Definitivamente
Venezuela -muy a nuestro pesar-, se ha convertido en el país de las colas. Cola
para comprar harina, aceite (que hace tiempísimo no se ve), mantequilla, papel
sanitario, servilletas, lavaplatos, cloro, desinfectante y pare usted de
contar. Esto amigos, refiriéndonos a los productos de primera necesidad y
consumo doméstico. No digamos si vamos a comprar shampoo, desodorante, jabón de
baño y hasta ropa interior.
Ahora
bien, si necesitamos comprar una batería para el carro es casi misión imposible
encontrar pues NO HAY y si la conseguimos nos cuesta un ojo de la cara, los
repuestos para los carros están desaparecidos del mercado y los que hay pues
están a precios impagables para cualquier venezolano común y corriente, que si
es asalariado pues seguramente tendrá que ponerse a reunir de varias quincenas
para poder comprarlo y ya cuando haya logrado reunir el dinero, seguramente
estará más caro; y si es trabajador independiente (como yo), tendrá que laborar el doble y por supuesto
someternos a la peregrinación visitando casas de repuestos hasta encontrar la
pieza para nuestro automóvil.
¿Y
los cauchos? Increíblemente no se consiguen. Hace unos días uno de los cauchos
de mi carro, soltó la banda y el susto fue bastante grande ya que ocurrió en
horas cuando anochecía y andaba por el casco central de la ciudad. Así que
mientras esperaba la ayuda para cambiarlo y con tanta oscuridad, sólo me tocó
rezar cuanta oración me sé y pedirle protección Al Altísimo para mi persona.
Total, que al día siguiente comenzó mi periplo por cuanta venta de cauchos hay
en la ciudad (las que conozco y las que no también) y siempre la misma
respuesta “NO HAY SEÑORA Y NO SABEMOS AÚN CUANDO NOS LLEGAN”. Ya luego preguntando
a uno y otro, me ofrecieron conseguirme cauchos (lo que llamamos “por fuera”)
pero a un costo extremadamente alto, cada caucho en ¡¡BsF3.800,oo!! O sea que
cuatro cauchos serían ¡¡BsF 15200!! Sin el balanceo ni la alineación.
Así que como soy una ciudadana que tiene que
trabajar como las buenas para ganarse el sustento, preferí esperar y no rodar
mucho y de tanto ir donde siempre he comprado las llantas, el lunes pasado me
dice le dueño, véngase mañana a las 2pm que nos acaba de llegar el fax confirmándonos
que nos han enviado mercancía. Muy obediente fui al día siguiente a esa hora y
me recibe el Gerente y me dice, “sí nos están llegando pero hasta mañana no
podemos comenzar a vender, véngase en la mañana lo más temprano, a eso de las
7.30am está bien”. Al comentarle a un amiga me dijo, “así deben haberle dicho a
todo el mundo, yo que tú amanezco allá”. Así que el día miércoles me levanté a
las 5am, -tuve la suerte que había agua así que pude bañarme como Dios manda- y
mientras me preparaba me dieron las 6.15 que ya estaba lista para salir de
casa; sólo que confieso, sentí algo de miedo andar por la calle sola a esa hora
que hay tanta soledad (o eso creía), esperé unos 15 minutos y me fui con el
mayor optimismo a buscar los dichosos cauchos para mi auto y ¡0h sorpresa!
Llegué a las 6.45mnts y me impresionó la cantidad de personas haciendo cola,
cuando llegué donde estaban me entero que había una lista (que comienza a hacer
el primero que llega) y me anoté, asignándome el No. 35.
Esta
vez pues, tocó ponerme a rezar para que hubiese suficientes cauchos, ya que ahí
me enteré que nunca saben la cantidad que recibirán y esto ya luego me lo
confirmó el Gerente cuando me dijo, “antes nos llegaban semanalmente de 1000 a
1500 cauchos, ahora cada 15 días nos llegan entre 250 a 350 y hoy nos surtieron
solamente 290 de varias medidas”. A las 7.30am abrieron el negocio y a las 8
hubo que formarse en una larga fila para hacer el pedido y luego otra para
pagar –en efectivo o débito por supuesto, pues no están aceptando tarjetas de
crédito por la misma situación-. Corrí con suerte, a las 9am ya sólo quedaban
cauchos medida 13 y 14, a las 9.57am cuando me atendieron solamente había
medida 13 que es la que usa mi carro.
Está
demás decir, que gracias a nuestra afabilidad, se hace la cola, la espera, algo
más leve, nos contamos historias, nos brindamos café o un juguito, contamos
chistes y hablamos pestes del gobierno, nos intercambiamos correos y teléfonos
a los que nunca llamaremos o escribiremos, pero el asunto está en que hasta en
esos momentos nos sonreírnos unos a otros. Y si veo el lado positivo de esta
mañanera experiencia, hasta instruida regresé a casa, pues ahora sé que los
cauchos de mi carro son medida 13.175/70R13; antes si me preguntaban respondía
“creo que son 13 o 14” no tenía idea del numerero que llevan, así que no estuvo
tan mal la cosa.
Salí
del sitio con mis llantas nuevas a las 12 del mediodía, después de todo,
complacida porque con lo que en la calle iba a comprar dos cauchos pude ahí
comprar los cuatro ( en total y con la alineación y el balanceo cancelé la
bicoca de BsF 7680,oo) y con una sonrisota en mi rostro, pues al menos por unos
dos años no tendré que preocuparme por esto.
Y como todos mis compañeros de esa mañana, también me vine a casa con la
esperanza que antes que tengamos que comprar de nuevo cauchos todo esto haya
pasado, Venezuela sea la que en otrora fue,
PRÓSPERA, GENEROSA y LIBRE.
Angela Desiree Palacios B.
angeladesiree18@hotmail.com
@A_Desiree18
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