudio, organización, etc., a conformar equipos de trabajo que le
lleven a ganar elecciones en el corto, mediano y largo plazo. Que el gobierno
siga con su capilla sin santo, que sigan-lamentablemente- destrozando el tesoro
nacional, endeudando al país, elevando el costo de la vida; pero la oposición
debe prepararse para ser gobierno. No hay de otra.
Luis
Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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